Garraitz: una isla desierta en España a la que solo se accede con marea baja
Una isla desierta en la costa de Vizcaya a la que puedes acceder por una pasarela, ¿quieres conocerla? ¡Atento a las mareas!

La isla de Garraitz en Lekeitio. Foto: Lekeitio Turismo
En la costa vizcaína, frente al pintoresco pueblo de Lekeitio, en el País Vasco, se encuentra un pequeño islote que parece sacado de una leyenda: la isla de Garraitz, también conocida como la isla de San Nicolás. Este lugar no solo es un referente cultural e histórico del País Vasco, sino también un enclave natural protegido que sorprende por su acceso único: únicamente se puede llegar caminando cuando la marea baja, a través de una pasarela de arena que conecta la isla con la playa de Lekeitio.
Lekeitio: el guardián de Garraitz
Lekeitio, situado entre las laderas de los montes Otoio y Lumentza, es uno de los pueblos más encantadores de la costa vasca. Con una rica tradición pesquera que se refleja en su casco antiguo, la villa cuenta con importantes monumentos como la basílica de la Asunción de Santa María y varios palacios históricos, como los de Uriarte y Oxangoiti. Sin embargo, más allá de su atractivo arquitectónico, Lekeitio destaca por su espectacular paisaje costero, que incluye la enigmática isla de Garraitz.
Con solo 6,5 hectáreas de extensión, la isla ha sido durante siglos un lugar estratégico tanto para usos civiles como religiosos y militares. Su aislamiento y su acceso condicionado por las mareas han permitido que Garraitz conserve una fauna y flora propias del medio litoral, convirtiéndose en un refugio natural en pleno corazón del País Vasco.
La historia oculta de Garraitz
A lo largo de los siglos, la isla ha jugado varios roles importantes en la historia de la región. Desde el punto de vista religioso, fue hogar de una ermita y, posteriormente, un convento de frailes franciscanos que se estableció en 1617 y que funcionó hasta mediados del siglo XVII. Estos vestigios religiosos se han convertido en una atracción arqueológica, permitiendo que los visitantes conozcan la vida espiritual que floreció en la isla hace varios siglos.
En el ámbito militar, Garraitz fue un enclave defensivo crucial. Durante la guerra anglo-española del siglo XVI, comenzaron las fortificaciones que se seguirían renovando durante cada conflicto bélico, incluyendo las guerras napoleónicas y las guerras carlistas. En la actualidad, aún se conservan restos de las baterías de cañones que protegían la costa, así como los restos de cuarteles y polvorines que ocupaban la parte norte de la isla.
Uno de los hallazgos más curiosos que se ha hecho en la isla son unas monedas que datan desde finales del siglo XIII hasta el siglo XV, procedentes de lugares tan diversos como Castilla, Francia, Portugal y Escocia. Aunque su presencia en Garraitz es un misterio, los expertos en numismática han logrado determinar su valor y composición, pero cómo llegaron a este remoto lugar sigue siendo objeto de especulación.
De lazareto a santuario natural
Además de sus usos religiosos y militares, la isla de Garraitz también desempeñó una función civil vital durante las épocas de epidemias. En el contexto de la peste negra y otras enfermedades contagiosas, Garraitz sirvió como lazareto, es decir, un lugar de aislamiento para las personas infectadas. Este uso evitaba que las epidemias se propagaran entre la población del continente, protegiendo a los habitantes de Lekeitio y alrededores.
En la actualidad, aunque ya no cumple sus antiguos roles, la isla de San Nicolás se ha convertido en un santuario natural y un atractivo turístico que destaca por su riqueza histórica y su entorno virgen. Garraitz ha sido reconocida como Parque Arqueológico por el Gobierno Vasco, y sus restos arqueológicos y su biodiversidad hacen de este lugar un destino ideal tanto para los amantes de la historia como de la naturaleza.
El milagro de la Isla Caminable
Uno de los mayores atractivos de Garraitz es la posibilidad de acceder a la isla caminando. Durante la marea baja, una pasarela de arena emerge del mar, conectando la playa de Lekeitio con el islote. Este fenómeno, que ocurre dos veces al día, permite que los visitantes crucen a pie y disfruten de un paseo único por la naturaleza. La sensación de caminar sobre un camino que desaparece y reaparece con las mareas es parte de lo que hace que esta experiencia sea tan especial.
La vista desde Garraitz hacia Lekeitio es igualmente impresionante. Desde la isla, se puede apreciar la costa vasca en todo su esplendor, con las olas rompiendo suavemente en las rocas y las colinas verdes que se alzan detrás del pueblo. Esta perspectiva única del paisaje hace que la isla sea un lugar ideal para la observación de aves y la exploración de la flora costera.
Conservación y futuro
Los esfuerzos por preservar Garraitz como un espacio de valor histórico y natural han sido constantes. Además de ser un destino turístico, la isla es también un lugar de investigación científica. Se han implementado proyectos de conservación para proteger su biodiversidad y sus vestigios arqueológicos, asegurando que la isla continúe siendo un lugar de interés tanto para los estudiosos como para los visitantes.
En definitiva, la isla de Garraitz es mucho más que un simple islote. Es un lugar lleno de historia, un refugio natural y un espacio que, a pesar de su pequeño tamaño, sigue cautivando a todos los que tienen la suerte de visitarlo. Y es que, en cada bajada de marea, Garraitz revela no solo su belleza, sino también su capacidad de conectar el pasado con el presente en una experiencia verdaderamente única.