El vino de la DOCa Rioja afronta un segundo año con las ventas estancadas por la bajada del consumo

La inflación entorpece el crecimiento del sector, que se enfrenta a importantes retos como la sequía o las trabas para operar en el Reino Unido tras el Brexit

Una copa de vino en una bodega. DOCa Rioja

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Son tiempos difíciles para los elaboradores de vinos suscritos a la Denominación de Origen Calificada (DOCa) Rioja. El Consejo Regulador de la DOCa vaticina un segundo año con las ventas estancadas por el bajón del consumo, mientras que se enfrentan a importantes retos como la sequía o los cambios regulativos en el Reino Unido, su segundo mercado después de España.

“Estamos en números rojos. Afortunadamente, hemos mantenido la línea del año pasado, pero nuestra expectativa era mejor”, lamenta José Luis Lapuente, director general del órgano regulador, sobre las expectativas de venta de cara al cierre del ejercicio en una entrevista con este periódico. En 2022, la comercialización de los vinos originarios en las 66.800 hectáreas que configuran este indicador geográfico ya se redujo en un 1,2%, quedándose en los 251 millones de litros.

Lapuente atribuye esta disminución de las ventas a un descenso del consumo generado por la subida de los precios y otros aspectos macroeconómicas, como “el menor ahorro disponible”. “Primero fue el encarecimiento de la energía y la guerra de Ucrania. Parecía inflexionar, pero ahora el petróleo vuelve a encarecerse por los problemas de Oriente Medio. Eso no estaba en las quinielas de nadie hace 6 meses. Hay una concatenación de sucesos que no ayuda”, añade.

Fernando Ezquerro, el presidente del Consejo Regulador, suscribe las palabras de su número dos, mientras añade que se trata de un sector “muy sensible a las crisis”. “El vino es una pretensión casi aspiracional. Al final, la gente tiene que pagar la hipoteca y llenar la nevera. Cuando hay crisis de consumo, los sectores aspiracionales son los que más sufren”, detalla mientras añade que, pese a esperar “vientos de cola”, se han encontrado con “las siete plagas bíblicas”.

En paralelo, el incremento de costes operativos sigue afectando a los márgenes de los elaboradores y viticultores, que no han repercutido del todo el aumento al precio final para no perder competitividad. Algo que solamente ha sido agravado por la sequía.

“Venimos de un otoño e invierno secos, ha habido ciertas precipitaciones en junio, pero el efecto de las DANAs nos ha dejado lluvias torrenciales, poco aprovechables. Es un reto, para nosotros”, añade Pablo Franco, director técnico de la DOCa. Las empresas adheridas a la denominación, que van más allá de La Rioja y también se ubican en territorios fronterizos del País Vasco y Navarra, están trabajando en proyectos de investigación para saber cómo se adaptan el cultivo de uva, principalmente de tempranillo, a las altas temperaturas registradas en los últimos años causadas por el cambio climático.

Otro de los aspectos que preocupan a los 740 empresarios de la DOCa es la evolución de las exportaciones, que representan un 40% de las ventas y que en 2022 bajaron un 3% por la coyuntura negativa en el Reino Unido y la pérdida de mercados, como el ruso. Lapuente asegura que el desequilibro del año pasado se está “estabilizando”, aunque la coyuntura económica en las islas británicas tras el Brexit sigue mellando su operativa en el país, donde van a parar un tercio de las exportaciones.

Impuestos en el Reino Unido

El director general sostiene que ya han visto pasar “la parte más dura del Brexit”, que se llevó un 11% de las ventas en la nación el año pasado, aunque también se han visto afectado por la depreciación de la libra y por otras “medidas restrictivas”. En agosto, entró en vigor la reforma del impuesto local que graba las bebidas alcohólicas que, en este caso, penaliza los vinos tranquilos de más de 11,5 grados: “También va a repercutir en el precio”.

Aun así, los representantes de Consejo Regulador aseguran que los vinos de Rioja siguen siendo la segunda opción más elegida de los británicos a ahora de escoger una botella de este tipo de bebida. “El número uno es un espumoso que ha tenido un boom en los últimos años, por lo que no lo consideramos competencia directa”.

Viñas en San Vicente de La Sonsierra. DOCa Rioja

Ante esta coyuntura, los reguladores dudan poder lograr el objetivo marcado en su último plan estratégico, por el cual aspiraban a alcanzar un volumen de ventas de 310 millones de litros. “Si se eliminan esos nubarrones, los números tendrán que llegar porque es la forma correcta de construir negocio a largo plazo”, confía Lapuente.

A los elaboradores de vino de Rioja, que suponen el 20% del PIB de La Rioja, les queda dos resquicios de esperanza, la Navidad y el tirón del enoturismo. “Las fiestas serán muy positivas, es motivo de celebración”, asegura el director general. Sobre este turismo especializado, los miembros del Consejo Regulador aseguran que sirve como nueva puerta de entrada para dar a conocer sus elaboraciones, mientras que aspiran a superar el millón de visitantes en los próximos años, frente a las 760.000 sumados la temporada pasada.

“No solo genera riqueza, también da la oportunidad de fidelizar al cliente”, opina el director general, aunque, añade Ezquerro, este escaparate tiene sus riesgos: “Un anuncio lo sueltas y ya. Abrir una bodega a diario implica trabajar para que el cliente salga satisfecho. Es un ejercicio de riesgo, pero un ejercicio maravilloso”.

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