Las trampas del fullero Puigdemont en el esperpento del Parlament

El Parlament vivió ayer otro simulacro de democracia con Puigdemont dando bandazos para proclamar y suspender la independencia de Cataluña

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Sólo ha quedado una cosa clara en la comparecencia de Carles Puigdemont en el Parlament de Cataluña. Lo demás son todo interrogantes sin resolver. No cumple ni respeta ninguna legalidad, ni la Constitución ni el Estatuto ni sus propias leyes de referéndum ni de transitoriedad. Por traicionar ha dejado en la estacada hasta a los suyos. El procés sufrió ayer un revés del que no le será fácil recuperarse.

Acobardado por las previsibles consecuencias de una declaración formal, explícita y concreta, ni siquiera ha tenido el coraje de aplazarla. Hace como que la proclama para declararla en suspenso. Y pretende una negociación sobre un supuesto etéreo, en donde pretenderá aplicar, si le conviene, que la república catalana está proclamada, y si no todo lo contrario. Los tramposos siempre ganan.

Un comportamiento de un fullero profesional de la democracia en la que las reglas no existen. ¿Puede alguien fiarse de Puigdemont? ¿Puede ser interlocutor para algún tipo de negociación con un personaje de estas características? ¿Podrá vender en Europa lo ocurrido ayer en el Parlament como algo que soporte la mínima prueba de laboratorio de cordura democrática y de fiabilidad?

Los 72 diputados separatistas han hecho un corralito al margen del pleno para promulgar la independencia de una forma inequívoca 

La demostración del carácter estafador de los comportamientos de los líderes golpistas radica en el hecho de que no se haya votado ni aprobado ninguna resolución. Como subterfugio, los diputados afines han firmado un documento en el que sí se explicita la declaración de independencia.

Los 72 diputados separatistas han hecho un corralito al margen del pleno para promulgar la independencia de una forma inequívoca que no se han atrevido a hacer en sede parlamentaria.

Han firmado un documento de valor impreciso e indeterminado para proclamar la República Catalana, con el pretencioso enunciado de Declaración de los Representantes de Catalunya (¿no son también legítimos representantes sus colegas que no lo han firmado?). La capacidad de utilizar subterfugios para no someterse a ninguna ley, ningún reglamento y ninguna norma, no tiene límites.

Un comodín que se saca de la manga Puigdemont para usarlo si le conviene y cuando le convenga. Sin valor ni siquiera en su legalidad impostada e incumplida, pero para engañar a la otra parte que ha traicionado. Para tratar de confundir a la opinión pública internacional con una pretendida voluntad de diálogo que no puede ser tomada en consideración.

 Quien no se levante de esa mesa trucada, se merece que le engañen y le vacíen la cartera. No con mi dinero, tampoco con mi país

Quienes creyeron en sus promesas, ayer incumplidas, se sienten claramente traicionados. Y el remedo de tramitación extraparlamentaria de un documento en una sala del propio parlamento, es un intento de apaciguar la rebelión de quienes se creyeron los cantos de sirena de una independencia sin problemas.

No soy jugador. Pero lo último que haría sería sentarme a una mesa de juego apostando mi dinero o mi prestigio con un tahúr que saca las cartas de la manga y engaña a los apostadores una y otra vez. Quien no se levante de esa mesa trucada, se merece que le engañen y le vacíen la bolsa y la cartera. No con mi dinero, tampoco con mi país.

No hay separación de poderes en el universo de los independentistas. El Parlament es un apéndice de un conglomerado formado por el Govern, organizaciones de masas, cuyos representantes participan en reuniones en el Parlament con los grupos parlamentarios y el propio presidente. La Dinamarca que prometieron se hace paso a golpe de codazo en los esquemas de los países donde la ley es sustituida por los caprichos de un tirano.

Una vez más, la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, no se ha molestado en guardar las formas siquiera para presumir su independencia respecto al poder ejecutivo. Ha aplazado el comienzo del pleno sin comunicárselo formalmente a los diputados. No se ha realizado un debate, puesto que el president ni siquiera se ha molestado en contestar la intervención de los grupos parlamentarios. Y por supuesto no ha habido votación.

Una vez más,  Forcadell no se ha molestado en guardar las formas siquiera para presumir su independencia respecto al poder ejecutivo

Lo ocurrido ha sido otro simulacro de democracia despreciando a una institución como es el Parlament y sin molestarse en ofertar disimulos sobre la forma arbitraria en que los secesionistas utilizan las reglas elementales de unos comportamientos que no son democráticos ni en las formas.

Mañana hay consejo de ministros extraordinario. Mariano Rajoy se reunió anoche con Pedro Sánchez en el palacio de la Moncloa. Por  la tarde comparecerá en el Congreso a petición propia para abordar el desafío catalán.

En espera de conocer los detalles de la respuesta del Gobierno, todo parece indicar que esta vez Puigdemont ha emprendido un camino con respuesta del estado y sin retorno. Veremos.

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