Las estrategias de ocultación del PP y el independentismo
En los últimos días asistimos a una espiral de iniciativas políticas impulsadas por el independentismo catalán político, no así del civil; y por parte del gobierno español, no así de los españoles; encaminadas emboscarse de su enemigo.
Ocultándose con acciones de propaganda que no desvelen su posición real. A pesar de que la opinión extendida es creer que son actuaciones en la dirección de clarificar sus posiciones y de mostrar su entereza frente al contrario, en realidad lo que accionan son sutiles mecanismos de ocultación basados en buscar la máxima exposición en la plaza pública para despistar al otro.
Paradoja que se explica cuando comprendemos que no hay mejor forma de ocultamiento que la transparencia. Un objeto transparente pierde su contorno, su forma, y te hace observar, no sus límites, sino lo que está tras él.
Los argumentos planteados por ambas posiciones no están destinados a clarificar la coherencia de su proyecto político, sino a ocultar su falta de propuestas nítidas con las que alcanzar una solución.
El filósofo alemán Ernst Jünger, en su ensayo La emboscadura nos advierte que «el ser humano está llegando a una situación en la cual se le exige que él mismo genere unos documentos que están calculados para provocar su propia ruina. Y son a menudo cosas tan irrelevantes las que hoy en día provocan su ruina…».
Podríamos decir que la política también está llegando a este punto, generando acciones que están provocando su ruina, sin advertir el alcance negativo de una política basada en una constante dialéctica de confrontación. Huida de la crisis económica, de la discusión territorial en términos de alcanzar nuevos acuerdos. Huida de la corrupción, de su marco ideológico.
El regreso al bosque del PP y del independentismo para ocultarse y estrechar sus lazos con los suyos implica, sin tal vez ellos advertirlo, no querer someterse a ningún poder, a ninguna ley, al abandonar la ciudad donde se forjan los acuerdos, la civilidad y los compromisos.
Un despliegue de estrategias de huidas al interior del bosque, donde preparar su estrategia para la victoria, sin observar que cada paso en su camino de ocultación los aleja de la solución.
Si bien en la emboscadura, como indica Jünger, el hombre proclama su voluntad de depender de su propia fuerza para afirmarse a ella sola como último refugio para preservar su libertad, este recogimiento a sus creencias como individuo es positiva, pero en las fuerzas políticas es un rasgo de temor a enfrentarse a las consecuencias de unas acciones que nunca han estado en disposición de comprender.