Acerinox se ajusta los machos y confía en el níquel

Evidentemente no se han presentado las cuentas correspondientes al tercer trimestre recién acabado, pero en Acerinox, ante los resultados que se avecinan, quieren curarse en salud y acabar el ejercicio de la manera más decente posible.

La primera reacción en este cuarto trimestre ha sido inmediata, con la subida de sus precios base en 50 euros por tonelada en Europa, el mercado que más incidencia está teniendo en la caída global del grupo, presidido por Rafael Naranjo, y entre cuyas participaciones societarias más relevantes figuran las de Alicia Koplowitz y las de las familias March y Del Pino, a través de Corporación Financiera Alba y Casa Grande de Cartagena, respectivamente.

Una medida más, la de la subida de precios en Europa, que sigue a otras llevadas a cabo con anterioridad, como ajustes de personal y costes, para intentar, primero frenar la caída de los márgenes y, después, si la situación general de la economía internacional lo permite, recuperar márgenes anteriores tras un periodo ya muy dilatado de deterioro de los precios del acero inoxidable y de subidas de las materias primas y los suministros.

Habrá que ver qué números presentan hasta septiembre para vislumbrar cómo acabarán el año. La cosa, hasta junio, no pintaba muy bien, con un retroceso de los beneficios del 60,5% entre el primer semestre de 2011 y el mismo periodo del presente ejercicio. Y un dato todavía peor, el de que en el segundo trimestre los beneficios solo fueron de 10,8 millones de euros, por los 29,36 millones obtenidos tres meses antes.

Retroceso vertiginoso de los beneficios determinada por el bajón registrado en el precio del níquel, metal que supone casi la mitad de los costes de fabricación de la compañía. A la recuperación registrada a finales de 2011, mantenida hasta principios de febrero, cuando la tonelada llegó a cotizar en el Mercado de Metales de Londres en 21.830 dólares, le siguió una severa corrección de casi el 30% hasta el pasado mes de junio, con precios de la tonelada ligeramente por encima de los 16.000 dólares, claramente por debajo del umbral de rentabilidad de muchos de los nuevos proyectos de níquel.

Desde entonces, y durante todo el tercer trimestre, el precio del níquel se ha recuperado ligeramente (hasta los 18.700 euros esta semana), lo que servirá sin duda para adecentar unos resultados anuales que, en junio, hacían presagiar una hecatombe.

Al final, no será para tanto, aunque tampoco servirá la reacción, según los analistas bursátiles de Banco Sabadell, para cumplir con el EBITDA que inicialmente se había previsto, que quedaría al final en un margen de entre 225 y 270 millones de euros, siempre que el ajuste final por reducción de inventarios no sea tan negativo como en ejercicios anteriores. Hasta junio, la continua bajada del precio del níquel y el consecuente descenso de los extras de aleación llevó ese ajuste a un valor neto de 14,8 millones.

Otro riesgo a corto plazo es el proceso de concentración en Europa, pues las condiciones de la Unión Europea (UE) podrían hacer que la reducción de capacidad fuera finalmente inferior a la prevista.
También está por ver cómo resuelve la incógnita de quién comprará la planta italiana de Terni (Italia), pues la entrada de un competidor asiático podría supone un riesgo añadido para los intereses de Acerinox.

Dentro del escenario internacional, Acerinox, como el resto de grandes acereras europeas, están viendo lo positivo que resulta el proceso de consolidación abierto entre las compañías del sector del Viejo Continente, como el acuerdo alcanzado entre Outokumpu e Inoxum, filial de Thyssen-Krupp. Pero, se quejan de la manga ancha de las autoridades comunitarias hacia las importaciones de productos fabricados sin los condicionantes medioambientales que rigen en Europa, transportados con ineficiencia energética y abundantes emisiones de CO2, o de ese aumento de la competencia por parte de China y de otros productores acero con el desarrollo de centrales nucleares que van a abaratar sus costes de energía y producción.