L’illa Diagonal se ha consolidado como centro comercial, probablemente el de más éxito de Barcelona y quizá el más rentable de España. Fue una apuesta de Winterthur y de la familia Sanahuja. La aseguradora suiza fue absorbida por la francesa Axa y los promotores catalanes aún andan en líos judiciales tras su asalto a Metrovacesa.
Aquella inversión sigue funcionando muy bien y, dentro del complejo comercial, la planta gastronómica –El Rebost– es la que mejor funciona. Uno de sus restaurantes consolidados es Fishhh!, una marisquería decorada de blanco solo roto por una enorme gamba roja en la pared; hasta los camareros visten de blanco absoluto.
Esa asepsia es la carta de presentación de un local dedicado a servir productos del mar para sus mesas y para llevar. Los platos de Lluís de Buen, el propietario, giran en torno a la simplicidad, una idea que liga con el aspecto impoluto del restaurante, que está muy influida por la cocina japonesa. También incluye algunos ramalazos bullianos.
El chef es un hombre muy popular, lo que le permite llevar a sus mesas a gentes muy conocidas, especialmente del mundo del deporte y del espectáculo.
Sin sal
Una de las características del restaurante es que no utiliza sal en sus elaboraciones, aunque los clientes disponen de este condimento para aderezar los platos si les apetece. El objetivo es que el sabor de los pescados y mariscos, crudos siempre que se puede o en todo caso muy poco hechos, llegue entero a la mesa.
La primera gran especialidad de la casa son las ostras. Si alguna vez has tenido algún problema con el bicho, Lluís te aconseja que no lo tomes de aperitivo porque es precisamente con el estómago vacío cuando pueden provocar reacciones. Dispone de numerosas variedades, que sirve con distintas salsas, desde una muy original sobre la base de un suave gintonic hasta una de ketchup puro y duro. También las prepara en tempura, para la que elige las de tamaño más pequeño.
La segunda especialidad es precisamente el rebozado de origen japonés, con el que sirve boquerones y calamares, uno de los platos del Fishhh más celebrados por la clientela junto a la ventresca de atún. Todo muy poco hecho, apenas tostado por el aceite en el caso de los fritos.
La inventiva del inquieto cocinero le ha llevado a incorporar algunas curiosidades, como las algas fritas y la dignificación del muy británico fish & chips, que monta con unas patatas extraordinarias y un pescado –merluza- decente, no como el que se emplea habitualmente en este plato.
Vino suave
La carta de vinos no es muy extensa, pero sí interesante. Está confeccionada sobre blancos, o tintos, que no superen los 11 grados, una graduación suave que acompaña mejor su estilo. Esa orientación le ha llevado a incorporar bastantes marcas francesas, en las que es más frecuente encontrar bajo contenido alcohólico que entre las españolas.
Lluís de Buen ha abierto otra línea de negocio en torno a las ostras. Una barra móvil –oyster bar– desde la que las sirve como aperitivo a los clientes de otros restaurantes –Tragaluz en Barcelona y Bar Tomate en Madrid, ambos del mismo grupo empresarial- mientras esperan mesa. También lo hace en eventos. Y además ha montado un local especializado en el Maremágnum. En estos momentos ha ampliado su horario en L’illa para atender cenas y aprovechar así la estructura que ha montado en el centro comercial y ofrecer comidas y cenas.
Una comida sale por unos 35 euros, sin contar el vino. El establecimiento tiene dos defectos. No sirve cerveza de barril ni café. El segundo se podría entender, dado que no dispone de muchas plazas –en L’illa van carísimas- y prefiere que las sobremesas no se alarguen. Pero el primero es imperdonable.