Casa Amàlia, cocina de mercado con vistas al Port Vell de Barcelona
El segundo restaurante de Casa Amàlia mantiene su apuesta por los productos de temporada pero con una mayor inclinación por los arroces y frutos del mar

El bacalao FAO 27 y la Zebra de mar, dos platos de Casa Amàlia. Foto: Alex Froloff
Entre los 14 locales gastronómicos que hay en el nuevo Time Out Market, en el Centro Comercial Maremagnum, hay uno que presume de ser “el único restaurante a la carta”. Se trata de Casa Amàlia Port Vell, el hermano menor del restaurante ubicado en el Mercado de la Concepción, que hereda el espíritu de la casa de comidas abierta en 1950.
La fórmula del nuevo restaurante es similar al del Eixample: respeto por la tradición y foco en los ingredientes de temporada ofrecidos por productores de proximidad.
Sin embargo, la nueva Casa Amàlia tiene una deriva mayor por los arroces y los platos con pescados y mariscos, para crear una identidad relacionada con su nueva ubicación, a un tiro de piedra de la Lonja de Pescadores de Barcelona, que se suma a su lista de proveedores.
Sabores de mar y montaña
En nuestra visita, el jefe de sala César Chávez ofició de guía sobre la carta del establecimiento, que propone descubrir platos que juegan a combinar sabores de mar y montaña, o que buscan una relectura de las recetas de toda la vida.
Casa Amàlia juega con la combinación de ingredientes que a primera vista parecen que tienen poco que ver. Pero en el paladar se llega a un buen resultado
Tras un aperitivo de pulpo con emulsión de lima, y acompañado por un blanco de garnacha blanca y macabeo La Bruixa, de la bodega Vins de la Memòria (DO Terra Alta), nos sugirió empezar con uno de esos platos que juegan a maridar ingredientes que a primera vista parecerían incongruentes, pero que tienen un buen resultado en el paladar.
Hablamos de la Zebra de mar, un calamar de playa relleno de papada ibérica. Buen debut, al que le siguió el Thorpedo (mini mollet de pan bao con una costilla de cerdo cocinada 35 horas a baja temperatura), el torrezno de Soria (interesante combinación de carne tierna y capa crujiente) y la Jiaozi!, una gyoza de langostino de Sant Carles y chipirones con cebolla morada, lima y cilantro. Es un toque picante, pero sin alarmas.
Entre los entrantes, otras opciones de la carta (con un precio medio de 45 a 50 euros) son la croqueta de jamón 100% ibérico Cremosa d’Gla, la cremosa de txangurro (lingote donde este crustáceo se combina con marisco y glaseado de amontillado), el Popeye (buñuelo de espinacas de Can Fisas y miel de panal), el torrezno Casa Amàlia (con carne de cerdo duroc, de DO Soria), los Charlie-Bravo (mejillones a la brasa con leche de coco) y el pulpo del Delta del Ebro.
De la tradición a la transformación
Los platos principales se presentan en dos apartados: Tradición y Transformación. En el primero se encuentran los canelones de la iaia Pepi (con tres carnes y bechamel), el ¡Txotx! (chuletón a la brasa de lomo bajo madurado más de 35 días) y las manitas de cerdo con puré de patata con salvia.
Arroces y pescados
Como decíamos, hay varios arroces a tener en cuenta, como el Catavents (paella marinera con arroz Molino Roca, gamba roja, sepia y cigala), el Arròs d’Gla (paella con el mismo arroz, pero con presa ibérica de bellota y gírgola de castaño), o el Itxaso eta Mendi, con cococha con pil pil, tinta de calamar y piparras de Ibarra frescas.
Pero nosotros nos inclinamos por dos preparaciones de Transformación. Uno de ellos es la Panalena mallorquina: se trata de una berenjena con sobrasada de esa isla balear, con una capa de papada ibérica y un pequeño fragmento de miel de panal. Luego que las manos del jefe de sala la hubieran deconstruido en un lingote, se presenta como un plato con una acertada combinación de sabores.
El otro fue el FAO 27, un bacalao de Islandia cocinado a baja temperatura con una capa de chicharrón de este pescado, servido en una base de espinaca de Can Fisas con pasas al ron. No crean que le falta cocción, se come así, ligeramente crudo para apreciar mejor su gusto.
Aquí también se encuentran otras preparaciones como el Qué lechazo!, un tierno medallón de cordero lechal también cocinado a baja temperatura unas 38 horas con un rápido pase por las brasas, con guarnición de patatas con queso pecorino.
O La Quinta, una costilla de Black Angus con un similar proceso de cocción que se acompaña por un parmentier de coliflor.
De postres y vinos
En cuanto a los postres, nos decidimos por la torrija Casa Amàlia, con pan de brioche de Le Pain d’Enric & Benjamin, bañada en chocolate blanco, con helado de cardamomo.
Fue un buen cierre, pero también podrían haber sido con las trufas Casa Amàlia, la tarta de queso o el Irina’s Flam con nata de la Granja Armengol.
La carta de vinos presenta un centenar de referencias de la mayoría de las DO más importantes de España, así como de Francia, Italia, Alemania o Portugal.
Otro valor diferenciador de Casa Amàlia respecto a los otros locales de comida del Time Out Market es que tiene una terraza propia, que mira hacia el Port Vell y que permite estar de tapeo, copas o comiendo mientras lo permitan los días benignos del otoño.