La oposición afea el discurso de Feijóo por «renunciar» al autogobierno y a la política social

Villares, Leiceaga y Pontón auguran políticas "continuistas" de un presidente "cansado" que repite las promesas "incumplidas" de pasadas legislaturas

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Con su tercera mayoría absoluta, Feijóo deja atrás la política de resistencia, el «Galicia no quebró» con el que se presentó a las elecciones, para afrontar una etapa que debería ser expansiva, y, por tanto, requerir un proyecto más ambicioso. Y la oposición afronta el reto de construir un relato alternativo que no fue capaz de hilvanar en ocho años con la suficiente fuerza como para descabalgar al PP.

En el discurso de investidura, el presidente de la Xunta centró de nuevo el disparo en el empleo, prometiendo una nueva ley y 100.000 puestos de trabajo, a lo que sumó diversas promesas sobre aumentar el equipamiento sanitario, intentar frenar el éxodo de jóvenes y sanear las rías.

En Marea, PSdeG y BNG vieron en el relato a un presidente «cansado», que incide en las mismas políticas y repite las mismas promesas que no fue capaz de cumplir.

La crisis demográfica como síntoma

Pero la oposición se preocupó sobre todo por las ausencias del relato, fundamentalmente en las áreas de política social y autogobierno. Luis Villares, de En Marea, destacó que el Gobierno gallego «no quiere asumir» el papel que le toca en el traspaso de competencias, lo que conlleva esquivar debates como «la transfarencia de la AP-9». También afeó la falta de alusiones a «la violencia de género», a la desigualdad y a la pobreza.

A Villares y Feijóo les cuesta encontrarse porque disienten en el diagnóstico de la situación. El portavoz de En Marea ve en la crisis demográfica que desangra Galicia un síntoma de la depresión social y económica, frente a la idea de recuperación del presidente de la Xunta. «Echamos de menos la alusión a 720.000 personas en riesgo de exclusión social», apuntó Villares.

La próspera desigualdad

Xoaquín Fernández Lecieaga también salió «decepcionado» del Parlamento. Entiende que Feijóo renunció a medidas para «regenerar la vida política», eludió referencias a la atención a dependientes y careció de propuestas para lo que el portavoz socialista llama «desigualdad próspera», una descalificación a la política económica de la derecha.

Leiceaga, coincidiendo con Villares y Ana Pontón, solo vio «continuismo» en Feijóo, que insiste en recuperar promesas que no cumplió en las pasadas legislaturas. Sin embargo, tendió la mano para ejercer una oposición «constructiva» y para hacer un frente común en la «reforma del modelo de financiación autonómica», después de reprochar que el plan contra la crisis demográfica de los populares fracasó.

La pérdida de identidad y competencias

Ana Pontón reiteró el análisis de ausencias, destacando las medidas contra la violencia de género, la desigualdad y la protección de la lengua gallega, que también apuntó Leiceaga. «¿Qué credibilidad tiene Feijóo para hablar de innovación cuando su Gobierno recortó? ¿Qué credibilidad tiene para decirnos que no es un problema la emigración?», se preguntó la líder del BNG.

A lo largo de sus años de mandato, Feijóo, que llegó a la Xunta con el conflicto linguístico en el centro de su discurso, realizó numerosas alusiones a Cataluña como ejemplo de lo que no se debía hacer. Lo volvió a hacer en su tercer discurso de investidura. A Pontón le molesta la demonización del nacionalismo por parte del presidente del Gobierno gallego. A su juicio, Feijóo estuvo «obsesionado» con defender el actual régimen y «con criticar el nacionalismo», «renunciando a cualquier opción de defensa de los intereses» de Galicia y a dar un «paso adelante» en el autogobierno para que los gallegos «tomen el control» de sus recursos y de su «medios económicos».

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