Lehendakari, el respeto se gana 

El discurso nacionalista no oculta su desvinculación con la idea de España

Que el nacionalismo vasco, con el lehendakari a la cabeza, ha hecho de la confrontación simbólica una práctica habitual es algo que solo los despistados o los tontos útiles no llegan a reconocer. El discurso nacionalista no oculta su desvinculación con la idea de España: lo han declarado abiertamente en numerosas ocasiones.

La última y más sonada ha sido forzar la separación de la Federación Vasca de Pelota de la española, lo que ha llevado al esperpento de enfrentar entre sí a varias chicas vascas de la misma zona. España contra Euskadi. Ganó España, pero al nacionalismo no le importó. Lo importante era jugar separadas, la imagen. “Divide y perderás” es el nuevo lema del PNV de Aitor Esteban. 

Sin embargo, cuando se enfrentan a reacciones como la de Isabel Díaz Ayuso, que responde con el mismo lenguaje simbólico, exigen un respeto que los propios nacionalistas no siempre ofrecen. La decisión de Imanol Pradales de hablar íntegramente en euskera en el encuentro de presidentes autonómicos, así como la actitud de Ayuso, lejos de ser gestos personalistas, encierran mensajes que reflejan tensiones más amplias sobre la identidad, la lengua y el respeto mutuo en España. 

Pradales, cuya familia es de origen burgalés, podría haber hablado perfectamente en castellano. Su elección de hablar en euskera no fue, como algunos han sugerido, una decisión práctica para facilitar la comunicación, sino una declaración de intenciones.

Nadie le prohibió usar el euskera, pero su insistencia en emplearlo íntegramente en un foro donde todos compartían el castellano como lengua común tiene un claro objetivo: subrayar una identidad diferenciada. Y esto no pasa desapercibido para muchos ciudadanos que ven cómo los nacionalistas no desaprovechan ninguna ocasión para marcar distancias con el resto de España. 

Así lo entienden muchos españoles y así lo entiende la presidenta de la Comunidad de Madrid, que insiste en que su ausencia y negativa a usar el pinganillo no es un desprecio al euskera, sino una respuesta a lo que percibe como un desafío deliberado al modelo de país de quienes se sienten libres e iguales. La decisión de Ayuso, lejos de ser un capricho, conecta con el sentir de un sector importante de la población que ve en el uso del euskera en este contexto un gesto político más que comunicativo. 

Hace mucho que la política en España se mueve condicionada casi exclusivamente por el lenguaje de los gestos. Por eso hay que tener especial cuidado en no herir al rival con un desplante si no queremos que nos hagan lo mismo a nosotros. El respeto hay que ganárselo.

(Foto de ARCHIVO) El lehendakari del País Vasco, Imanol Pradales, ofrece declaraciones a los medios posterior a la XXVIII Conferencia de Presidentes, en Palau de Pedralbes de Barcelona, a 6 de junio de 2025, en Barcelona, Catalunya (España). Durante la conferencia se abordarán los 16 puntos de la agenda, ampliada tras la inclusión de las demandas de las Comunidades Autónomas, que contemplan entre otros asuntos la reforma de la financiación autonómica, el control de fronteras, la política migratoria, el acceso a la vivienda, la situación energética y la reforma del Poder Judicial. Por primera vez, los presidentes autonómicos pueden intervenir en las lenguas cooficiales de sus territorios con traducción simultánea. Lorena Sopêna / Europa Press 06/6/2025
El lehendakari del País Vasco, Imanol Pradales. Foto: Lorena Sopêna / Europa Press.

Un suponer: cuando Pradales y los anteriores lehendakaris han decidido, por norma, no ir a los actos oficiales del Día de la Hispanidad ni a los de la Constitución, deberán entender que haya quien lo tome como un desprecio en toda regla. Por no hablar de determinados desplantes al Rey o las sonoras pitadas al himno, calificadas por los nacionalistas como actos de “libertad de expresión”. 

Claro que siempre hay una prensa dispuesta a pasar esto por alto (cosas de los indepes) y a indignarse porque Ayuso no se pone un pinganillo, convertido ya en el nuevo símbolo de la diversidad cultural española. Ni el himno ni la bandera: lo que nos une es el pinganillo. 

El uso de las lenguas cooficiales en España es un derecho reconocido, y nadie lo pone en duda

Un dato curioso que no se tiene en cuenta: en el País Vasco votó a favor de la Constitución el 69% de los que acudieron a las urnas, lo que representaba el 30,1% del censo total de entonces. Un porcentaje ligeramente superior al que hay en la actualidad de vascoparlantes. Si defender el euskera es una obligación para el lehendakari, por la misma razón debería estar presente cuando se conmemore la Constitución. Por respeto a la sociedad vasca. 

El uso de las lenguas cooficiales en España es un derecho reconocido, y nadie lo pone en duda. El problema surge cuando el uso del euskera se convierte en una herramienta política para marcar diferencias, para dejar claro, una vez más, que los nacionalistas ni se sienten ni quieren ser españoles.

Y el lehendakari está en su derecho de transmitir ese mensaje, pero debe entender igualmente que el respeto es una vía de doble sentido y que circular por ella es también un derecho que hay que ganarse. 

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