En la actual economía globalizada, la empresa: innova o muere
El Instituto Nacional de Estadística, con una puntualidad ejemplar, acaba de dar a conocer los resultados definitivos de la Estadística de investigación y desarrollo tecnológico (I D) de España del año 2014. Estos datos son muy importantes porque miden la disponibilidad de medios de un sector absolutamente estratégico para el crecimiento económico.
La generación de conocimiento y la creación de nuevos productos y de nuevos procesos productivos están en la base del aumento del bienestar y del progreso social. El avance de la productividad y de la eficiencia, sin el que no hay crecimiento sostenible, depende crucialmente de las actividades de I D.
España se encuentra entre los países con menor esfuerzo en I D de la Europa Occidental desde que esta estadística se comenzó a elaborar en 1964. Siempre en la cola del pelotón, juntamente con Italia, Portugal y Grecia. ¿Les suena de algo esta asociación? Por si alguien tiene dudas, basta decir que los cuatro países –la Europa Latina, si se quiere– son los que sufren la nueva gran depresión que comenzó a finales de 2007 por más tiempo y con mayor intensidad. Algo tendrá que ver…
Los datos que acabamos de conocer no remedian el problema, sino todo lo contrario. Pese a lo que nos repiten machaconamente nuestros gobernantes sobre una supuesta e invisible recuperación, el gasto interior en I D de España del año 2014 se ha reducido en un 1,5 por ciento con respecto a 2013, en el que ya cayó con relación a 2012 y así sucesivamente.
El detalle de las cuentas de I D permite comprobar que descendió el gasto de los tres sectores de ejecución. Las Administraciones Públicas y las instituciones de Enseñanza Superior, que dependen en su financiación también de los presupuestos del Estado, redujeron la aplicación de recursos en un 1,1 por ciento. Las empresas recortaron el gasto en 1,8 por ciento.
En cambio, en lo que se refiere al personal contratado, las Administraciones Públicas y las instituciones de Enseñanza Superior disminuyeron fuertemente las plantillas, mientras que el sector de las empresas conservó prácticamente sus investigadores y demás personal técnico.
Por comunidades autónomas, las cifras son verdaderamente catastróficas en Extremadura, Cantabria, Asturias y Canarias, donde se han registrado descensos muy pronunciados. También han registrado caídas muy importantes Castilla-La Mancha y la Comunidad de Madrid, así como, en proporción ya mucho menor, el País Vasco.
El caso de Cataluña es también de reducción pero bastante moderada. Concretamente, el gasto en I D ha bajado un 0,8; es decir, menos de la cuarta parte de la fuerte caída de Madrid y menos de la mitad que el País Vasco. En cambio, por una vez, las cifras de la Comunitat Valenciana son francamente positivas. Algo para celebrar.
No hay que ser un lince para darse cuenta que ésta no es manera de promover la salida de la crisis. La fortaleza de las exportaciones no se puede mantener por mucho tiempo si las empresas no son capaces de competir con productos nuevos y mejores o de introducir innovaciones de proceso que permitan producir con costes más bajos. La competencia es hoy absolutamente implacable. Sin innovación no hay futuro. En este mundo globalizado que nos ha caído encima, la empresa o innova o muere. No hay más.
Llevamos seis años consecutivos de descenso del gasto interior en I D en términos reales; es decir, desde 2008. Casi 2.000 millones de euros se han perdido por el camino. Se trata de un fenómeno desconocido en la historia del país. Nunca antes había pasado nada semejante. Más claro agua: un auténtico desastre.