La ‘solución final’ de KPMG para Abengoa pondrá a los Benjumea contra las cuerdas

Tras analizar cientos de proyectos de la multinacional, con sus deudas y garantías, la consultora entregará la próxima semana, a acreedores y bonistas, el documento que determine si los 4.500 millones aportados para proyectos son realmente los cuantificados por la empresa, y evaluar su viabilidad o entrada en concurso

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Tras una semana de transición, en la que los técnicos de KPMG han empezado a desmenuzar todos los detalles de los cientos de proyectos en 80 países que, a través de 700 filiales y con socios locales, tiene en marcha Abengoa, la próxima se barrunta decisiva.

La consultora, en su informe, dirá a bancos acreedores y bonistas si el plan de la empresa resulta factible. Para ello, están analizando dato a dato. Se trata de comprobar si esos proyectos son o no viables, comprobando la deuda que cada uno acarrea y, sobre todo, si las garantías ofrecidas resultan suficientes.

Minucioso trabajo

Es un trabajo de chinos. Hay 1.700 millones de euros en avales que respaldan las adjudicaciones de obras logradas por las filiales, otros 1.000 millones más metidos por los bancos para acometer los proyectos, una cantidad similar de líneas de confirming para adelantar pagos a proveedores, unos 600 en créditos puente otorgados por un tiempo limitado para suscribir, después, un préstamo más elevado, y otros 130 millones en otros vehículos financieros.

Unos 4.500 millones de euros de los proyectos propiamente dichos, que se suman a los 9.000 millones de deuda que soportan Abengoa, Abengoa Finance y la parte que le toca de Atlantica, la filial estadounidense. El grueso del apalancamiento debido a que, en última instancia, estas son las sociedades que garantizan los créditos o emiten los bonos.

Sorpresas no descartadas

Una maraña de documentos, cuyo análisis por parte de KPMG debe desembocar en lo que ya se conoce como la solución final, siempre que no haya sorpresas y los números sobre la deuda transmitidos estén en línea con lo aportado por la empresa en su plan de viabilidad financiera.

Si son suficientes las garantías aportadas por Abengoa, la consultora abogará incluso por inyectar más capital para posibilitar que el proyecto que se vea viable se lleve a término y así la empresa pueda devolver los préstamos recibidos. Si no, la recomendación será poner fin.

Balance

El balance entre unos y otros, los viables y los que no lo son, será el que determine la solución global que KPMG presentará –en principio a finales de la próxima semana– a los bancos acreedores y a los bonistas.

Mientras tanto, los bancos acreedores del G-7, con el Banco Santander al frente, y los bonistas, cuya estrategia articula la consultora Houlihan Lockey, mantienen la cautela, esperando que KPMG les aporte el esperado informe.

Nerviosismo a flor de piel en los Benjumea

Todo lo contrario que la familia Benjumea –todavía con el control de la empresa a través de Inversión Corporativa, con el 51% de los derechos políticos y el 19% de las acciones– en cuyo seno empieza a cundir el nerviosismo ante la que se avecina.

Después de pasar por el trance de declarar ante la juez de la Audiencia Nacional Carmen Lamela y de que esta le quitara el pasaporte, en el marco de la querella por presunta administración desleal con los pequeños accionistas y bonistas, Felipe Benjumea se pasaba toda la semana filtrando a algunos medios el porcentaje del capital que, a su juicio, debía mantener en la nueva Abengoa que salga del proceso de reestructuración que está en marcha.

Globo sonda

Rizando el rizo, lanzaba Benjumea el globo sonda de plantear una participación en el capital por objetivos para ver cómo era recibido por bancos y bonistas. Se trataría de mantener un inicial 12,5% para, si se logra una caja neta de 1.000 millones entre 2017 y 2020, elevar ese capital hasta el 30%.

Desde las entidades financieras, la propuesta de Benjumea resulta del todo descabellada, y recuerdan cómo en el planteamiento inicial se hablaba de que Inversión Corporativa mantendría un 7% tras la reestructuración. Un  porcentaje que, al final, se quedaría ahí o iría a la baja.

En ningún caso, sería superior y, ni de lejos, llegaría hasta ese 30% que el todavía principal de la multinacional sevillana pretende alcanzar.

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