BPA, último accidente de la calamitosa junta del Barça

La cúpula del club vive un terremoto permanente desde el estallido del 'caso Neymar', que se intensifica con los problemas de sus dirigentes fuera de la entidad deportiva

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Si Joan Laporta decidiese presentarse a las elecciones del Barça y para derrotar a sus posibles adversarios ideara un maquiavélico plan de oposición, su jocosa inventiva jamás iría tan lejos. Hubiera sido incapaz de acercarse hasta donde la propia realidad de los hechos ha llevado a la actual junta directiva del club.

Que la institución es una apisonadora de dirigentes lo demuestran los constantes cataclismos que se han vivido bajo la presidencia de Laporta y, más reciente, de Sandro Rosell o Josep Maria Bartomeu. El último: al vicepresidente de la Fundación Barça y responsable del fútbol formativo, Ramon Cierco, acaban de intervenirle sus dos bancos por graves sospechas de delitos de blanqueo de capitales.

¿Elecciones balsámicas?

La de Sandro Rosell no ha sido, como parecía en sus inicios, la junta de la estabilidad. Ninguna empresa o institución política soportaría sin daño los vaivenes del Barça en los últimos meses: cambios de directivos, judicialización de las actuaciones, discrepancias internas, dimisiones inopinadas… Todo un rosario de sacudidas que obligaron a Bartomeu a anunciar que adelantaba las elecciones un año para intentar poner algo de calma en ese terremoto.

Sin éxito. Bartomeu acudirá a las comicios con un juicio por fraude fiscal pendiente de resolver. Si quiere proseguir en el cargo, el actual presidente estará obligado a asumir las críticas de sus adversarios y de una parte de la masa social. En el seno de la junta es conocido que él tuvo poco que ver con el fichaje de Neymar, el auténtico detonante de la crisis que vive la entidad.

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En lo jurídico, el Barça más parece un bufete americano que un club de fútbol. Los letrados transitan las oficinas del club más de lo imaginable. Toda una legión de primeras togas (Martell, González Franco, los hombres de PwC…) ha intentado, hasta ahora infructuosamente, salvar a Bartomeu y al propio club de sentarse en el banquillo.

Hasta entonces, el abogado y antiguo secretario de la junta directiva Antoni Freixa se ocupaba de las cuestiones jurídicas. Junto a su socio Ángel Segarra, que llegó como asesor fiscal externo a la par que Freixa, fueron apartados de cualquier cuestión legal relativa al club. En ellos se puso el foco de la chapucera contratación de Neymar. Freixa perdió incluso la condición de portavoz de la directiva y sigue en el seno de la entidad (no pueden echarle, sólo él podría irse) marginado y acusando en voz baja al resto de sus compañeros y antiguos amigos de haberle menospreciado.

Rosario de dimisiones

Antes dimitieron otros dos directivos. El caso Neymar pesaba sobre ambos, pero sobre todo en Pilar Guinovart, directiva del área social, que esgrimió razones personales para marcharse. Vivía atemorizada ante las posibles derivas judiciales de los acontecimientos. Casi a la par, Eduard Coll decidió que su presencia en el principal órgano de gobierno era innecesaria. Este abogado laboralista se quejó de la falta de transparencia del núcleo duro dirigente. Vivió en ese tiempo una historia personal que acaba de sustanciarse judicialmente a su favor y que fue la comidilla de la junta directiva durante meses.

Joan Mas Brillas no era estrictamente miembro de la junta, pero sí vocal del patronato de la fundación. Justo después del referéndum sobre el Espai Barça, este abogado miembro de la jet set barcelonesa dejó su cargo. Ante los medios que le interrogaron por su decisión, insistía en razones personales. A sus próximos les decía, en cambio, que no quería ratificar el contrato que la Fundación había establecido con el Instituto Neymar.

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Si todos esos acontecimientos no fueran suficientemente adversos para el club, el colmo de la calamidad ha aterrizado. Esta semana, por indicación del Tesoro estadounidense, se han intervenido dos bancos, Banca Privada d’Andorra (BPA) y Banco Madrid. Tanto la entidad andorrana como la española son propiedad de dos hermanos, los Cierco, sobre cuyo negocio y equipo directivo pesan gravísimas acusaciones de blanqueo de capitales.

¿Puede Ramon Cierco ahora seguir como vicepresidente de la Fundación y responsable del fútbol formativo? ¿Es compatible su continuidad con los valores que dice promulgar el FC Barcelona? ¿Alguien sospechoso de haber perpetrado o colaborado con movimientos de blanqueo de capitales puede formar parte de la estructura del club? Sólo él puede responder a esos interrogantes, porque el blindaje de los miembros de la directiva impide, por ejemplo, que el presidente pueda destituirlos de sus cargos.

A los miembros de la actual junta directiva sólo les une la esperanza, al estilo del escritor y político británico del siglo XIX Benjamin Disraeli que acuñó la frase: «Lo que aparece como calamidad es muchas veces la fuente de la fortuna». A modo de agarradero, por supuesto.

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