Periodismo de causa
«La ética debe acompañar siempre al periodismo, como el zumbido al moscardón»
Gabriel García Márquez
Mi admirado Josep Cuní, uno de los profesionales de la comunicación con más prestigio de España, me recuerda a menudo que hay que abandonar el periodismo «de causa» (no confundir con el periodismo «con causa») para recuperar «la causa del periodismo».
Siempre que llegan las campañas electorales, los periodistas de los medios públicos se quejan de las normas rígidas a las que son sometidos por las Juntas Electorales para repartir, de forma proporcional a su representación, los tiempos que dedican a cada partido. Es una queja parcialmente justificada, ya que el único criterio que fija es el de contabilizar los tiempos, en el caso de las radios y televisiones públicas (por suerte no existe prensa escrita de titularidad pública) y se olvida de los criterios informativos y de interés para la audiencia.
Pero, como la democracia, me sigue pareciendo el menos negativo de los métodos, o al menos nadie ha inventado nada mejor, y los partidos políticos (sobre cuya responsabilidad, a través de las respectivas cámaras legislativas, recae el control de dichos medios públicos) nunca han querido cambiarlo. De hecho, en campaña, son los mismos partidos los que facilitan las imágenes que emiten los informativos, los que seleccionan los cortes que se van a lanzar cada día según la estrategia definida previamente por los directores de esa campaña. Pero mi reflexión va más allá de los 15 días que dura la campaña.
El proceso soberanista en Catalunya, entre otras muchas consecuencias, creo que ha puesto en crisis la imparcialidad de los medios públicos, tanto los de aquí como los de ámbito estatal. Y no me refiero a la pluralidad de las tertulias, donde hay un desequilibrio general entre los partidarios o detractores de la independencia, según el medio público sea de ámbito catalán o estatal.
Es cierto que en general, hay muy pocos tertulianos independentistas en RTVE (como supongo que ocurre en el resto de televisiones autonómicas), y en cambio casi siempre hay algún representante del denominado «unionismo» en TV3 y Catalunya Ràdio. Pero no me refiero a las cuotas y proporciones de tertulianos, sino a los periodistas que ejercen su trabajo en esos medios. Por poner un ejemplo, la excelente Mónica Terribas, al frente del matinal de Catalunya Ràdio, practica sin rubor ese «periodismo de causa» en sus editoriales matinales, en las entrevistas que realiza y en general en la línea habitual de sus colaboradores: la firme defensa del proceso hacia la independencia tal como está planteado en la actualidad. Me pregunto si eso responde a la pluralidad de un medio público como Catalunya Radio, y algo parecido ocurre en TV3. La tendencia a opinar y defender posiciones políticas concretas desde los micrófonos de los medios que nos representan a todos, por parte de los periodistas que dirigen los programas de mayor audiencia, es algo que ocurre desde hace años, y no lo escribo en demérito de su capacidad profesional.
Ya lo hizo en su día Antoni Bassas, o Manuel Fuentes, y nadie puede dudar de su categoría y su prestigio. Y quizá ellos defenderán ese derecho dentro de la libertad a ejercer su profesión sin ningún tipo de control o presión. Pero tengo una cierta experiencia en los medios públicos estatales y ese mismo comportamiento es poco habitual en Radio Nacional o TVE, por ejemplo. Por descontado que hay muchas otras formas de condicionar la información sin necesidad de expresar claramente las opiniones personales (desde la selección de la agenda de temas que aparecen o no en los medios, hasta la forma de orientar una entrevista, o muchas otras estrategias para manipular la información).
Pero siempre que escucho determinadas arengas matinales desde los medios públicos me pregunto en nombre de quien están hablando: ¿en nombre propio o de una parte de la audiencia? ¿Y qué pasa con el resto? ¿Es suficiente con cubrir la cuota de representación de cada opción política en una tertulia para compensar las dosis de opinión que vierten los periodistas de los medios públicos catalanes dentro de los espacios informativos? ¿No habremos abandonado definitivamente la causa del periodismo para lanzarnos de manera definitiva al periodismo de causa? Caso distinto son los medios privados, que responden a la línea editorial de sus propietarios, y los consumidores deberían conocerla y elegir o no a cada uno de ellos en función de sus gustos y criterios. Pero de eso, de las agresivas entrevistas de Ana Pastor, o de la falta de pluralidad absoluta de los programas de Antonio Jiménez (el del «Gato al agua», ahora en 13TV), por poner dos ejemplos muy diferentes, ya hablaremos en otra ocasión…