¿Mercado? ¿Estado? ¿Por qué no más sociedad civil?

La Gran Crisis ha puesto sobe la mesa de operaciones el funcionamiento de nuestra estructura socio-económica. Parece que nada será igual a como era antes de la crisis. Que el orden(?) que teóricamente regía nuestras relaciones económicas ya no podrá sobrevivir. Tiene demasiada contestación y cuenta con demasiados agraviados. Veámoslo con un poco de perspectiva.

El naciente capitalismo «salvaje» de principios del siglo XX, el de la revolución mecánica sin control, desembocó en las dos guerras mundiales (por decirlo de una manera rápida y sin matizaciones). Para comprender este periodo es de lectura obligatoria el Premio Pulitzer 2010 Los señores de las finanzas de Liaquat Ahmed, Deusto, que cuenta cómo los responsables de los Bancos Centrales de Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia y Alemania, fundamentalmente por motivos nacionalistas, abocaron al mundo al desastre.

Después de la II Guerra Mundial surgió un nuevo orden, una nueva relación de fuerzas entre la esfera del Estado y del Mercado. Es la nueva era de la social-democracia, que ha impregnado nuestra manera de ver y entender el mundo, hasta ahora. El mercado era libre pero el Estado cuidaba de sus ciudadanos contra la injusticia -los derechos civiles- y contra la pobreza y la desigualdad. Y evitaba las grandes crisis.

En Estados Unidos, también. El legado de Kennedy, Johnson, Clinton y esperemos que también Obama, ha dejado huellas permanentes de avances sociales y económicos. Es verdad que a partir de los años 80´s la revolución liberal-consevadora (también existe una filosofía liberal-progresista) ha tomado el protagonismo con Reagan y Thatcher, para marcar una nueva manera de organizarse socialmente y que ha penetrado en casi todos los países en menor o mayor grado. Ha vuelto a «liberar» las fuerzas del mercado dándole protagonismo frente al Estado.

Y de aquellos polvos a estos lodos. La revolución conservadora nos lleva a la Gran Crisis de 2008 cuyos efectos estamos padeciendo. Es un relato esquemático, necesitado de muchos matices es cierto, pero este artículo no es una clase de historia. Lo que pretendo decir es que después de esta crisis se abre un nuevo escenario que será sustancialmente distinto al que hemos vivido y soportado hasta ahora. El desastre que ha provocado esta ideología es de tal envergadura que dudo que los ciudadanos olviden fácilmente a dónde nos ha conducido la hegemonía, sin contrapoderes, liberal-conservadora.

La Crisis ha puesto de manifiesto que no hay que fiarse de que el Mercado proporcione estabilidad y bienestar. Ahora ni lo uno ni lo otro. La versión más dura del Mercado, y sus defensores a ultranza, se ha desacreditado. Su preeminencia como la fórmula que mejor y más abundante riqueza crea y distribuye se ha demostrado falsa.

Desde el otro actor, ¿el Estado es, en su función actual, capaz de satisfacer las expectativas de toda la gente decepcionada? El Estado sufre, a mi entender, dos graves crisis. Una es material, la crisis económica se ha convertido en crisis fiscal y presupuestaria lo que ha debilitado al Estado para jugar un rol relevante frente al Mercado. La otra crisis es más de credibilidad, asociada a la pujanza ideológica que durante los últimos 50 años ha ejercido la doctrina liberal del Estado mínimo. Y la regulación -que viene a representar la nueva mano invisible-no funciona eficazmente. ¿Entonces qué hacemos?

Un centro de opinión e influencia respetado como es el Círculo de Economía se propone reflexionar, en esta nueva etapa, entre otros temas, sobre el papel de la «sociedad civil», aquellas capas sociales que quieren participar en el debate social. Y quieren influir, a su manera, con otros instrumentos, pero no suplantar a los partidos políticos.

¿Por qué no la sociedad civil no puede ser el aceite que intente engrasar la relación, siempre conflictiva, entre el dinamismo del Mercado y la protección que los ciudadanos piden al Estado, a cuenta de los impuestos que pagan? Es cierto que con este nuevo ingrediente la relación a tres puede ser en teoría mas difícil de conjugar. O también podríamos preguntarnos si el Estado no debería representar, teóricamente, a la sociedad en su conjunto y estar menos mediatizada por el Mercado.

En definitiva, la sociedad deberá reflexionar cómo se vuelve a equilibrar el conflicto social hasta ahora decantado a favor del mercado. Cómo volvemos a que los ciudadanos recuperen la confianza en lo que ha representado el Estado como institución que atenúa y encauza los conflictos. Y como se da más protagonismo a las entidades intermedias representantes de distintas sensibilidades de la sociedad civil. Trabajo duro pero fundamental.