El 155 ha venido para quedarse

El resultado electoral dibuja una Cataluña que se parece del todo a Bélgica, con dos bloques políticos sin porosidad alguna

La victoria de Ciudadanos (Cs) es un bálsamo más psicológico que real. Nunca jamás una partido no nacionalista consiguió una victoria tan incontestable en unas elecciones autonómicas y eso pone de manifiesto que la sociedad catalana está más viva y tiene mayor capacidad de resistencia a las tesis nacionalistas de lo que estos quisieran.

Hasta aquí las buenas noticias de ayer.

El resultado electoral dibuja una Cataluña que, quizás por mimetismo con Carles Puigdemont, se parece del todo a Bélgica. Me explico: dos bloques políticos cada uno con tres partidos y sin porosidad alguna entre bloques.

Al igual que en Bélgica, los flamencos votan a unos partidos y los valones a otros, en Cataluña el nacionalismo ha divido a la sociedad en dos mitades prácticamente iguales que votan a partidos distintos. Es muy triste.

Las ciudades son constitucionalistas, el mundo rural no

Las visiones de Cataluña que surgen de ayer son diversas y siempre divididas. Las ciudades son constitucionalistas, el mundo rural no. Barcelona y Tarragona son constitucionalistas y Lleida y Girona no, y así hasta la división infinita.

En una contienda electoral normal analizaríamos que alianzas de gobierno se pueden formar y con que programa gobernarán. Pero estas no eran unas elecciones cualquiera. Puigdemont ha perdido pero ha derrotado a Oriol Junqueras, con ese bagaje pretenderá ser investido e indultado antes de ser juzgado, tensionará las instituciones y con ellas a la sociedad. No podrá ser presidente porque es un prófugo de la justicia. Ya en la legislatura suspendida por el 155 uso a las instituciones sin tener en cuenta el marco jurídico y parece que insistirá en su forma de actuar.

Paradójicamente que CUP, ERC y Puigdemont puedan formar gobierno lejos de traer estabilidad va a acelerar la fuga de empresas, va a provocar la consolidación de los pasos dados por las compañías para salir de Cataluña y desviará a otros lugares del mundo inversiones que, como la Agencia del Medicamento, un día se plantearon venir a Catalunya.

A los separatistas les interesa plantear un programa inasumible por el estado de derecho y que así el 155 siga vigente

A los separatistas, que suman ahora 70 escaños en el Parlamento, lo que les interesa es plantear un programa inasumible por el estado de derecho y que así el 155 siga vigente en defensa, precisamente, de ese estado de derecho.

No pueden hacer otra cosa que usar sus 70 diputados para seguir tensionando la sociedad y fomentando la ruptura sin atender de forma racional a cuales son sus consecuencias. Se lo exigirá la CUP para apoyar la investidura y les conviene a ellos para intentar engañar a cuantos puedan sobre quienes son los responsables de la crisis económica que se está larvando en Cataluña.

El mantenimiento del 155, que apoyara sin reservas Cs y con la boca pequeña el PSOE si el nuevo tripartito indepe intenta imponer una agenda rupturista traerá consigo inestabilidad social, movilizaciones y pérdida de energías de una sociedad catalana que se desangra secuestrada por una mitad de la misma que está dispuesta a todos los sacrificios que haga falta para conseguir su sueño de la independencia.

Para derrotar electoralmente al independentismo el camino no es ceder frente a él sino confrontar otro proyecto más solvente

Debemos preguntarnos: ¿si fuera posible atender las demandas políticas de los separatistas y liberar presos, permitir el regreso de prófugos o conceder un referéndum pactado debería hacerlo el gobierno de Rajoy?

Tengo clara la respuesta: de ninguna manera.

Hoy tenemos en Cataluña a unos irresponsables al frente de las instituciones que nos llevan a la ruina. Si alguien quiere que en un día el independentismo sea electoralmente derrotado en Catalunya el camino no es ceder frente a él sino confrontar otro proyecto más solvente.

Mientras no haya propuesta de Gobierno, programa y no se convoque un pleno de investidura en el Parlament el 155 seguirá vigente. Que nadie se llame a engaño, que el mismo se retire o no depende de tener un gobierno que haga algo tan simple como gobernar ciñéndose al articulado del Estatuto y la Constitución, tal como hacen nada más y nada menos que todos los gobiernos democráticos del mundo sin excepción alguna.