Pedro el (no tan) breve
La incompetente deriva del PSOE desde Almunia hasta Rubalcaba, estacionando en Zapatero, explica el runrún que acompañó a Pedro Sánchez desde su nacimiento como hombre medicina, por emplear la jerga sioux. Básicamente, se le adjudicaban las mismas debilidades estructurales que a ZP: sonrisa seductora (ojos de Caribe, en el caso del antecesor) y ausencia interior.
Pero PS, hay que recordarlo, recogía las cenizas del poco prestigio que Alfredo quemó en una hoguera de ambigüedades, las mismas que han acompañado casi siempre al socialismo desde que la dupla González-Guerra se diluyera en sus excesos. Esas hojas retorcidas, ennegrecidas y elevadas al cielo oscuro por el fuego del ex ministro, eran un himno funerario que las bestias ya aullaban desde el bosque.
Pedro iba a ser El Breve, el tocón mimetizado con la horma de su cabeza, las encuestas confirmando sentencias, y entonces los vientos viraron, la escena se congeló y los traidores quedaron en evidencia.
A Susana Díaz, presidenta andalusí, no le ha importando ser oficialmente la primera de ese grupo de enemigos, ni ejercer incluso hoy como tal. Susana, enmierdada hasta las trancas con corruptelas de producción propia (caso Aznalcóllar, la promesa de un tiempo mejor), se ha regalado el papel de estadista máxima, invirtiendo la pirámide jerárquica para que una dirigente regional parezca más que el secretario general del partido que la cobija.
Como las hilanderas de Velázquez, pero sin una pizca de luminosidad, la señora elabora un laborioso relato de desprecios a los que El no tan breve responde con geometrías variables, ora indiferentemente risueño, ora calculadamente gélido, en el bien entendido de que la sucursal andaluza del PSOE, feliz en su piel de Juez Dredd, hace en verdad el más soberano ridículo.
Y no sólo por su escasísima autoridad moral y electoral, sino sobre todo porque se sitúa en las Antípodas del lema de Google. ¿Contratar siempre a personas mejores que tú? No, amigos. Perpetuar la mediocrecracia, sonreírle a la cámara y proclamar, como Aznar pero con deje menos texano que trianero: ‘Estamos trabajando en ello’.
Pensar no como siervo sino como propietario es lo que ha llevado a Sánchez a limar sus ocurrencias de principiante y minimizar el zumbido cojonero que viene del sur. Los ministros en la sombra son más un ejercicio de ilusión y ensayo, que un ridículo brindis al sol y otros dioses paganos.
La bandera XXL anticipa un pulso contra los complejos de la última década, reverso de los tótems del PP y síntesis de una apropiación indebida. Los amantes sobre el tablado, amarrados bajo el foco y voraces de telegenia, rearman el american way of politics como fórmula campeona.
El candidato PS hasta se estudia la lección y baja al lodazal de los encontronazos estadísticos y filosóficos, donde Rajoy cree perdonarle la vida cada vez, embebido de la consistencia discursiva del Marca, su diario de cabecera.
Son esas batallas de rango mayor (sin que mayor signifique en España nada más allá de la constatación de una modesta superioridad cualitativa) las que desinflan las suspicacias deshilachadas de la diva, su exótica oposición al jefe (ahora sí) supremo y ese anhelo cleopátrico de baños en leche de burra y atardeceres de amable conspiración en La Moncloa.
*Fede Durán, periodista y escritor