Mas irrita a la cúpula heredera de Convergència

Las prácticas de Francesc Sànchez o de Jordi Cuminal, apegados al ex president, impiden al equipo de Marta Pascal renovar el proyecto de la vieja Convergència

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Como si fuera nuevo, pero con prácticas de siempre. Las maniobras de Artur Mas irritan a la cúpula heredera de Convergència. La nueva dirección del PDCAT se rebela contra los dirigentes que creen que nada ha cambiado. El equipo de Marta Pascal y David Bonheví, que lucha por alzar el vuelo, ha mostrado su enojo ante la presencia y las prácticas de dirigentes que entienden que ya son el pasado, con la complicidad de Artur Mas, que no se va, «ni deja cambiar las cosas», según fuentes del partido.

La edad cuenta, el salto generacional es importante, pero lo determinante es la defensa de un proyecto alejado de la vieja Convergència, que utilizó el partido para estar presente en las instituciones, una especie de ‘colonización’ que suposo buenos cargos y conexiones durante años. La dirección del PDCAT ha hecho llegar que no entiende que ex cargos como Francesc Sànchez, que llevó los asuntos jurídicos de CDC y la defensa de Oriol Pujol, sigan «maniobrando» en el nuevo partido.

El caso de Cuminal

El otro caso al que apuntan es el de Jordi Cuminal, responsable de las últimas campañas electorales, «que resultaron un desastre», de la comunicación del Govern, «muy negativa», y del propio congreso «en el que no se pudo aprobar ni el nombre». Ahora es diputado en el Parlament por decisión directa del propio Mas, y trata de tener atado algún asunto profesional antes de dejar el escaño. En ese sentido, ha mostrado su intención de darse de alta en el régimen de autónomos para ir preparando su paso a la actividad privada.

El hecho es que Pascal, Bonvehí y buena parte de la nueva dirección, con algunos alcaldes renovadores a la cabeza, como Marc Castells (Igualada), comienzan a interiorizar que el congreso que dio nacimiento al PDCAT se cerró en falso. En primera línea, y ahora por razones judiciales, pero como gran referencia todavía del partido sigue Francesc Homs, a quien se le reprocha su actuación como portavoz del anterior Govern, presidido por Artur Mas. Tampoco han salido del foco otros dirigentes, como Jordi Turull, portavoz del partido en el Parlament. Y no se han respetado las incompatibilidades que se aprobaron en el Congreso, una cuestión que se quiere abordar en el consejo nacional que se celebrará este sábado.

A la espera de una segunda refundación

El clima es de pesimismo. De que el PDCAT no saca la cabeza porque siguen los mismos, que, con el cambio de nombre, siguen pensando que «se puede impulsar la misma política de siempre, la de ir tirando, y buscando un lugar en la administración». Las mismas fuentes señalan que el partido debe apostar por un cambio de formas total, más transversal, con elementos que potencien la sociedad civil. «No se hizo un congreso para que se mantuviera una especie de Convergència bis», se insiste.

En el horizonte, por tanto, se dibuja una especie de segunda refundación, a la espera de lo que ocurra en los próximos meses, tras las próximas elecciones autonómicas, que podrían llegar antes del verano o en septiembre. Aunque existe la posibilidad de que se anticipen a marzo, si la CUP no aprueba los presupuestos, –como señaló el propio Carles Puigdemont– las fuentes consultadas entienden que no ocurrirá, y se preparan para esas elecciones en las que el PDCAT deberá enfrentarse directamente a las urnas, porque Esquerra Republicana se niega a a repetir la candidatura de Junts pel Sí.

Lo inmediato es que el consejo nacional del partido dará luz verde a que la plataforma de Artur Mas, la que aseguró que impulsaría para tratar de ensanchar el proyecto soberanista, acabe siendo la nueva fundación del PDCAT. Mas quería que esa plataforma, de intelectuales y expertos, fuera transversal, no ligada a unas siglas, pero será, finalmente, la fundación del nuevo partido. Es la forma, como apuntan diversas fuentes, «de que Mas siga ligado al partido». Y todos esos movimientos son los que desesperan a los que quisieran poner en marcha un proyecto político realmente nuevo.

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