A favor de subir los salarios (medios) en España

La estructura de salarios en España no es la más eficiente. Quizá la figura del salario mínimo (645,30€ mes) distorsione algo la media, aunque no creo que sea el factor fundamental. La asignación de salarios por escalas de edad-formación no responde a criterios de productividad efectiva en el puesto de trabajo.

En concreto, como se ha perdido la figura del aprendiz, se entra en contacto con el mercado de trabajo tarde, después de largos estudios, sobre todo universitarios, sin experiencia profesional. El sistema de incorporación al mercado laboral, la comparación con los demás niveles salariales en la empresa y el salario mínimo, tiran hacia arriba el salario de entrada en el mercado laboral, sin que los empresarios visualicen la productividad del nuevo entrante, con lo que a la postre resulta que se contratan pocos jóvenes.

Si a la nómina se le añaden las cargas sociales y los impuestos, todavía se hace más difícil que el empresario, especialmente el pequeño, contrate. Y, sobre todo, todavía pervive en España la idea empresarial de que despedir es muy caro.

La herencia franquista nos dejó en el subconsciente lo del trabajo para toda la vida. La ultra protección laboral. Hoy día se considera todavía al trabajador como un pasivo del balance. Los famosos «40 días por año trabajado». Lo que habría que pagar si se cerrara la empresa.

En este aspecto, la reforma laboral de 2012 no ha impregnado a los empresarios…. ni a los jueces de lo laboral, por distintas razones. En consecuencia estamos en presencia de una fuerte distorsión en el mercado de trabajo. Pero al mismo tiempo España cuenta con una parte de la población muy bien formada y competitiva a nivel mundial. En especial la que sale de bastantes universidades españolas de calidad.

El problema es que de los seis millones de parados, algo menos de la mitad, alcanzó sólo la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) o menos. En 2011, la cuarta parte de los españoles de entre 16 y 29 años ni estudiaba ni trabajaba. Es el drama del abandono escolar (30% de los jóvenes) atraídos por los 3.000 euros que pagaba el sector de la construcción durante el boom inmobiliario.

El problema es que tenemos una población joven (menores de 40 años) bipolar, y me temo que los empresarios no saben discriminar a aquellos que sí son productivos o muy productivos para sus empresas.

El igualitarismo en España perjudica también. Tenemos gente muy cualificada con salarios de entre 1.000-1.500 euros, que son claramente insuficientes desde todos los aspectos, desde la perspectiva de formar una familia o tener hijos.

A un trabajador bien pagado se le puede y debe exigir más responsabilidad, que no se dedique sólo a cumplir. Si está contento, satisfecho con sus condiciones de trabajo (salario más otros beneficios), rendirá más. Si no lo hace se puede prescindir de él. El empresario podrá pactar con estos empleados más flexibilidad, reparto de horas, jornada, organización del trabajo.

Los salarios altos, y también las buenas condiciones laborales, atraen talento. Y el talento ayuda a que una organización sea innovadora y competitiva. Pero para este nuevo tipo de empleados el empresario también tendrá que estar preparado. Este tipo de empleados están dispuestos a jugar fuerte por la empresa, pero también por su carrera profesional y no aceptan situaciones de enchufismos o criterios no profesionales.

Con estos empleados mejor pagados se consigue también mayor estabilidad en el empleo, y, en consecuencia más facilidad para invertir en investigación y desarrollo. La formación es consustancial al trabajo y no es una práctica excepcional. Y todos ellos tienen claro que sus salarios serán sostenibles en el tiempo si la empresa mejora su productividad, y están objetivamente interesados en que la empresa vaya bien.

Las mejoras de productividad no se consiguen con niveles de salarios bajos. Siempre habrá otras empresas o países que los tengan más bajos. El elemento competitivo por excelencia no es ya el componente salarial. Lo es el buen management, la organización eficiente, atraer talento, la motivación y la innovación permanente.

Creer que a los titulados, universitarios o no, se les puede contratar con un salario bajo porque la oferta de titulados es superior a la demanda es un error grave. Porque sin gente formada no hay empresa que sobreviva. Es fundamental contratar bien, y crear un buen equipo. Aquí no hay que escatimar recursos.