De la etiqueta al corte más sofisticado: un viaje a los detalles ocultos de Balenciaga

En el 50 aniversario de la muerte del maestro de la alta costura, su museo en Getaria explora en ‘Carácter’ los elementos y detalles que hacen únicas cada una de sus creaciones

Etiqueta Balenciaga .10 (1937). Foto: Jon Cazenave.

Colegas de profesión contemporáneos como Dior, Chanel o Givenchy consideraban a Cristóbal Balenciaga el Maestro de la alta costura (con mayúsculas y, seguramente, en negrita) y sin duda fue uno de los más influyentes creadores de moda del siglo XX. Pero, ¿qué distingue realmente un Balenciaga? ¿Qué lo hace reconocible sobre piezas de otros creadores? Son las preguntas a las que da respuesta una nueva exposición en el Museo Balenciaga de Getaria.

Con el nombre de Carácter, la muestra, que se estrena con motivo del 50 aniversario de la muerte del modisto y que se podrá ver hasta el 1 de marzo de 2023, es toda una invitación a conocer las piezas de Balenciaga, desde sus reconocibles siluetas hasta los exquisitos acabados interiores, y a acercarse a los detalles que hacen de sus trajes y vestidos un referente en la moda y una fuente de inspiración inagotable para la creación contemporánea.

El carácter en Balenciaga

Se trata, explica la directora del museo, Miren Vives, de “hacer partícipe también al público de otros aspectos que no se ven, y que forman parte igualmente del carácter de su obra”.

Vestido en raso y chaqueta con bordado de guirnaldas y piedras facetadas de Rébé (1964). Foto: Jon Cazenave.

Nacido en Getaria en 1895, Balenciaga dirigió en cinco décadas de trayectoria profesional sus casas de alta costura en San Sebastián, Madrid, Barcelona y París e hizo de su nombre un sinónimo de elegancia, vanguardia, belleza y atemporalidad.

Comisariada por Igor Uria, director de Colecciones del Museo Cristóbal Balenciaga, esta nueva exposición exhibe 90 piezas repartidas en cinco salas en las que apreciar siluetas, volúmenes, tejidos y bordados, y descubrir ese mundo interior, muchas veces oculto, que el corte, la técnica y los acabados de alta costura hacen posible.

Las creaciones de Balenciaga se rematan con acabados muy cuidados y casi siempre ocultos bajo el forro de a prenda

Hasta tres cuartas partes de las piezas no habían sido nunca expuestas, entre ellas trajes de chaqueta, vestidos de noche, de tarde y de cóctel, que incluyen detalles casi invisibles como etiquetas, enaguas, corpiños, forros, bocetos, botonaduras, bolsillos e incluso plomos para que la caída del tejido fuera la perfecta y la más favorecedora.

La muestra busca resaltar los detalles que hacen único al maestro. Foto: Museo Balenciaga.

“Todo en Balenciaga responde a la filosofía de la simplicidad, el objetivo de la comodidad y el ideal de la elegancia y la armonía”, señala Vives.

Qué distingue un Balenciaga

Para el comisario, esta nueva perspectiva es una forma “de dar a conocer el carácter de los fondos del museo, tanto en los exteriores de las prendas como en sus interiores”.

En este sentido, añade, “El público está invitado a identificar las características que son inherentes y aportan ese carácter a una prenda Balenciaga. Al fin y al cabo, su deseo era que la perfección y la armonía de sus trajes enfatizaran los movimientos de sus clientas”.

Los trajes esconden detalles casi invisibles como etiquetas, enaguas, corpiños, forros, bocetos, botonaduras, bolsillos e incluso plomos

Para conseguir este cometido, en sus piezas de volúmenes improbables y tejidos llevados al límite de sus posibilidades, destacan el trabajo minucioso de cada ojal, los suntuosos bordados, la precisión en cada manga, y el mínimo de costuras en el corte. También recursos como las hombreras, los plomos y, por supuesto, su corte magistral.

Detalles ocultos como un corpiño interior. Foto: Jon Cazenave.

Un viaje al interior de la alta costura

Con una estética de espacios neutros en tonalidades blancas y nudes que evocan el área de archivos y conservación de las Colecciones del Museo, el diseño expositivo revela la identidad y el interior de las prendas expuestas, acercándonos a las superposiciones de las capas y las estructuras que conforman el armazón de las prendas.

El recorrido comienza con una sala que incluye referencias a las diferentes etiquetas que empleó Balenciaga, desde Eisa Costura, el primer negocio que abrió en 1927 en la calle Okendo de San Sebastián, a B.E. Costura, del que estableció en Madrid en 1933, y Balenciaga.10 Avenue George V, la etiqueta de su taller parisino desde 1937.

Una segunda sala muestra siluetas historicistas de noche y de sastrería que caracterizaron las creaciones del modisto en los años 40 en las que se pueden apreciar las fórmulas que empleaba para crear volúmenes sin renunciar a la comodidad que, para Balenciaga, era componente esencial para la elegancia femenina.

Patrón en algodón de abrigo (1962). Foto: Jon Cazenave.

Es el caso de las hombreras, que no buscaban tanto marcar el hombro como disimular imperfecciones de una clienta.

Sastrería de Balenciaga

La tercera sala pone el foco en la sastrería de los años 50 y 60, destacando las líneas envolventes de los abrigos y el encaje perfecto de las chaquetas, para propiciar espacio interior y un movimiento armonioso de los brazos.

Los secretos de estas formas residen en el corte “magistral” de las piezas, como se aprecia en los patrones que pueden verse en la sala, y en el armado interior de hombreras y plomos que equilibran las prendas.

La cuarta sala gira en torno al diseño de la línea túnica, a partir de 1955, un hito en la historia de la moda del siglo XX basado en la simplicidad formal y que Balenciaga interpreta en múltiples variaciones.

La mayor ligereza de los tejidos para el cóctel permitirá apreciar un rasgo fundamental de las creaciones de Balenciaga y común a la alta costura parisina como es la delicadeza de los acabados interiores.

Vestido de noche en gasa de seda negra (1964). Foto: Jon Cazenave.

La última sala recoge los volúmenes majestuosos y la riqueza de tejidos y ornamentos tan propios del Maestro de la alta costura, reflejando el aire interior de los envolventes, que prestan esa cualidad de “flotar” dentro del vestido en movimiento tan característica del modisto.

Entre ellos destacan el vestido de noche en gasa de seda negra con escote palabra de honor drapeado y rematado en la espalda con un lazo y cola redondeada (un claro ejemplo de los envolventes que, a modo de cápsula, dan lugar a un espacio interior con plena libertad de movimiento) o un conjunto de dos piezas que perteneció a Grace Kelly.

a.
Ahora en portada