Hachazos de hasta 1.500€ para pagar el tope del gas: las facturas que ahogan a las pymes

La 'excepción ibérica' iba a resolver los problemas de la crisis eléctrica, y por el momento no ha significado ni un parche

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El Gobierno ha estado desde el pasado mes de junio en que se aprobó la ‘excepción ibérica’ asumiendo en su relato público que los precios de la luz habían bajado. Esta situación en ningún caso ha sido así. En muchas semanas es cierto que los costes se han contenido y que, quizá al mecanismo del gas, los precios no se han disparado. Pero la realidad de los consumidores es distinta

Además, en todo este contexto, los usuarios han tenido que asumir el abono de la ‘excepción ibérica’ en sus contratos. Un concepto -la compensación al gas- que, si bien estaba descrita inicialmente, ha sido un golpe muy duro; sobre todo, para las empresas. 

Desde ECONOMÍA DIGITAL se han reunido una serie de ejemplos prácticos, en el ámbito corporativo, donde las facturas han tenido incrementos bastante considerables en las últimas semanas

¿Y por qué hay que pagar esto? La implantación de la ‘excepción ibérica’ tenía como objetivo contener los precios del mercado eléctrico. El mecanismo consistía en topar el precio del gas que entra en el ‘pool’ energético con el objetivo de que no distorsione la creación del mix energético, y todas las tecnologías cobren por ese techo. 

Pero esa diferencia, entre el tope que existía, que al principio fue de 40 €/MWh, y el coste real que pasa la empresa por el gas, debía ser sufragado por los consumidores. Por todos y cada uno de ellos, tuvieran la tarifa que tuvieran, o su posición social. 

La promesa de la ‘excepción ibérica’ era tener unos precios más bajos. Finalmente, eso no ha sido así; sobre todo, para algunos tipos de consumidores. Y es que esta medida nació con la intención de ayudar principalmente a los usuarios de la tarifa regulada (PVPC). De hecho, estos consumidores serían los primeros en hacerse cargo de la compensación. 

¿Y por qué pagar beneficia al usuario? Lo que prometía la ‘excepción ibérica’, mediante unas complejas ecuaciones matemáticas, es que tras el pago de esta compensación se conseguía, posteriormente, que el resultado final fuese más bajo. Parece que no ha sido así. 

Estas facturas reflejan el coste del mecanismo ibérico que se ha ido aplicando progresivamente a todos los clientes, incluidos los del mercado libre empresarial. De esta forma, en muchos casos, este concepto ha elevado de forma significativa la factura. 

¿Se ha bajado el precio? 

La promesa de este tope del gas es que de no haberlo hecho los precios hubieran sido más caro. Y el razonamiento es igual para las empresas. Si no se hubiera aplicado, cuando su hubieran renovado los contratos, éstos hubieran sido mucho más caros. 

Aunque visto lo visto, muchas personas, a título particular o profesional, han empezado a dudar sobre la utilidad real de la ‘excepción ibérica’. Además, no ha sido la única polémica, aunque sí la que más duele al bolsillo.  

La propia aparición del concepto ha sido muy polémica porque cada comercializadora la ha nombrado de forma distinta, y además las eléctricas no han realizado un gran esfuerzo por explicar a los consumidores cuándo y cómo se verá la rebaja de precios. Por ahora lo único que se percibe son facturas más caras. 

Raúl Masa

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