La agonía del Club Financiero Atlántico: su casero acelera el concurso

El Club Financiero solicita el concurso en mitad de un conflicto con el nuevo dueño del inmueble en el que está, que se hizo con la mayoría tras una puja

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Días oscuros para una entidad que ha sido, desde hace años, referente para la vieja guardia del empresariado coruñés. En la mañana de este lunes, el Club Financiero Atlántico procedió a solicitar su entrada en concurso voluntario de acreedores ante el Juzgado de lo Mercantil de A Coruña. Mediante un escueto comunicado, informaba: “Las circunstancias que han ido concurriendo a lo largo de las últimas semanas han obligado a adoptar tal decisión”. Desde el club, del que forman parte como socios más de 300 empresarios coruñeses, aseguraban más tarde que, al menos de momento, su funcionamiento continúa de forma habitual.

Sin información oficial sobre las causas que empujan a la entidad a acogerse a un proceso de suspensión de pagos, fuentes cercanas a la directiva del Club Financiero indican a Economía Digital que la solicitud de entrada en un concurso voluntario de acreedores se ha precipitado por el conflicto que la sociedad empresarial mantiene con el nuevo casero del inmueble en el que se asienta, el histórico edificio ubicado en la avenida Salvador de Madariaga y en el que acostumbra a desayunar el dueño del imperio Inditex, Amancio Ortega, con un reducido grupo de amigos. Aseguran que las cantidades que estaría solicitando en concepto de alquiler estarían ahogando a la entidad presidida por Mariano Gómez-Ulla.

Nuevo casero, nuevo precio

Constituido en el año 1989, el Club Financiero Atlántico nació con el objetivo de ofrecer a empresarios y profesionales “un lugar de encuentro exclusivo y con total privacidad para desarrollar sus relaciones comerciales y personales a través del intercambio de ideas”.  El club contó desde sus inicios con un espacio privilegiado, el edificio de Salvador de Madariaga, sustentado sobre una sociedad que se repartía entre varios propietarios, entre ellos, Remocsa, empresa que, a la vez, era concesionaria de los servicios del club. 

Remocsa entró en concurso de acreedores y, a principios de este año, el Juzgado de lo Mercantil número 2 abrió la subasta de 643 acciones del club que estaban en su propiedad y con las que se pretendía hacer frente a créditos impagados a la banca. Fue precisamente por esta subasta por la que el inmueble del Club Financiero Atlántico acabó cambiando de manos. Tras esta y otras operaciones anteriores, el empresario coruñés Esteban Vales se hizo con la mayoría accionarial (cerca de un 60% del capital) de la sociedad denominada Propietaria Club Financiero Atlántico SA. La propia Cámara de Comercio de A Coruña acudió a la puja, aunque no logró quedarse con los títulos. 

«Deudas al día»

Según explican socios del Club Financiero a este medio, el nuevo accionista mayoritario de la sociedad que posee el inmueble de Salvador de Madariaga decidió incrementar el alquiler. “Lo que se hace con la entrada en concurso es ganar tiempo para negociar, ya sea llegar a un acuerdo o incluso a la venta, si bien lo que se comenta es que el precio que hasta ahora se pedía no es asumible”, indican.

Pero, ¿cuál es la situación real del Club Financiero al margen de los problemas para afrontar los pagos de su alquiler? Fuentes no oficiales aseguran que, dejando a un lado el conflicto generado con el nuevo arrendador, el pasivo que presenta la entidad empresarial es fácilmente salvable. “En este momento tiene los pagos al día, no tiene deuda bancaria, apenas con proveedores y se han pagado las nóminas a los empleados”, manifiestan.

Pero, ¿y si se va a liquidación?

Con todo, y a pesar de las previsiones, ¿qué ocurriría si la entidad no supera el concurso y va a liquidación? Voces de la antigua dirección del Club Financiero apuntan a que existen “negociaciones en marcha desde hace tiempo” encaminadas a asegurar el mantenimiento de la actividad. En esas negociaciones, señalan, estaría presente la Cámara de Comercio. “Distintas cámaras de la geografía española tienen en marcha plataformas de encuentro entre empresarios que se denominan club cámara, una figura que se podría replicar aquí, manteniendo de esta forma la actividad del Club Financiero”, aluden, a que vez que recuerdan que la propia Cámara coruñesa participó en la puja de acciones en manos de Remocsa.

Esas mismas voces explican que el incremento en el alquiler solicitado se ampara en el valor atribuido al edificio. “En los tiempos de la crisis inmobiliaria se hizo una tasación del inmueble muy alta. Ahora, el nuevo accionista mayoritario pone un precio a su participación y, en su defecto, al alquiler, acorde con esa tasación millonaria”, dicen.

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