Inditex se renueva tirando de los clásicos

A veces, quien menos se mueve, aparentemente, resulta al final quien más avanza. Incluso en Inditex. Porque Ignacio Fernández siempre ha estado ahí. El nuevo número tres del grupo, número dos, según se mire, sobre todo si atendemos a las tareas ejecutivas, parece tener el don de la transversalidad si se repasan sus próximos roles: el control de áreas como las finanzas (lo suyo es la fiscalidad internacional), la sostenibilidad, la logística, el transporte y las infraestructuras. Casi nada.

“Las decisiones se basan en la gente y en la confianza que hay detrás de esas personas; esto solo pasa Inditex”, explican fuentes que conocen muy bien las dinámicas internas en Arteixo. Ese no moverse para avanzar, siempre en su lugar, las colecciones, también ayudó a entender en su momento la irrupción de Bea Padín entre los elegidos, accediendo al comité de dirección con la llegada de Marta Ortega a la presidencia, en 2022. Hoy Bea Padín, directora de mujer en Zara, está más cerca de Marta que de Amancio, según coinciden en apuntar varias fuentes.

Los cambios y los focos de poder

Los cambios, sobre todo si se miden bajo la lupa de la renovación, siempre son relativos en el gigante textil. Como muestra, el primer botón: tras la salida de Pablo Isla la nueva cúpula que arroparía a la benjamina de Amancio Ortega estaba integrada por ejecutivos que llevaban nada menos que treinta años en el grupo, algunos, incluso, desde antes de la creación de Inditex como tal. Segundo botón: el propio Ignacio Fernández, el inquieto y expresivo inspector fiscal, responsable en los noventa de toda la Inspección de la Agencia Tributaria en Galicia, que llegó a Arteixo en 2001, el año de la salida a Bolsa.

Son precisamente los puestos de Ignacio Fernández, primero en Fiscal y luego en Finanzas, los que le han permitido estar relativamente alejado de los focos que iluminan el poder dentro de la multinacional, porque los hay. “Cuando no se distrae del objetivo final, que es la tienda y el cliente, esa rivalidad entre ejecutivos que tanto ha fomentado Ortega es garantía de éxito; el problema llega cuando se crean parcelas de poder y se acaba desviando la atención de la venta”, explica otra fuente que conoce bien Arteixo.

La transición por completar

En el fondo, todo forma parte de un engranaje que responde a una filosofía hasta casi lampedusiana y que se podría resumir en cambiarlo todo, una vez más, para que la fórmula del éxito, el crecimiento y los beneficios sigua intacta. Y eso solo puede ser idea de alguien que sigue ahí a los 89 años, y que despacha con los ejecutivos que ascienden y los que dejan el grupo, como ha sucedido esta misma semana.

La cuestión está en que en Inditex no solo cumple años Amancio Ortega. También sus más cercanos. Y los pata negra. Toda una transición la que se orquestó con la llegada de Marta a la presidencia, y que tiene sus tempos. Son los que marcan los relevos que ha habido en estos tres años largos, que han perseguido dos objetivos: borrar la huella de Pablo Isla y acomodar el nuevo equipo, incluso en términos generacionales, a la benjamina de Ortega. Ahí está García Maceiras, de otro tiempo que el propio Isla. Y ahí está también Roberto Cibeira, de la misma quinta que el consejero delegado, que está llamado a tomar algún día el relevo de José Arnau, vicepresidente del grupo, el otro inspector de Hacienda al que no se le pasa casi nada desde el Cantón coruñés, sede de Pontegadea. Eso sí, con el permiso de Amancio Ortega y Flora Pérez, claro.