Cómo poner a punto tu coche para la vuelta al trabajo

Después del verano, no está de más revisar el estado de nuestro vehículo

Con la llegada del otoño, volvemos al trabajo y, tras el parón del verano, muchos aprovechamos para poner a punto nuestro coche para el curso que empieza. Después de un verano en que hemos puesto varios kilómetros por medio, no está de más revisar el estado de nuestro vehículo y hacer un balance de los daños que haya podido sufrir el coche este verano. Por esto, se debe aprovechar la visita a la gasolinera para limpiar el coche, revisar la presión de las ruedas o el nivel de aceite.

En esa revisión y puesta a punto de nuestro vehículo, podríamos darnos cuenta de que necesitemos cambiar el parabrisas del coche. Se trata de un elemento al que debemos darle su merecida importancia, sobre todo si este tiene un impacto hecho con anterioridad.
En invierno, las lunas de nuestro coche sufren las caídas de temperatura. La diferencia entre el frescor en el exterior y las altas temperaturas en el interior del coche pueden empeorar defectos que se hayan producido en el cristal.

Cómo se producen defectos en los parabrisas

Con el paso del tiempo, los componentes de nuestro vehículo se van desgastando, y es lógico que aquellos que se encuentran de cara al exterior sean los que más sufran este desgaste, sobre todo en coches que recorren grandes distancias de forma habitual.
En esta línea, las lunas están en contacto directo con el exterior, lo que conlleva una serie de riesgos, incluyendo manchas o agresiones, que pueden terminar rompiendo el parabrisas.

Algunas de las causas más comunes suelen ser impactos y pequeñas grietas, producidas por el choque de objetos pequeños durante la conducción que, en caso de golpes más intensos, hace más probable la aparición de grietas. En algunos casos pueden abrirse camino a lo largo de toda la superficie de la luna afectada, derivando a su vez en daños irreparables.

¿Reparar o sustituir?

Una vez que hemos sufrido el impacto, debemos discernir si se puede reparar la luna o si, directamente, tenemos que cambiarla por completo. En este caso, la única luna que se puede reparar es la luna delantera, es decir, el parabrisas. Pero esta reparación solo puede realizarse cuando el tamaño de la rotura sea inferior a una moneda de 2 euros y se encuentre fuera del ángulo de visión del conductor.

Sin embargo, será necesario sustituir la luna de tu vehículo si supera una longitud de 16 mm – el diámetro de una moneda de dos euros –, si existen varios impactos en una misma luna, si el daño se ha producido a una distancia inferior de 2,5 centímetros del borde del parabrisas o si afecta al ángulo de visión de quien está al volante. Asimismo, las lunas laterales y traseras no se pueden reparar, de modo que siempre se deben sustituir directamente.

El proceso de sustitución de la luna está compuesto de tres fases. En la primera fase, la preparación, se toman las primeras medidas de protección para evitar que la carrocería o el interior del vehículo sufran cualquier desperfecto durante el proceso de sustitución. Después, se extrae la luna afectada mediante la fricción, en la que se corta el poliuretano que adhiere el parabrisas a la carrocería para sacar el parabrisas dañado.

Por último, se coloca de nuevo el cordón de poliuretano en el parabrisas y se pega al marco, después del cual se puede colocar la luna nueva. El proceso en sí suele ser rápido, y no suele superar la hora y media de duración, salvo en los casos de vehículos que cuentan con sistemas ADAS, que necesitan ser recalibrados.

Una vez cambiado el parabrisas, podrás circular de forma segura. Siempre se recomienda dejar pasar un tiempo de 15 días antes de lavar el vehículo después de una sustitución de lunas, ya que el núcleo de poliuretano tiene que secarse del todo. No obstante, esto no afecta a la seguridad y se puede conducir sin problema una vez pasados 30 minutos adicionales. En ese tiempo, es totalmente efectivo y seguro.

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