La historia de Netflix antes de llegar a España

La compañía prepara el desembarco en nuestro país tras el éxito aclaparador en sus anteriores experiencias

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Netflix, la plataforma de internet que abandera hoy la transformación de la industria televisiva, estuvo a punto de no nacer, de hecho sus propios fundadores habían descartado la idea hasta que en 1996 se enteraron de que pronto el DVD terminaría con el reinado del VHS.

Aquel cambio de formato en el consumo de vídeo doméstico, de la cinta al digital, fue clave para que Reed Hastings, el actual director ejecutivo de Netflix, y Marc Randolph, su socio y predecesor en el cargo, decidieran crear la compañía en 1997.

Netflix vio la luz como un servicio de videoclub a domicilio gestionado a través de una página web donde los usuarios podían realizar sus pedidos de películas que la empresa, radicada en Los Gatos, en el californiano Silicon Valley, enviaría por correo ordinario hasta sus casas.

En manos del DVD

El DVD, ligero y plano, cabía en un sobre, una pequeña pero sustancial diferencia que resolvía de un plumazo el problema de logística que acompañaba al aparatoso, rectangular y grueso VHS. El fiable servicio de correos de EEUU haría el resto.

Hastings, de formación matemática, utilizó los ingresos que obtuvo tras vender su empresa Pure Atria a Rational Software Corporation para lanzar Netflix junto con Randolph, quien fuera responsable de mercadotecnia de su compañía.

Tarifa de suscripción

En 1999 introdujeron la tarifa de suscripción con acceso ilimitado al alquiler de DVD y un año después pusieron en marcha un sistema de recomendaciones de contenidos. En 2002, cuando la empresa contaba con 600.000 usuarios en EEUU, Netflix decidió salir a bolsa; ese mismo año Randolph abandonaba el barco.

Con Hastings al frente, Netflix continuó creciendo (4,2 millones de suscriptores en 2005) pero permaneció solo como un servicio de alquiler de películas y series por correo hasta que en 2007 puso en marcha la distribución de filmes en emisión en directo, un proyecto que comenzó despacio y con un catálogo limitado.

Las acciones de Netflix se mantuvieron entre los 4 y 5 dólares por título hasta bien entrado 2009, cuando empezó a rumorearse que su servicio a través de internet llegaría a los populares dispositivos inteligentes de Apple, iPhone, iPad y iPod Touch. Esto ocurriría en 2010. Las participaciones de Netflix se revalorizaron más de un 350 % y en julio de 2011, año en el que la empresa empezó su expansión internacional por Canadá, cotizaban a más de 42 dólares.

24,6 millones de usuarios

Para ese momento Netflix contaba ya con 24,6 millones de usuarios, un 64 % más que en 2010. Hastings tenía claro por entonces que, por mucho que se recaudara con el negocio del DVD, el futuro estaba en internet, lejos del formato físico que había evolucionado hasta la calidad del Blu-ray.

Aunque en 2010 las ventas de DVD supusieran a la industria más de 8.000 millones de dólares, lo cierto es que esa cifra era menor cada año (un 16 % menos en 2010 frente a 2009), mientras que los ingresos del cine y televisión por internet, aunque aún pequeños (680 millones, 2010) crecían (un 17 % más en 2010).

A la greña con Hollywood

Hollywood, desesperado con la piratería, anunciaba una plataforma propia de distribución digital (UltraViolet). Hastings se atrevió entonces a dar un volantazo y dar prioridad a la transmisión en directo. El servicio de DVD quedaría fuera de Netflix, pasaría a llamarse Qwikster, y quienes quisieran alquilar tanto DVD como digital abonarían un 60 % más. La noticia levantó ampollas en los usuarios tradicionales de la empresa.

En el segundo semestre de 2011, mientras Netflix daba el salto a América Latina, sus acciones se desplomaron. En diciembre cotizaban de nuevo por debajo de los 10 dólares. Hastings terminó disculpándose y retiró la idea de Qwikster, aunque mantuvo la subida de precios. En ese semestre, la compañía perdió 200.000 suscriptores aunque sus ingresos crecieron un 11 %. La traumática maniobra terminó por salir bien y Hastings preparaba dar un nuevo golpe: la producción de contenidos propios.

House of Cards, la joya de la corona

En febrero de 2013 debutó «House of Cards», la primera serie original de Netflix. Una trama política con actores de primer nivel cuyos 13 capítulos estarían disponibles a la vez. El drama fue un éxito y abrió las puertas de los Emmy a las series web. Ese año obtuvo 9 nominaciones. A «House of Cards» le seguiría «Orange is the New Black» y la lista crecería con «Marco Polo», «Bloodline», «Daredevil», «Grace and Frankie» y «Sense 8» entre otras. En agosto de 2015 vieron la luz en español «Club de Cuervos» y «Narcos», que ha funcionado bien en EEUU.

Aunque Netflix no es la única plataforma de series y películas por internet, simboliza la revolución que está viviendo el sector donde la tradicionalmente intocable televisión de pago está obligada a adaptarse a la transmisión en directo para sobrevivir a los nuevos hábitos de consumo de la audiencia, en especial la más joven.

La última decisión de Hastings ha sido poner fin a acuerdos no exclusivos de distribución de películas taquilleras para dar prioridad a sus producciones originales. Nuevamente, usuarios y mercados recibieron con molestia la noticia.

Netflix, presente ya en el norte de Europa desde 2012, llega este octubre a España, Italia y Portugal con contenidos más limitados que en EEUU pero con la misma filosofía que, hasta ahora, le está dando resultados.

Economía Digital

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