España en 3D : corrupción, poder y alternancia
Se ha escrito, hablado y especulado tanto sobre los supuestos casos de corrupción que asedian al Gobierno, al PSOE y a Pedro Sánchez, que resulta muy difícil para los ciudadanos saber a quién pueden afectar. Pero lo que sí tienen claro es que nunca se llegará a descubrir la verdad de lo sucedido.
La cuestión por la que, una vez más, aflora la corrupción en España con tanta fuerza no es para condenar a los corruptos y establecer mecanismos eficaces para erradicarla, sino para garantizar la alternancia de poder. Ocurrió con Felipe González, con Mariano Rajoy y ahora con Pedro Sánchez.
De este modo, la corrupción se convierte en la cuestión central del debate público y es la señal de que se aproxima un cambio político. La ventaja que se obtiene de este mecanismo es que se llega al poder, no por razones ideológicas, económicas o territoriales – que podrían impulsar una reforma del Estado -, sino por la vía de la corrupción, que implica un menor coste político. De este modo, la democracia deja de sustentarse en las ideas para centrarse en los intereses.
La corrupción política como factor necesario e imprescindible para que se produzca la alternancia de poder – estrategia que hasta ahora ha dominado la política española -, debe ser reemplazada por un retorno a la política; un retorno que permita a quien gobierna, una vez erradicada total o mayoritariamente la corrupción, ejercer su labor sin verse arrastrado por escándalos y sin gritar “sálvese quien pueda”; un retorno que exija al partido que aspira a gobernar a explicar con claridad qué modelo de sociedad defiende, evitando que su principal compromiso político sea, una vez más, “regenerar” la política.
El regreso de la política compromete al Estado a asumir las reformas necesarias para mantener vivas y renovadas las instituciones públicas. Facilita que los debates electorales no se centren en cuestionar si un político es indigno para gobernar, sino en analizar si su programa y proyecto político son válidos para la ciudadanía.
Al perder la corrupción su papel central en la vida pública, emergen nuevas sensibilidades políticas centradas en la defensa de ideas. El regreso a la política permitiría pasar de hablar de moral a hablar de logros concretos y medidas eficaces para mejorar la vida de los ciudadanos.
Los dos grandes partidos, PSOE y PP, si desean preservar el bipartidismo en España, deben impulsar con urgencia medidas anticorrupción que impidan que sea la corrupción, una vez más, la cuestión que determina la alternancia política.