El galimatías de Nostrum y sus criptomonedas

El fundador de Home Meal, Quirze Salomó, habla de "evangelizar a la CNMV" mientras prepara el lanzamiento de una doble moneda para clientes y franquiciados

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«Con esto del blockchain y las criptomonedas estamos evangelizando a la CNMV«, dice Quirze Salomó medio en broma medio serio. El fundador de los restaurantes Nostrum quiere impulsar la que será la primera criptomoneda de una empresa española para lograr una liquidez que catapulte la expansión de la cadena y alivie su situación financiera.

El plan de salvación para Home Meal –la matriz de Nostrum– nació en la sobremesa de una comida de la asociación Comertia. Sentado junto a directivos de Veritas y profesores de Esade e IESE, el empresario catalán vio en el entonces boom del bitcoin una oportunidad. Le recomendaron que lanzara el proyecto en Suiza y no obtuvo los permisos necesarios por lo que ahora busca suerte en Estonia.

Ante a muchas camisetas y un auditorio claramente masculino, Salomó expone sus ideas en el marco del Blockchain & Retail Summit, un evento organizado por la empresa Cryptofranchise, dirigida por uno de sus hijos. «Cuando comence con esto, nadie en España sabía de lo que le hablaba», presume.

Dicen los que conocen al dirigente que el éxito o fracaso del Meal Token –el nombre de la criptomoneda– dependerá de la empresa Radix, una autoridad en la materia, más que de su pericia. En la exposición ya se adivinan algunos agujeros por los que la divisa puede hacer aguas. «En unas semanas estará lista», emplaza a preguntas del público.

¿Dos criptomonedas? ¿O sólo una?

Para empezar, Home Meal no sacará una sola criptomoneda al mercado. Serán dos. O una. Pero con condiciones diferentes para clientes y franquiciados. «La decisión más difícil de todo el proceso es saber cuantas unidades emitir para que el mercado fluya pero a la vez tengan valor», asegura.

De este modo, dirá adiós a la entrada de 30.000 euros que los franquiciados pagan ahora para abrir sus negocios. Comprarán 30.000 euros en Meal Token que adquirirán de supuestos inversores –queda por ver cuáles– que tendrán en su haber la moneda. «Cuantos más restaurantes abramos, más demanda de criptomonedas habrá y, por lo tanto, subirán de precio», sostiene.

Pero, la volatilidad de las divisas puede jugar una mala pasada a los clientes, que pueden ver como un día la ensalada cuesta tres tokens y la semana siguiente, seis. «Cuando los adquieran, firmarán un contrato que congelará el precio de la criptomoneda, que entrará en un circuito diferente», soluciona.

Carles Huguet

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