Una bomba lapa en los bajos de RTVE

Se podría decir que la entrada de todos estos “okupas” es lo más parecido a colocar una bomba lapa en los bajos de RTVE

Es difícil entender la triste involución que está experimentando RTVE sin analizar antes el fallido intento del Grupo Prisa por crear un nuevo canal de televisión. Es cierto que todos los gobiernos (también los autonómicos) ejercen el control, más o menos férreo, de sus televisiones públicas, lo que las convierte en medios de dudosa credibilidad e incluso de cuestionable necesidad para una sociedad que ve cómo la sanidad y la educación, por ejemplo, precisan de más recursos.

El caso de RTVE es aún más escandaloso. El Gobierno, lejos de “limitarse” a presionar para tratar de influir en la línea editorial del medio, como han hecho siempre todos los gobiernos, ha favorecido el desembarco de sus aliados mediáticos para utilizar, a todo volumen, la televisión pública como altavoz del “sanchismo”RTVE se ha convertido así, gracias al Gobierno, en un refugio para quienes no lograron convencer al accionista mayoritario de Prisa, Joseph Oughourlian, para que creara un canal de televisión.

En el centro de esta operación está José Miguel Contreras, gurú mediático del Gobierno de Pedro Sánchez, cuya derrota en la pugna por el control de este proyecto ha derivado en una “okupación” masiva de RTVE. Su patada en la puerta ha estado acompañada de contratos millonarios y una estrategia comunicativa que utiliza la televisión pública como correa de transmisión de la Moncloa, comprometiendo así tanto la credibilidad como la función de servicio público del ente.

Se podría decir que la entrada de todos estos “okupas” es lo más parecido a colocar una bomba lapa en los bajos de RTVE. Un artefacto de acción retardada que ya le ha estallado a una de sus “periodistas estrella”, Silvia Intxaurrondo. La presentadora de La Hora de La 1 distingue entre «filtraciones y filtraciones» a la hora de hablar del caso de Leire Díez, la “fontanera” del PSOE, y sugiere sin rubor que las informaciones críticas con el Gobierno son «bulos» orquestados por medios de dudosa credibilidad y con intereses ocultos.

Todo esto alimenta la percepción de que TVE se ha convertido, gracias a estos “fichajes estrella” (más de 500.000 euros por dos temporadas), en un medio al servicio de los bulos que salen de la Moncloa. El último ha sido decir que la UCO preparaba una bomba lapa en los bajos contra Sánchez. Intxaurrondo no ha dudado en hacerse eco de esta “fake” interesada que ha sido desmentida por quienes la lanzaron, reconociendo un error de comprensión. Veremos si la presentadora de TVE admite su metedura de pata o insiste en el error siguiendo instrucciones del Gobierno.

Contreras, director de contenidos de Prisa Media y fundador de La Coproductora, tenía como proyecto un nuevo canal de TDT con programas similares a “La Mañana de La 1” o “Al Rojo Vivo”. Es decir, una plataforma mediática afín al Gobierno de Pedro Sánchez. Sin embargo, el plan chocó con la resistencia de Joseph Oughourlian, presidente de Prisa, quien en un consejo de administración, en febrero de 2025, rechazó la iniciativa, calificándola como inviable en el contexto actual del mercado audiovisual.

Tras este revés, Contreras redirigió sus esfuerzos hacia RTVE. Con el decretazo de José Pablo López como presidente de la Corporación se abrió la puerta a una nueva estrategia: convertir RTVE en el bastión mediático que Prisa no pudo consolidar. Productoras afines, como La Coproductora, Mediapro y La Osa Producciones, han obtenido contratos millonarios para programas que han generado controversia por su bajo rendimiento en audiencias y su alineamiento político. Entre los ejemplos más destacados están: La Revuelta (28 millones), Malas Lenguas (más de 2 millones), La Familia de la Tele (Más de 5 millones).

Y algo similar le pasa a Mañaneros 360, de Javier Ruiz, un presentador cuestionado por el Consejo de Informativos de RTVE por alinear sus análisis con el discurso gubernamental y no cumplir con los principios de neutralidad, pluralismo e independencia que rigen la televisión pública.

Este desembarco, masivo e imparable, ha generado un clima de tensión interna entre muchos periodistas de RTVE y un silencio generalizado por miedo a represalias entre la plantilla, que ve cómo la deriva ideológica de la cadena pone en riesgo su credibilidad y su futuro. Porque está claro que esta utilización descarada del ente no solo compromete su función como servicio público, sino que también hipoteca a sus trabajadores. Como si hubieran colocado una bomba lapa en el futuro de sus puestos.

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