¿Pestaña y Lerroux en el mismo saco?
El arte de vivir reclama tomar distancias sobre lo que se dice y lo que se calla. Hay que ajustar perspectivas. Pasan las generaciones, transcurren los años y los prejuicios perduran y se reproducen. Leo una antología del historiador Ferran Soldevila i Zubiburu (1894-1971) Per un poble normal (RBA), y me encuentro con esta frase: «El problema de la concòrdia entre Catalunya i Castella serà sempre actual per la senzilla raó que difícilment deixarà mai de ser un problema«. ¿Por qué?
Quizá podamos encontrar alguna claridad sobre sus ideas con otra cosa que escribió en 1930. Hablando de Lerroux señalaba que «se nos presenta en toda su plasticidad el problema del caudillaje obrero en Cataluña«. Y se refería al anarcosindicalismo como una gran fuerza obrera ‘ajena’, lo veía como un espejismo y calificaba de aberración su apoliticismo obrero.
Asimismo aludía al caudillaje de Ángel Pestaña, a quien comparaba con el emperador del Paralelo: «tan diferentes en personalidad y en intenciones, no era catalán: cuestión de máxima importancia y de un significado impresionante. Mientras el obrerismo catalán, a diferencia de todas las restantes fuerzas de Cataluña, vaya a buscar fuera dirigentes y se inspire en sus concepciones, podemos asegurar, por mucha fuerza que tenga, que no ha llegado a mayor de edad«.
Como comprenderán no hay nada que decir ante semejante contundencia, una rigidez altanera que topa con la realidad. No perderé el tiempo hablando de xenofobia, pero sí de las malas artes de los señores de la tierra. El órdago secesionista atenta contra la ciudadanía catalana, su pluralidad, su normalidad y su hecho diferencial que es el bilingüismo. Es evidente que con estas graves mixtificaciones no podemos entendernos de ninguna manera. Habrá que insistir en el viejo y eterno lema de ‘la tierra para quien la trabaja’ y luego hablaremos de la ‘mayoría de edad’. Esta es la cuestión.
Demos paso ahora al historiador Carlos Martínez Shaw. En 1967, con 22 años de edad, llegó a Barcelona como profesor universitario. Al poco ingresó en el PSUC, donde militó hasta 1994, año en que regresó a Sevilla. Llegó a ser vicerrector de la Universidad de Barcelona, y su afecto antiguo a Josep Fontana no es óbice para que ahora lo descalifique porque, «conociendo como conoce su historia (de Cataluña), manipule deliberadamente determinados datos para que se ajuste a la visión general que ha construido».
Así se manifiesta en una entrevista a la revista Andalucía en la Historia, en su número de primavera de este año. Declara que todos los nacionalismos, incluido el español, se construyen sobre mitos, muy difíciles de evitar: «He dado cien conferencias en las que he leído los documentos originales que demuestran lo contrario y, sin embargo, el mito sigue vivo». Recalca que Cataluña siempre pudo comerciar con América y que desde el primer momento hubo un buen número de catalanes comerciando con las Indias. «Incluso eran dueños de muchos barcos, cruzaban el Atlántico e invertían en las plantaciones de caña de azúcar de Cuba y en las minas de plata de México».
Esto fue así hasta que abandonaron por cuestiones económicas y técnicas; por razones varias, como la presión del lobby sevillano o la necesidad de fletar grandes convoyes: «las fortunas medianas que aportaban los catalanes no tuvieron cabida en este sistema de flotas y galeones, por eso desaparecen en los años 70 (del siglo XVI)».
Martínez Shaw afirma que en lo político siempre prefirió leer a Marx y a Gramsci que a Prat de la Riba o a Rovira i Virgili. Y que en lo histórico, sus preferencias son marxistas como Thompson, Hobsbawm o Anderson. Siguiendo a Soldevila, podríamos preguntarnos si también será esto falta de mayoría de edad. Ni autores catalanes, ni andaluces, ni españoles: marxistas. Sí, el problema de la sensatez será siempre actual. Los tiros van por aquí, pero en Podemos (Iglesias y Errejón a la cabeza) no se enteran, ni se quieren enterar. Siguieron el viejo reclamo de Soldevila. Centrados en el falso derecho a decidir, sus representantes en Cataluña se pasaron la campaña electoral olvidándose de la casta oligárquica catalana. Así les ha ido.