Rociada de chollos en las grandes empresas
Las empresas que cotizan en bolsa han publicado ya, casi por entero, las remuneraciones de sus órganos de gobierno en 2014. De ellas se desprende, un año más, que con harta frecuencia los máximos ejecutivos siguen arramblando impertérritos unos estipendios exorbitantes. El importe de las gabelas se sitúa a años luz de la nómina de la inmensa mayoría de los ciudadanos. Además, experimenta ocasionales incrementos sólo explicables por la codicia insaciable de sus perceptores.
Ahí van unos cuantos botones de muestra. Comienzo con la todopoderosa Telefónica. Su plana mayor se llevó el año pasado al zurrón la friolera de 28,4 millones, con una espectacular alza del 21%. Nadie en la casa se ha tomado la molestia de justificar semejante desmesura.
Cesáreo Alierta, el astuto aragonés que maneja los hilos del conglomerado desde hace un montón de años, se aumentó la soldada un 13%, hasta los 7,7 millones. El consejero delegado José María Álvarez-Pallete «sólo» se la subió un 10%, hasta seis millones. Y Eva Castillo, presidenta de Telefónica Europa, batió la marca en este festival de mamandurrias recrecidas. Su gratificación se dobló, literalmente, hasta los 6,1 millones.
Continúo con otra entidad del ramo, la telefónica Jazztel, radicada en Alcobendas. Su consejero delegado, José Miguel García Fernández ingresó 459.000 euros en concepto de sueldo fijo. Pero debía saberle a poco. Así que ejecutó un par de planes de opciones sobre acciones, al estilo del visionario Juan Villalonga cuando mangoneaba los destinos de Telefónica. Para resumir, la recompensa de García se multiplicó por 12 y alcanzó, entre pitos y flautas, la friolera de 14,5 millones.
Tampoco es floja la ascensión retributiva registrada en la compañía certificadora Applus, de Cerdanyola del Vallès, titular de una serie de estaciones de ITV. En este caso, el origen de los momios no radica exactamente en las famosas opciones, sino en un plan titulado «incentivo económico en efectivo» que surte efectos similares. Gracias a ese plan, la paga del consejero delegado Fernando Basabe se disparó nada menos que hasta 10,93 millones. Aun así, Applus logró un beneficio neto de 23,8 millones, merced a las altísimas tarifas de las concesionarias de la ITV vigentes en Cataluña.
Algo parecido, aunque por cuantías mucho menores, ocurre en la aceitera Deoleo, de Córdoba, titular de las marcas Carbonell y Koipe. La bicoca de su primer ejecutivo Jaime Carbó, se dobló con creces, de 1,1 a 2,4 millones. Contribuyó al engorde un bonus de 1,5 millones recibido por un curioso motivo: festejar que el fondo CVC haya devenido principal accionista de la firma con un 48% del capital.
Finiquitos de infarto
Otro ejemplo de honorarios suculentos lo proporciona la ingeniería sevillana Abengoa. Los 15 miembros de su consejo de administración percibieron 15,83 millones de euros. La parte del león fue para Felipe Benjumea, presidente, y Manuel Sánchez, consejero delegado, con 4,48 millones cada uno. A uno de los vocales, Josep Borrell, ex secretario de Estado de Hacienda, ex ministro de Obras Públicas y ex presidente del Parlamento Europeo, le llovieron 300.000 euros.
Pasamos a la eléctrica madrileña Endesa, con posición dominante en Cataluña, como heredera de los negocios de Enher, Fecsa e Hidruña. El jerarca Borja Prado obtuvo 2,6 millones. El vocal Miquel Roca Junyent, perejil de todas las salsas, 245.000 euros. Tampoco es moco de pavo ni grano de anís el finiquito de 11 millones satisfecho al italiano Andrea Brentan, que cesó de consejero delegado el otoño pasado. Además, cobró 1,3 millones por su trabajo durante diez meses.
Le toca el turno a Banc Sabadell. Sus 15 consejeros devengaron 11 millones de euros, el 1,2% más. Las mayores partidas corresponden al presidente Josép Oliu y al consejero delegado Jaume Guardiola, con 3,8 y 3,7 millones respectivamente. Además, acumulan 5,3 y 13,6 millones en sus fondos de pensiones. Para concluir, en la constructora ACS, la canonjía del mandamás Florentino Pérez se mantuvo en 5,9 millones, entre sueldo y plan de pensiones. Y la de Roca, vocal, en 97.000 euros.
En resumen, los estados mayores de las empresas cotizadas viven a cuerpo de rey. A costa, claro está, de los inermes accionistas, paganos forzosos de estos espectáculos poco edificantes.