El caso Meg Ryan: ¿peor el remedio que la enfermedad?

La actriz de 53 años ha acudido a la semana de la alta costura de París con un nuevo rostro 

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Meg Ryan, que era monísima de joven, ha querido encontrar en el quirófano el elixir de la eterna juventud. Pero lo único que ha conseguido es hacerse un estropicio.

Ryan, que sólo tiene 53 años, se ha sometido a un estiramiento de piel e inyecciones de botox que han acabado con esa cara de niña buena que enamoró a tantos hombres, empezando por Harry, en los años 80.

La actriz se ha presentado en la semana de la alta costura de París con su nuevo rostro y se ha convertido en la comidilla de las redes sociales.

Su terso rostro es ahora una extraña mueca que envidiaría el mismísimo joker. Ryan ocupará estos días de nuevo las portadas, pero muy a su pesar, como ya le ocurrió a Renée Zellweger cuando pasó por el cirujano para cambiarse la cara (literalmente). 

Economía Digital

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