Mejoría económica y Estado del bienestar

Los organismos internacionales, el Gobierno español y los gabinetes de estudios más prestigiosos coinciden en que el crecimiento económico se consolida.

El incremento de la actividad, que podría situarse en torno al 3% este año, se nota y se notará en la creación de empleo: medio millón de puestos de trabajo para el ejercicio.

Los que profundizan en el análisis llegan a la conclusión de que esa mejora se produce sin que apenas cambie el modelo productivo. La economía depende aún en gran medida de la demanda interna, y se basa en los sectores de siempre.

Hay optimismo. En Cataluña, por ejemplo, la hostelería ya genera más ocupación que en 2008, lo que algunos expertos atribuyen a que la mejoría económica llega al bolsillo de los ciudadanos y se manifiesta en forma de consumo.

Sería más lógico pensar que es el turismo –que en muy buena medida viene de fuera– el que tira del consumo hostelero. Pero eso rompería el esquema del círculo virtuoso y nos mostraría una economía problemática, tendenciosamente escorada al monocultivo. En el ciclo anterior fue la construcción y en el que se abre ahora, los servicios turísticos.

Todo apunta que el modelo económico no va a cambiar. Las empresas ya hacen suficiente con volver a los beneficios y el Gobierno tiene tanta prisa en buscar una medalla que lucir en cada contienda electoral que apenas tiene tiempo para embarcarse en proyectos a medio o largo plazo. Hay síntomas de mejoría, pero la cuestión de fondo permanecce inmutable.

Sin embargo, el jovencísimo Estado del bienestar español sí está cambiando, poco a poco, en silencio y de manera profunda.

Algunos datos son significativos en ese sentido. En marzo, la Seguridad Social contaba con 536.512 ocupados más que un año antes, lo que supone un incremento del 3,29%.

Coherente con esa mejora, en el primer trimestre del año se produjo una subida en el número de afiliados del 2,23%, pero la recaudación por sus cotizaciones sociales (desempleo, bajas, jubilación) sólo aumentó el 0,79%. O sea, son empleos con retribuciones y bases de cotización más bajas, tres veces más bajas.

No es de extrañar que, en consecuencia, el saldo de la Seguridad Social sea cada vez menor y camine hacia el déficit. Las obligaciones de pago crecen más que los ingresos. Cuando salten las alarmas, todo serán prisas para aplicar recortes (les llamarán reformas) en las prestaciones. Y ésas sí serán a medio y largo plazo, y llegarán para quedarse, como ha ocurrido con los laborales.