Corrupción. La carne es débil

Me resulta difícil creer que el robo perpetrado por la troika no despertara la más mínima sospecha

No creo que nadie en su sano juicio minimice el informe de la UCO. Es demoledor y puede abrir una crisis de una profundidad insólita, que se lleve no solo por delante el sanchismo, sino que deje fuera de combate al PSOE por unos cuantos años, con lo que ello significaría para el equilibrio constitucional, al dejar vía más que libre al populismo de, digamos, izquierdas.

Somos muchos los que pensábamos que eso podía llegar a suceder, que la política aventurista y autárquica de Sánchez podía ocasionarle a su partido daños, si no irreparables, sí de mucha gravedad. Pero no imaginábamos que la vía de agua viniera precisamente por un caso de corrupción tan escandaloso.

Cabe añadir que, teniendo en cuenta también los precedentes, de variado color político, parece que España está condenada a tener que hacer frente con asiduidad a un fenómeno de esta naturaleza. Se me argumentará que en otros países de nuestro entorno también sucede. Quizá. No sé si de manera comparable o no, pero hay una diferencia: nuestra recuperada democracia es muy joven y los chorizos que tanto menudean entre nuestros políticos no ayudan precisamente a prestigiarla con esta sucesión de cohechos.

Pues bien, en los pocos días que han transcurrido desde que fue divulgado el citado informe de la UCO, los corifeos afectos a la guardia pretoriana de Sánchez han lanzado repetidamente un argumento, en términos de una pseudo justificación, que me ha dejado estupefacto. Se resume en el mantra «hay corruptos porque hay corruptores». Lo que entiendo que se nos pide es que comprendamos que la carne es débil, como dice la iglesia, y si viene un representante de alguna constructora con un buen fajo de billetes ¿qué va a hacer el pobre político? ¿Resignarse a que su vida transcurra cobrando simplemente un «modesto» sueldo? ¡Qué caramba! Si ya lo decía Oscar Wilde: Se puede resistir cualquier cosa menos la tentación.

En último extremo el argumento olvida la responsabilidad que supone ser un servidor público.

Atención. El argumento trasciende al propio escándalo porque a su socaire se podría relativizar la responsabilidad en no importa que delito. Es más, desde el punto de vista filosófico, es casi un cuestionamiento del libre albedrío. Considero, pues, gravísimo argumentar de tal manera. Y diciendo eso no exonero de ninguna manera a los presuntos corruptores, pero sin olvidarnos que la polarización podría darse a la inversa, es decir, que el corrupto, viéndose en posesión de la capacidad necesaria, fuera el que contactara al que aparecería como corruptor. En último extremo el argumento olvida la responsabilidad que supone ser un servidor público.

En el caso que nos ocupa hay otra circunstancia que no se puede dejar de lado y que debe considerarse, al menos desde el punto de vista ético, como un agravante. Y es la desfachatez cínica y el descaro con la que los presuntos chorizos comentan y hacen gala de su saqueo. No se vislumbra ni el menor sonrojo. Una situación que no milita precisamente en favor de la roussoniana bondad intrínseca y primigenia de los presuntos delincuentes, que no habrían podido resistir a los cantos de sirena del maligno capitalismo monopolista.

Destaca un tímido intento por parte de Santos Cerdán para que no se den demasiados detalles por si las moscas. La conciencia delictiva era, pues, clara. Un individuo que, por cierto, parece haber sido un corrupto desde el primer momento, pasando de la escala local (Navarra) a la nacional. Cuando se piensa que a semejante personaje el presidente del gobierno le dio carta blanca para que negociara con un delincuente de altos vuelos (Puigdemont), en términos que atentan contra la estructura misma del estado, uno no puede menos que estremecerse. Hasta ahora los corifeos no han hecho la menor evocación del tema. Dada la total falta de ética mostrada por Cerdán, ¿podemos estar confiados sobre el chalaneo del que hubiera sido capaz en beneficio del partido, en el mejor de los casos, sin tener en cuenta el interés nacional?

Cuestión aparte, pero no menor, es como un personaje que, en condiciones normales, no hubiera pasado de mamporrero de discoteca ha podido enquistarse en la alta administración. Me refiero, por descontado, al tal Koldo. La situación recuerda demasiado a lo vivido con Roldán y es genéricamente preocupante.

No puedo menos que preguntarme cuántos ladronzuelos de menor calibre, que podrían pasar desapercibidos, han podido practicar el cohecho a niveles inferiores. Y no solo en el PSOE. Tengo la sensación que la rigidez de la estructura piramidal de los partidos españoles, que pasa también por el sistema de listas cerradas, puede favorecer que los incondicionales del gran líder actúen en muchos aspectos con bula. En el caso presente no deja de ser una ironía que el secretario general, o sea Sánchez, haya puesto tanto esfuerzo en acabar con la disidencia, precisamente a través de Cerdán, y, al parecer, no se haya molestado en absoluto en hurgar en otros asuntos.

Me resulta difícil creer que el robo perpetrado por la troika no despertara la más mínima sospecha. Se empieza a hablar de que el presidente del gobierno habría recibido algunas advertencias que habrían sido desoídas. De ser así, su irresponsabilidad sería imperdonable.

¿De verdad que si no hubiera sido por los registros conservados por Koldo García todo lo que ha acontecido hubiese podido quedar prácticamente impune? ¿En qué país vivimos? Se está tratando el tema como si fuera un asunto interno del partido, pero las adjudicaciones es un asunto que compete al departamento ministerial correspondiente ¿Nadie advirtió en él cómo se hinchaban determinados presupuestos de adjudicación?
Por supuesto queda pendiente dilucidar si una parte de las mordidas fueron en beneficio del partido. Fuera el lucro simplemente personal o no, estamos ante la evidencia de que la corrupción pudo enquistarse orgánicamente con total impunidad, incontrolada. Salvo que se permitiera a trueque de lealtad.

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