Bar Vint-i-quatre, el renacimiento de un clásico del tapeo en Barcelona
El nuevo local asesorado por Carles Abellán hereda la esencia de Tapas24 con varias novedades a tener en cuenta.

Cava y tapas, un futuro clásico del Vint-i-quatre. Foto: Bar Vint-i-quatre
Carles Abellán lo ha vuelto a hacer. Este experimentado empresario de la gastronomía de Barcelona, formado en los fogones de El Bulli y ganador de dos estrellas Michelin (una por La Barra y otra por Comerç24, ambos ya cerrados), toma la propuesta de Tapas24, uno de los locales más veteranos de su grupo empresarial, y la reformula bajo el nuevo nombre de Bar Vint-i-quatre. Claro que hay novedades, pero el espíritu se mantiene.
El nuevo local, en Diagonal 520, mantiene la estratégica ubicación en la esquina con Tuset, cuya terraza es uno de los epicentros de la movida social de la capital catalana, punto de encuentro -a otra escala- como es el Zurich de Plaza Cataluña.
En tanto, su interior -con capacidad para 45 comensales- conserva la elegante estampa de mesas de mármol y cómodos asientos tapizados en verde, luces bajas y una decoración de espejos con frases que dejan escapar una sonrisa. Y no se preocupen si alguien tarda demasiado en los lavabos: en vez de hilo musical, los altavoces pasan chistes de Eugenio. Como para volver a la mesa con otra actitud.
Para desayunos, comidas, tapeos o copas
Gracias a la amplitud de horarios aquí la clientela puede ser de vecinos del Eixample y Sant Gervasi que se acercan a desayunar, de empleados de las oficinas cercanas que llegan para el café del mediodía o para comer; de trabajadores, turistas o residentes que caen entre la tarde y la noche para el tapeo o una cena ligera, y de jóvenes (o no tanto) que lo usan de escala previa a la noche de marcha en los clubes de Tuset.
Por la amplitud de horarios la clientela va desde personas que vienen a desayunar a otras que llegan para comer, tapear o cenar
Precisamente, una de las novedades de la nueva etapa es la incorporación de una amplia carta de huevos para los desayunos de forquilla, ya sea las tortillas de patata con cebolla confitada o la de butifarras catalanas, como las diferentes opciones de huevos orgánicos de Calaf: en AOVE, revueltos, como tortilla francesa, poché o sobre tostada; y combinados con ingredientes como aguacate, tomate y queso, jamón york, sobrasada, jamón ibérico, panceta Maldonado, queso Papoyo, setas de temporada, etcétera.
Para los madrugadores, también hay tostadas de pan natural con añadidos que quizás no sean muy ortodoxos, pero que vale la pena probar, como la escalivada con queso de cabra o la berenjena con stracciatella y sobrasada; junto con toppings más tradicionales como el jamón York con queso y pistachos o el ibérico con aguacate, tomate y queso fresco.
Para el resto del día, ya sea para el tapeo o para comer más abundante, la carta tiene una larga selección de platos de porciones pequeñas a medianas pensados para compartir, divididos entre los clásicos del vermut, las tapas tradicionales y los platillos donde se honra a la cocina de toda la vida con interesantes toques modernillos.
El tapeo inicial
En nuestro caso, arrancamos con unos chips con salsa de bravas y unas estupendas olivas de cantina, aliñadas con una salsa secreta de la que intuimos que tiene algo de vermut; a los que siguieron las sardinillas confitadas en aceite y el matrimonio de anchoa y boquerón, con un pescado inserto dentro de otro como si fuera un micro-bocata marino.
En este apartado también se puede optar por otras conservas como la ventresca de bonito o la de berberechos gallegos, o variantes como la ensaladilla marinera de anchoa, el boquerón en palometa o el platillo de embutidos catalanes.
Ya en las tapas, seguimos los consejos del jefe de sala Pepe López, y probamos una sugerencia fuera de carta, la exquisita ensaladilla con gambas al ajillo rallado y cabezas de este crustáceo.
Platos para compartir
A este plato le siguió una fabulosa rubia gallega curada y madurada 60 días, cortada en lonchas como si fuera un embutido. Un gran acierto gastro, como la tortilla trufada del Bar24, un homenaje a una de las creaciones que perduran más allá de los años.
En este capítulo también se encuentran las ostras Guillardeu nº 2, la ensaladilla rusa con ventresca de atún y piparras, el bikini de jamón ibérico con mozzarella y trufa, las croquetas de pollo rustido a la catalana o el pintxo a la manera de Donosti.
En la última sección de la carta se encuentran los platillos más grandes, pero donde persiste la costumbre de compartir. En nuestro caso, nos dejamos seducir por las setas de otoño (como ceps y rovellons) con una yema de huevo de Calaf, que se rompe en una cuchara y se disemina lentamente. Todo un espectáculo.
Y cuando ya estábamos tirando la toalla ante la abundancia de comida, nos acercan unos riquísimos macarrones del cardenal, gratinados con parmesano y trozos de fricandó. Excelente cierre.
Claro, ya no teníamos más capacidad para otras opciones de la carta, como el tartar de tomate con alcaparras, la escalivada de Barcelona con un civil (bue, sería Mosso) de sardina ahumada, las alcachofas del Prat al horno con jamón ibérico, los huevos sobre patatas fritas (ya sea con sobrasada Xesc Reina o con butifarras), el calamar de Barceloneta a la plancha (como se hacía en La Barra), las albóndigas de la abuela con salsa de tomate y patatas crujientes o el solomillo ibérico a la salvia.
Postres y copas
De postre, concluimos con unas fresas con nata montadas en chantilly y helado de vainilla; mientras dábamos los últimos sorbos a los cócteles creados por López: el Violeta La Burra (gin, sirope de violeta, triple sec, azúcar, lima, y clara de huevo) y una versión del Pornstar Martini (vodka, vainilla, sirope de vainilla, sirope de maracuyá y lima exprimida).
Aquí cabe puntualizar que la carta de cócteles tuvo el asesoramiento del creador del Dry Martini, Javier de las Muelas (como el Tommy’s margarita, el Ginger and passion caipiriña y el Sharon Stone), junto a otros clásicos como el Daikiri banana, el Moscow mule o el mojito.
La carta de vinos, ya sea en copas o botella, navega por diferentes DO, sobre todo catalanas como Montsant, Terra Alta, Penedés o Costers del Segre; donde también se encuentran auténticas joyas como del Priorat, el Bierzo o de la región francesa de Saint-Emilion; para recordar ese aura de elegancia informal que ha tenido el Tapas24 y que ahora hereda el Bar vint-i-quatre.