Tres rutas a pie para conocer lo mejor de Mahón
Hay varios planes de senderismo donde se puede viajar por la historia y los paisajes urbanos de la mayor ciudad de Menorca. Vamos a descubrirlos

El puerto de Mahón se extiende por seis kilómetros. Foto AETIB
Al llegar en barco a Mahón, tras atravesar la isla del Rey, se ven las hileras de casas blancas, algo tapadas por las palmeras del Paseo Marítimo, que miran la ría del puerto como si fuera un balcón; una disposición de anfiteatro que se extiende por el resto del tejido urbano.
A principios del s.XVIII Mahón desplazó a Ciutadella como capital de Menorca, una decisión de los invasores británicos basada en la estrategia militar para convertir a la isla en un baluarte defensivo.
Esta es una ciudad para conocer caminando, aunque haya que estar preparado para subir y bajar las escaleras y cuestas que atraviesan su centro. Veamos estas rutas sugeridas por el Ayuntamiento de Mahón.
Centro histórico
Como en tantas ciudades y pueblos, el KM 0 tiene que ser el Ayuntamiento; edificio del s.XVIII (con su reloj característico en la fachada) que sirve de base para que en un breve paseo se vayan descubriendo edificios como el Principal de Guardia (s.XVIII), que presenta un estilo similar; la iglesia de Santa María (atención a los conciertos de su imponente órgano) y la biblioteca pública, que data de 1761.
La calle Isabel II presenta un bonito desfile de casas señoriales, muchas de ellas construidas en el siglo XVIII, cuando Mahón arrebató la capitalidad de la isla a Ciutadella
Al tomar la calle de Isabel II se ve un bonito despliegue de casas señoriales, construidas en el s.XVIII, como las de Rectoría, Pons i Soler, Febrer i Cardona, Albertí, Seguí de Vidal o la de Cerezo Mir.
En esta arteria también se encuentra la iglesia y el convento de la Concepción (de 1616), la sede del Gobierno Militar (antigua Casa del Rey) y el curioso callejón de Pont des General.
En plaza de Sant Francesc está la iglesia barroca homónima, y a un lado el Museo de Menorca, custodio de fondos arqueológicos y artísticos.
Parques y casonas
Retomando y subiendo cuestas en dirección al Parc de Es Freginal se pueden ver los restos de la muralla en el Pont de Sant Roc, el sector de S’Esplanada que acoge un mercado semanal y el Teatro Principal (de aires italianos).
Cerca del parque, el mayor pulmón verde de la ciudad, se encuentra la casa señorial de Ca n’Oliver, la antigua Casa del Pueblo y la Casa Victory, que aloja el Archivo de Imagen y Sonido de Menorca.
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Al llegar a la Plaza de la Miranda, un interesante balcón al puerto, también se pueden encontrar el Claustro del Carmen con su iglesia (ambas del s.XVIII), la plaza de España y la explanada de la Costa de ses Voltes, que comunica la ciudad con el puerto.
Ruta de los miradores
Si es que se pudo hacer el paseo por el centro histórico, entonces se puede subir de peldaño y hacer esta ruta de los miradores; que requieren un poco más de destreza física. Pero las vistas de la ciudad, el puerto que se extiende por seis kilómetros y los acantilados de la costa de enfrente son una merecida recompensa.
A lo largo del centro urbano se encuentran seis miradores, que desde oeste al este son los de Sant Francesc (donde se puede llegar a ver el cerro Toro, el punto más alto de la isla), el Pont des General (con su perspectiva de los tejados del Moll de Ponent) y el de Ses Monges (que cuelga de un acantilado, hacia el interior de la dársena).
Hay que prepararse para fatigar las piernas, pero la ruta de los seis miradores urbanos de Mahón es un paseo que vale la pena descubrir
Este paseo sigue en el mirador del Pont des Castell (no se pierdan la imagen de los jardines del parque Rochina y el pla de Baixamar), el del Carme y el de Miranda (con una de las mejores panorámicas desde sa Colàrsega hasta la bocana del puerto).
Paseo de Ribera
Esta es una versión extendida del paseo de los miradores, tocando puntos alejados del centro de Mahón, pero que permite obtener interesantes postales de esta ciudad menorquina y su entorno.
El punto de inicio puede ser Cala Figuera, una profunda cala del puerto que espera un mejor destino que la actual situación de punto industrial.
La caminata de 1,6 km por el Moll de Levante, donde hay una senda peatonal y un carril bici, permite ver las primeras imágenes del puerto deportivo, que luego se expande con la abundante variedad de restaurantes, hoteles y tiendas.
En el cruce con d’en Reynés es, casi diríamos que obligatorio, fotografiarse con la sirenita Mô; un ícono de Mahón.
A unos 750 metros bocana adentro se llega al Moll de Ponent, un polo gastronómico y comercial en los antiguos depósitos portuarios, y donde está la última destilería del gin menorquín; en un paseo que termina en el Hort Nou, habitual espacio de festivales y conciertos.
El extremo del puerto termina en Sa Colàrsega, que tras dejarlo de lado se llega a S’altra banda, la margen de la ría que enfrenta al casco urbano de Mahón, donde entre residencias modernas sobreviven edificios con generaciones de historia como los banyers de piedra, la casa Venecia o la casa predial de Sant Antoni, sede de leyendas en torno a Lord Nelson y Lady Hamilton.