Golpe de Iryo a Ouigo y Renfe: más de 100 millones en nuevos trenes que llegarán en 2026
La inversión refuerza la flota de alta velocidad y eleva la presión competitiva en el mercado ferroviario español
Tren de Iryo, primer operador privado español de Alta Velocidad ferroviaria. EFE/ José Manuel Vidal
La liberalización del ferrocarril en España continúa elevando la competencia entre operadores privados y públicos, e Iryo ha decidido dar un paso al frente con una apuesta que promete reconfigurar el equilibrio del mercado. La compañía ha comprometido más de 100 millones de euros en la adquisición de nuevos trenes, una inversión que tendrá impacto directo a partir de 2026 y que supone un claro mensaje tanto a Renfe como a Ouigo.
Esta decisión se produce en un momento clave para el sector, con una demanda creciente de alta velocidad, rutas cada vez más disputadas y un cliente más sensible al precio, pero también a la calidad del servicio. En este contexto, ampliar flota no solo es una cuestión de capacidad, sino también de posicionamiento estratégico a medio plazo.
Iryo, participada por Trenitalia, Air Nostrum y Globalvia, consolida así su papel como uno de los actores más ambiciosos del mercado ferroviario español, apostando por crecimiento cuando otros operadores ajustan sus planes de expansión.
Más trenes para consolidar cuota frente a Renfe y Ouigo
La llegada de tres nuevas unidades de alta velocidad permitirá a Iryo pasar de los actuales 20 trenes a una flota sensiblemente mayor, reforzando su presencia en los corredores más rentables del país. Cada una de estas composiciones supone una inversión individual superior a los 36 millones de euros, lo que explica que el desembolso global supere con holgura la barrera de los cien millones.
Este movimiento cobra especial relevancia si se compara con la situación de sus rivales. Ouigo opera actualmente con una flota más reducida, lo que limita su capacidad para aumentar frecuencias en momentos de alta demanda. Por su parte, Renfe, pese a contar con un parque ferroviario muy superior, afronta restricciones presupuestarias y operativas propias de su condición de operador público.
Con esta ampliación, Iryo no solo gana músculo operativo, sino también flexibilidad comercial, algo clave en un mercado donde ajustar horarios, reforzar rutas y responder a picos de demanda puede marcar la diferencia entre rentabilidad y pérdidas.
Un impacto laboral que va más allá de la inversión en material rodante
La compra de nuevos trenes no se limita a una cuestión de activos. Cada unidad incorpora un importante componente humano, ya que su puesta en servicio exige la contratación de decenas de profesionales entre maquinistas, personal técnico, mantenimiento y operaciones.
Según estimaciones internas, cada tren implica alrededor de 60 nuevos puestos de trabajo, lo que elevará notablemente la plantilla de la compañía. Esta realidad añade una dimensión social a la inversión, pero también incrementa los costes estructurales de la empresa en un contexto de márgenes ajustados.
Este aspecto ha generado debate interno en Iryo, especialmente tras las tensiones laborales vividas en noviembre, cuando los trabajadores convocaron varias jornadas de huelga. Aunque finalmente se alcanzó un preacuerdo que evitó nuevos paros en diciembre, el episodio dejó patente la complejidad de compatibilizar expansión empresarial y negociación salarial.
La llegada de los trenes en 2026 y su desembarco en Madrid
El calendario previsto sitúa la entrega de los nuevos trenes entre julio y septiembre de 2026, coincidiendo con el tercer trimestre del año. Estas unidades llegarán inicialmente a Madrid, que funciona como nodo central de la red de alta velocidad española y punto de partida de muchas de las rutas estratégicas de Iryo.
Los trenes procederán de Italia, suministrados por Trenitalia, socio industrial de referencia del operador. Esta relación permite a Iryo acceder a tecnología ferroviaria probada, optimizando plazos de entrega y estándares de calidad.
La incorporación progresiva de estas unidades permitirá a la compañía reforzar frecuencias, mejorar la fiabilidad del servicio y absorber crecimiento futuro, especialmente en periodos de alta ocupación como festivos y temporadas turísticas.

Expansión futura y mirada puesta en el Corredor Mediterráneo
Más allá del corto y medio plazo, Iryo ya trabaja con un horizonte más amplio. La compañía ha manifestado su interés en operar en el Corredor Mediterráneo una vez se completen los desarrollos técnicos y administrativos necesarios.
Este eje ferroviario, llamado a conectar el sur de España con la frontera francesa a lo largo del litoral mediterráneo, representa una de las mayores oportunidades de crecimiento del sector en la próxima década. Para Iryo, entrar en este corredor supondría ampliar su huella territorial y diversificar ingresos.
Desde la dirección de la empresa se insiste en que la parte técnica está preparada y que los trámites pendientes se irán resolviendo conforme avance el proyecto. El objetivo temporal se sitúa en torno a 2028, aunque dependerá del ritmo de las infraestructuras y de la regulación.
Un mensaje claro al mercado ferroviario español
La inversión anunciada por Iryo envía una señal inequívoca: la compañía apuesta por crecer, competir y consolidarse en un entorno cada vez más exigente. En un mercado liberalizado, pero aun en fase de madurez, disponer de capacidad, tecnología y personal cualificado es una ventaja competitiva determinante.
Mientras Renfe y Ouigo ajustan estrategias, Iryo opta por reforzar su estructura y anticiparse a la demanda futura, aun asumiendo riesgos financieros y organizativos. El resultado será un mercado más dinámico, con mayor oferta para el usuario y una competencia que promete seguir intensificándose en los próximos años.
La llegada de estos trenes en 2026 marcará un antes y un después para la compañía y, probablemente, para el equilibrio del ferrocarril de alta velocidad en España.