El signo del dólar

En 'La rebelión de Atlas', la obra maestra de Ayn Rand, los denominados derechos sociales son una corrupción de la sociedad libre

Desde 1957, La rebelión de Atlas, de Ayn Rand, pseudónimo de la rusa Alissa Zinóvievna Rosembaum (1905-1982), huida a Estados Unidos después de la Revolución Rusa, viene editándose de forma intermitente. En España –poco conocida y muy discutida en ambientes de derecha e izquierda–, ha aparecido recientemente una nueva versión del libro de Rand (Deusto) que bien merece un comentario.

La rebelión de Atlas es una suerte de distopía en donde se perciben las nefastas consecuencias de una sociedad colectivista y totalitaria –socialista o comunista– que ahoga la economía, la iniciativa privada y el individuo en nombre de una igualdad o igualitarismo ficticios.

Una sociedad colectivista cuestionada por empresarios, científicos y otras clases productivas que se resisten a ser expoliadas y condenadas a una vida más propia de la cabaña lanar. Por ello y para ello, recurren a la huelga. Y el mundo, sin el Atlas productivo que lo sustenta, se derrumba.

Vale decir que los rebeldes –encabezados por el enigmático John Galt– apuestan por el capitalismo liberal como antídoto del colectivismo. John Galt: “El camino queda expedito. Hemos de regresar al mundo”. “Y –concluye Rand– levantando la mano sobre la desolada tierra, trazó [John Galt] en el espacio el signo del dólar”.

El valor y actualidad de La rebelión de Atlas no reside tanto en la vertiente literaria como en la ideológica. En efecto, el trabajo de Rand pone a nuestra disposición los elementos fundamentales del pensamiento liberal.

En esta novela-ensayo, aparecen –en estado práctico– los ingredientes característicos del liberalismo como el Estado mínimo, el mercado, el papel del dinero, la competencia, el esfuerzo, el valor del individuo, el egoísmo racional, la innovación, la desregulación o los bajos impuestos. También, la crítica de la economía socialista. Especial atención merece la consideración de la empresa como creadora de ocupación y desarrollo económico y moral.

Ayn Rand fue una rotunda defensora de los valores de nuestra civilización: la vida, la libertad y la propiedad

Sin empresa, el individuo queda supeditado a un Estado caritativo que obtiene recursos expoliando a un empresario que ya no podrá generar el trabajo y la riqueza que la sociedad necesita para vivir con dignidad. El Estado caritativo devalúa al individuo y lo empobrece convirtiéndole en un ser dependiente con baja autoestima.

Rand ahonda en el tema y lo radicaliza: los denominados derechos sociales –en síntesis: el Estado del bienestar que facilita al individuo todo lo que necesita– son una corrupción de la sociedad libre. Dice: “El hombre debe sustentar su vida con su propio esfuerzo”. El papel del Estado: impartir justicia y proteger al individuo frente al crimen y las invasiones extranjeras. 

Por lo demás, hay que añadir que Ayn Rand fue una rotunda defensora de los valores de nuestra civilización entre los cuales destacó la vida, la libertad y la propiedad. Valores que entendía como derechos.

La suya era una ética individualista fundada en una racionalidad humana –la razón como instrumento del conocimiento: “objetivismo”, decía– que exigía virtudes como el coraje, la independencia, la integridad, la honestidad, la justicia, la productividad y el orgullo.

De Ayn Rand, Milton Friedman dijo que  “popularizó el liberalismo”. A lo que podría añadirse que La rebelión de Atlas continúa siendo un aviso para navegantes.