De mar y montaña: una ruta por los paisajes secretos de Guipúzcoa
Desde las costas del Cantábrico a los valles del interior, este camino invita a conocer la cara más auténtica del País Vasco

Costa de Zarautz. Foto: Carles Rabada | Unsplash.
Aquellas personas que pasaron su infancia en los ’80 recordarán la serie de libros ‘Elige tu propia aventura’, donde el lector va decidiendo la trama de la historia a cada página.
Una aventura de decisiones similares es la que propone Turismo de Euskadi con The Basque Route, una serie de recorridos por la geografía de esta comunidad autónoma donde a cada tramo, cruce de carreteras o pueblo se puede elegir un destino, paisaje o experiencia diferente.
Así, desfilan “ciudades cosmopolitas, pueblos pesqueros o medievales, donde se puede arrancar el viaje con el olor del mar o viendo cómo se difumina la niebla mañanera sobre un valle rodeado de montañas”, indican en su presentación.
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La ruta de mar y montaña
De los ocho recorridos propuestos elegimos la ruta 2, que va desde Lekeitio a Zarautz, y que sintéticamente se lo ha bautizado como la Ruta de mar y montaña.
Se trata de hacer casi 90 km en un trazado en forma de U, donde la mitad de las paradas se realizan de cara al Cantábrico y las restantes entre los pliegues de los valles de interior.
El punto de partida es Lekeitio, pueblo marinero que hay que contemplarlo desde el faro de Santa Catalina en general y recorrerlo minuciosamente por sus callejuelas con coloridas casas de pescadores.
La belleza agreste de la costa desfila por la BI-3438 unos 18,5 km hasta llegar a Ondarroa, villa con un casco antiguo de gran valor donde destaca la iglesia de Santa María y con un puerto siempre frenético de actividad.
Aquí hay que conocer el curioso puente giratorio de Alfonso XIII, una obra maestra de la ingeniería.
Surf y pueblos marineros
Tras hacer unos 6 km por la carretera GI-638 se llega a Mutriku. Meca del surf hasta en los fríos meses de invierno, durante siglos este puerto tuvo su apogeo por la caza de la ballena, donde los barcos pescadores se lanzaban durante semanas a un agitado y desconocido mar.
Huella de aquellos años son las casas medievales de su centro, donde las piernas se ponen a prueba en las cuestas, y donde también se pueden descubrir bonitos palacios y torres de los siglos XV, XVI y XVII, como los de Zabiel y Montalibet y las casas Gaztañeta y Olazarra.
Mutriku y Zarautz se encuentran entre las mecas del surf más importantes de España
Otros 6 km acercan a Deba, a la que se llega bordeando la desembocadura del río homónimo, en un trayecto donde la paciencia artesana del viento y las olas han creado un litoral accidentado, que se vislumbra con más claridad en la bajamar.
Por los valles vascos
Deba tuvo un auge comercial con Europa de importancia, época de bonanza que ha aportado edificios como la iglesia de Santa María y su interesante pórtico policromado, con el primer claustro gótico que se hizo en Guipúzcoa.
Aunque si se trata de bucear en la historia, en los alrededores hay valiosos yacimientos de arte rupestre como el de Ekain.
Al retomar la N-634 en dirección a San Sebastián se puede pasar por el barrio rural de Itziar, donde se encuentra un santuario gótico, que data del siglo XVI.
El camino sigue por un valle de gran belleza, donde la bruma esconde un intenso verdor. Se trata de Lastur, donde se cría y torea una raza autóctona de toros llamada ‘betizus’.
Luego de dar un rodeo por una cantera y llegar al alto de Azkarate se enlaza con la GI-2634 que conduce hasta la villa señorial de Azkoitia.
Entre sus edificios destacados se encuentra el ayuntamiento, la iglesia de Santa María la Real -no pierdan de vista el órgano romántico de 1899-, las casas-torre como las de ldakua, Floreaga, Idiakez, Insausti o Etxe Beltza (con su tenebroso aspecto negro tras un incendio).
Azkoitia se considera como la cuna de la pelota, uno de los deportes tradicionales vascos con más raigambre
Cabe recordar que Azkoitia se considera como la cuna de la pelota, como se puede comprobar en los frontones que homenajean a Jorge Oteiza.
A pocos minutos, camino a Azpeitia, se puede visitar la ermita de San Martín, en la cumbre de un cerro que ofrece magníficas vistas de la peña de Izarraitz.
El pasado de Loyola
El mayor atractivo de Azpeitia es el santuario dedicado a San Ignacio de Loyola, el militar fundador de la orden jesuita y erigido como líder de la Contrarreforma.
En el punto donde nació se levanta una construcción barroca rematada por una gigantesca cúpula, protegida por la imponente mole del macizo de Izarraitz.
El pasado de Loyola también se puede conocer en la Santa Casa y la Casa Torre de su familia, en una localidad donde también se encuentra el Museo Vasco del Ferrocarril y el museo ambiental Ingurugiro Etxea, dedicado a temas como fauna, biodiversidad, agua y cambio climático.
Unos 8 km más, remontando el río Urola, se llega a Zestoa, una localidad buscada por los devotos del turismo termal.
Su balneario funciona desde 1804, y a fines del s.XIX fue un imán para la aristocracia europea, que levantó edificios como el Gran Hotel-Balneario, que se ha renovado y sigue en funcionamiento.
Varias casas señoriales se encuentran en sus calles, como las de Portalekoa, Lizenziadokua o Arretxe; que dialogan con el palacio medieval de Lili, del siglo XVI, al que se llega tras atravesar el puente de Zubiaurre.
En mayo, no pierdan de vista las próximas fiestas de Santa Cruz cuando la localidad vibra con las tamborradas.
Cerca se encuentra la cueva de Ekainberri, que es una reproducción de la de Ekain, con figuras de arte rupestre que representan animales con gran realismo.
La belleza agreste de la costa
El breve camino costero a Zumaia es uno de los más bonitos de la costa vasca, con las formaciones de flysch que emergen del mar como gigantescos y largos dedos pétreos.
Estas forman parte del Geoparque de la Costa Vasca, un fenómeno geológico del que se puede profundizar en el Centro de Interpretación Algorri.
En Zumaia, además de sus acantilados, miradores y playas, se puede conocer las reliquias de su casco histórico como la parroquia gótica de San Pedro -que parece una fortaleza-, los palacios de Zumaia y Ubillos, o las casas de Olazábal y Goikotorre.
Cerca de esta villa marinera está el Museo Zuloaga, con la casa-taller de este pintor vasco, con una capilla y una antigua hospedería que aloja parte de su colección.
El tramo de la N-634 transcurre tan cerca del mar que es frecuente que las olas y la espuma bañen al asfalto.
El hogar de Elcano y Balenciaga
Así se llega a Getaria, villa famosa por sus asadores y su cocina marinera, que se puede degustar en los restaurantes del puerto pesquero, siempre acompañado por un vaso de txakoli.
El museo dedicado a Balenciaga es uno de los más importantes del mundo enfocados en la moda
Esta villa que fue cuna de Juan Sebastián Elcano y que durante generaciones vivió de la caza de ballenas presenta uno de los museos más interesantes del País Vasco, el dedicado a Cristóbal Balenciaga -otro hijo de Getaria-, donde se presenta una de las colecciones de moda más importantes del mundo.
El último punto de esta ruta es Zarautz, otra de las mecas del surf, donde sus practicantes no se amedrentan ni con los fríos del invierno en las largas playas.
El centro histórico presenta numerosos edificios de alto valor patrimonial, como la parroquia de Santa María la Real, los conventos de los Padres Franciscanos y las Clarisas, palacios como los de Narros, Torre Iuzea, y casas como las de Zarauz, Dotorekua y Portu, que aloja al ayuntamiento.
En el extremo oriental de la playa hay una curiosa formación de dunas, hogar de numerosas aves, y uno de los numerosos y curiosos hitos que se pueden encontrar en esta ruta de mar y montaña por el País Vasco.
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