Faros: los estoicos vigilantes de la costa de Cantabria
Llueva o truene, estos centinelas siempre están ahí. Desde el pintado por Okuda hasta el trío de luces en la bahía de Santander, descubrimos los nueve faros de la costa de Cantabria

Isla de Mouro-Fotografía nocturna.net. Foto José Miguel-Flickr
Aunque los avances de la tecnología hayan dotado de gran seguridad a la navegación, los faros seguirán vigilando las costas. Como hace 20 siglos.
Atalayas solitarios al borde de precipicios y promontorios rocosos, su imagen aporta seguridad y confort en entornos de belleza agreste.
El paso del tiempo ha apagado algunas luces, pero ellos siguen allí, reconvertidos en centros de exposiciones, alojamientos alternativos o en lienzos para obras de arte.
Además de su importancia como factor de seguridad desde centurias, sus siluetas han sido fuentes de inspiración para relatos de misterio, milagros, romances y tragedias; quizás por su aura de solidez frente a un mar que no para de desafiarlo.
A lo largo de la costa de Cantabria se elevan nueve faros, cada uno con una historia por descubrir. ¿Los conocemos?
Faro de la Punta Silla
Desde 1871 este faro de San Vicente de la Barquera no solo guía a los barcos, sino también a los vecinos de este pueblo y la vecina Suances.
Se encuentra en la entrada a la ría de San Vicente, cerca del centro de la villa. Al estar ubicado a 43 metros sobre el nivel del mar, se convierte en un atractivo mirador de las cercanías.
Faro de la Punta del Torco de Afuera
Seguimos camino hacia Suances. Tras pasar por el mirador de la playa de Los Locos, donde por más frío que haga siempre habrá alguien haciendo surf, encontramos este faro que domina el paisaje desde 1863.
Se levantó en la entrada del puerto local, junto a la fortificación de San Martín de la Arena, que servía para defender al pueblo de las incursiones piratas o de ocasionales enemigos.
El faro de Cabo Mayor es el más antiguo de la costa cántabra, pero nadie emite un haz de luz de más alcance que él
Desde su base parte un sendero que permite bajar hasta la roca del acantilado, un interesante balcón natural que parece colgado sobre el mar Cantábrico.
Faro del Cabo Mayor
El faro siguiente es el más antiguo de estas costas, pero mantiene su presencia con el haz de luz de mayor alcance.
También conocido como faro de Bellavista, presenta una silueta sólida y se convierte en el guardián del puerto local. Pero no es el único, porque está acompañado de otros tres faros que iluminan reiteradamente la ciudad de Santander y su bahía.
Actualmente en su estructura también funciona un centro de arte.
Faro de la Cerda
En el extremo de la península de la Magdalena, en la entrada de la bahía de Santander, se levantó el faro de la Cerda para facilitar la descarga de los navíos que transportaban materiales peligrosos, y evitar que tengan que entrar al puerto.
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La composición que crea esta faro con el cercano Palacio de la Magdalena es una recomendada postal para fotografiar de la capital cántabra.
Faro de la Isla de Mouro
Y aquí tenemos al tercer faro de la bahía, al que solo se puede ver a la distancia. Es el de la isla de Mouro, en la salida de esta formación geográfica.
Sin olvidar la singularidad de su solitaria estampa el rasgo más destacado no está a la vista, a menos que uno se sumerja. Hablamos de la biodiversidad marina que rodea la isla, con al menos 40 especies diferentes de peces.
El faro de la isla de Mouro mucho tiempo cargó con la fama de ser un lugar maldito, por los accidentes en épocas de mala mar y tormentas
El lugar es una meca para submarinistas, pero este magnetismo moderno se contrapone a la fama de maldito del lugar, debido a un par de sucesos trágicos entre los trabajadores del faro en una estructura continuamente castigada por las olas del mar.
Faro del Ajo
Seguimos camino por la costa cántabra y llegamos al faro de Ajo, el más moderno de estas columnas con luces, y el más septentrional de los nueve. Y además -dicen los lugareños- el más bonito de todos.
¿La razón? Que la estructura del faro se convirtió en un lienzo para que el artista urbano Okuda San Miguel imprima su talento, con la realización de llamativas figuras geométricas y abstractas que presentan 72 tonalidades de color, protegidas de las inclemencias del clima y el mar con un barnizado especial.
Punta del Pescador
En la villa de Santoña encontramos dos faros: el primero de ellos, si se viene desde el oeste, es el de la Punta del Pescador, que se encuentra a los pies del acantilado de Monte Buciero.
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No es el primero: la estructura reemplaza a un antiguo faro que tuvo que ser reconstruido tras un feroz ciclón que arrasó la comarca en 1915.
Faro del Caballo
El del Pescador no se puede visitar, pero el cercano faro del Caballo sí. Ubicado en un entorno marino de gran belleza, suele ser elegido como uno de los más bonito de España, aunque en 1993 su luz se ha apagado.
Para poder llegar hasta el balcón de roca que lo protege del precipicio hay que descender 700 escalones a lo largo del Monte Buciero. Es mejor contemplar el paisaje de las olas que rompen el acantilado con calma, porque después hay que emprender la ciclópea tarea de regresar.
Castro Urdiales
Al estar cerca del Castillo de Santa Ana, este es uno de los faros más visitados de Cantabria.
Desde que emitió su primer haz de luz en 1853 se convirtió en un símbolo de la ciudad de Castro Urdiales.
Una de las ventajas de su popularidad es la facilidad de su acceso y, por supuesto, el impactante paisaje que se despliega a su alrededor, un bonito cierre de este viaje de descubrimiento de los faros cántabros.
Foto de portada: fotografianocturna.net