Pujol presenta al ‘corrupto y corruptor’ general Franco

Pujol basó su relato político en una lección de moralidad y compromiso y eso le reprochaba a Franco, pero ha acabado, por lo menos, avalando la corrupción

La sociedad catalana deberá interiorizar lo que ha ocurrido desde 1980, con todas las luces y sombras necesarias. Ya no se puede defender el mismo relato que hace sólo unos diez años. Y eso provoca una gran desazón. Una de las características de la sociedad catalana, o, mejor dicho, del catalanismo en su conjunto, era que defendía una cierta superioridad moral. Las cosas se hacían mejor en Cataluña, con más calidad, con mayor atención, producto de ese movimiento tan extraordinario que fue el Noucentisme.

Jordi Pujol basó gran parte de su relato moral y patriótico en los principios del Noucentisme, para poner en pie una sociedad más responsable, más ordenada, más consciente de ella misma, con una mirada limpia, honesta, con los ojos en los grandes países europeos. ¿Pero, qué ha sucedido?

Todo eso es lo que ha desterrado Pujol con la actuación de su familia, sin que él –si seguimos esa versión– hiciera nada por impedirlo. Tiene a su hijo mayor en la prisión, y el giro en la investigación judicial le podría afectar a él directamente y a su mujer. Pase lo que pase, el mal ya está hecho. Y no sólo el gran perjudicado es el mismo Pujol, sino todos aquellos –y son cientos de miles de personas– que creyeron en su figura y en su proyecto político.

Pujol destaca de Franco que buscó un país ‘podrido’, fácil de dominar

Lo que se dirime en Cataluña es una catarsis, una lectura diferente a partir de lo que podía haber sido y no fue. De los sueños de Josep Tarradellas, –se cumplen 40 años de su Ja sóc aquí– y de toda una generación que luchó por las libertades políticas y nacionales, a una realidad dura, fea, pestilente, porque resulta que desde posiciones de poder se robaba, se pedían comisiones, se conseguía una sociedad silenciada, con prácticas corruptas y corruptoras, para nada mejor, aunque tampoco peor, que el conjunto de la sociedad española.

Jordi Pujol publicó tres libros de memorias, con la colaboración del periodista y escritor Manuel Cuyàs. El primero es realmente interesante, Memòries (1930-1980), editado por Proa. Su reelectura ahora es muy ilustrativa. Su primera edición fue en noviembre de 2007. Casi diez años después, leer algunos fragmentos con el conocimiento de lo que ha sucedido causa perplejidad.

Cataluña deberá afrontar una reelectura de su pasado reciente y ver qué país ha quedado

Pujol fue torturado por la policía franquista. Ingresó en prisión, a diferencia de muchos defensores de última hora de las libertades democráticas. La causa fue un texto, Us presentem el general Franco. Se trata de ‘els fets de Palau’, cuando se organizó una protesta contra la dictadura en el Palau de la Música aprovechando la visita de Franco a Barcelona. Aquel escrito, de puño y letra de Pujol, destacaba “la falta de libertad”, y de forma clara y rotunda. Pero en sus memorias, Pujol, además de incidir en ello, destaca principalmente que la protesta iba encaminada a desenmascarar al “corruptor” Franco:

“No hablo mucho de Cataluña, sino que busco complicidades más generales con una apelación a la moralidad política y pública: ‘La falta de libertad es absoluta –se dice en el texto–.Y sólo es atenuada por el estado de corrupción en el que vivimos. El general Franco, el hombre que pronto vendrá a Barcelona, ha escogido como instrumento de gobierno la corrupción. Ha favorecido la corrupción. Sabe que un país podrido es fácil de dominar, que un hombre comprometido por hechos de corrupción económica o administrativa es un hombre comprometido. Por eso el Régimen ha fomentado la inmoralidad de la vida pública y económica. Como se hace entre ciertas profesiones indignas, el Régimen procura que todo el mundo esté enfangado, todo el mundo comprometido. El hombre que pronto vendrá a Barcelona, al margen de ser un opresor, es un corruptor”.

Las palabras de Pujol resuenan ahora: Franco fomentó la inmoralidad de la vida pública y económica

Esas palabras, ahora, cobran un gran significado.

En otro pasaje, Pujol se refiere a sus hijos. Cree, en 2007, que todo ha salido bien. “El cálculo de probabilidades diría que, con tanta descendencia –siete hijos– era candidato a tener más problemas de los que he tenido. Se puede decir que los hijos han salido bien. Todos son nacionalistas y trabajadores. No todos son practicantes. Son creyentes, pero no como lo éramos su madre y yo”.

Las reelecturas siempre son interesantes. Y Cataluña deberá, como sociedad, afrontar una reelectura de su pasado, desde el inicio de la transición hasta ahora, y ver qué país ha quedado.