Qué se juega cada partido el 27S

Estas son unas elecciones particulares, como lo fueron las de 2012, o las generales de 2011, o incluso las últimas municipales. Parece como si estuviéramos instalados en la excepcionalidad permanente, posiblemente porque estamos en un periodo de transición entre un modelo de voto y otro, un periodo que se alarga y no tiene pinta de estabilizarse a corto plazo.

En cualquier caso, la novedad y la incertidumbre no evitan que se puedan dibujar los elementos básicos del escenario electoral, como pasa en cualquier otra elección.

Junts pel sí roza el éxito

Han conseguido ser el centro alrededor del que gravita toda la campaña. Para unos son el enemigo a batir, mientras que otros intentan arañarles votos.

Ahora bien, pese al uso (y abuso) de los medios de comunicación públicos, no han conseguido asegurarse la mayoría absoluta y están a expensas de la desmovilización del «bloque silencioso», aquel espacio cogido entre las baterías de los proSí y los proNo.

Precisamente porque entienden que este bloque del medio es clave, los estrategas de Junts pel Si han marcado una línea de campaña clara y evidente: «O nosotros o el PP», emulando el socialista «Felipe o Aznar» de 1996. El mensaje es que quien no vote por el sí, estará ayudando a reelegir a Rajoy y será responsable de todas las plagas que caigan encima de los catalanes del 28S en adelante. En esto, Rajoy ayudará, porque también saca réditos de la polarización.

Internamente, la apuesta de la candidatura conjunta ha permitido a CDC conjurar el fantasma de 2012 integrando (y silenciando) a su principal rival. El interrogante es qué futuro puede tener el grupo parlamentario que salga de estas elecciones, sobre todo en caso de que la mayoría dependa de la CUP (rival directo de los republicanos) o incluso en el caso, más complicado, que el bloque independentista no logre la mayoría absoluta.

El PP, preparando las generales

Los de Rajoy saben que sus posibilidades en las catalanas son escasas, no obstante pueden usarlas para definir el escenario propicio para las generales de diciembre.

Los populares juegan en dos escenarios. Si los independentistas ganan por mayoría absoluta harán sonar los tambores de guerra desde la misma noche del 27. Si finalmente los independentistas no ganan por mayoría absoluta, Rajoy reclamará la derrota. En los dos casos, el objetivo es arrinconar al PSOE utilizando el «problema catalán» y erigiéndose en la única opción que defiende la unidad de España. En la diana del PP estaría el voto de los dos millones y medio de indecisos, según datos del CIS.

C’s, el trampolín catalán

C’s, igual que el PP, utilizará las elecciones para situarse en una buena posición de cara a las generales. Arrimadas hará el trabajo para Rivera. C’s necesita convertirse en el antagonista del independentismo si quiere hacer un buen papel a las elecciones previstas por diciembre.

Pero su situación es completamente diferente en uno y otro escenario. Mientras que en Cataluña mantienen la atracción de una parte muy importante del voto popular (cerca del 40%, según Gesop), en España los de Rivera parecen haberse deshinchado. Según el último CIS, el PP habría recuperado cerca de seiscientos mil votantes que C’s le habría robado en primavera. Las opciones a las generales pasan inevitablemente por quedar segundo en Cataluña y dejar al PP a una gran distancia.

Cataluña sí que es pot, pero parece que no

La fórmula tenía como objetivos erigirse en la opción mayoritaria de la izquierda y ser el segundo partido del nuevo parlamento. Parece que el segundo objetivo se les escapa, y el primero lo logran justito (las últimas encuestas los dan prácticamente empatados con el PSC).

El liderazgo de Cataluña sí que es pot se ha mostrado muy flojo. Rabell no es Colau, ni tampoco Pablo Iglesias. Además, estas elecciones coinciden con la bajada de Podemos a nivel estatal. Y es posible que la polarización entre independentistas y anti independentistes les pase factura (incluso internamente).

Aun así, siguen situados en una posición privilegiada, muy cerca del grueso de indecisos, que podrían acabar movilizándose.

El PSC, aguantar es ganar

Su única opción parece ser enlazar estas elecciones con las generales, aprovechando la posible tirada de Sánchez entre el votante socialista duro e intentando hacerse un hueco en la pugna que diseña el PP. Operación complicada, pero el objetivo es tan modesto que pueden aparecer como ganadores la noche del 27 aunque consigan sólo los catorce escaños que le auguran los sondeos.

La suerte de los socialistas es la debilidad de sus principales competidores (Catalunya sí que es pot), que les da una cierta esperanza de mantener su reducido espacio.

La CUP en equilibrio precario

La posición de la CUP parecía cómoda cuando ERC pactó la candidatura conjunta con CDC, puesto que el movimiento aparentemente le abría un espacio a la izquierda de los republicanos. Los datos, no obstante, parecen mostrar un movimiento en sentido contrario: crece la cesión de votos de la CUP a Junts pel Sí.

Durante la campaña, la CUP intentará no ser absorbida por Junts pel Sí, manteniendo una posición a medio camino entre el distanciamiento y la colaboración, de forma que puedan sacar provecho de la competencia con Cataluña sí que es pot, sin incitar a la fuga en la frontera de Junts pel Sí.

Una papeleta complicada, y más cuando se hace evidente que Antonio Baños no es David Fernàndez.

Unió, un debutante de cuarenta años

Es una de las incógnitas de los comicios. Su intención es recoger todo el voto de CiU no independentista, pero se desconoce la magnitud. Contará posiblemente con un apoyo importante en algunos medios (mucho más importante que su magnitud en voto), pero está por ver si puede hacerse un lugar suficientemente ancho como para garantizarse la presencia en el nuevo parlamento. Paradójicamente, puede acabar siendo clave para el resultado final y, si entra en el parlamento, para la confección de mayorías.