Nos gobierna la “banda del Pesoeot» 

Solo falta que se demuestre lo que parece una evidencia: que se ha desviado dinero de la trama también para la financiación del partido

Los cuatro compinches se hicieron primero con un coche marca Peugeot y después con la marca de un partido: el PSOE. Y las ideas que fueron fraguando mientras viajaban buscando apoyos las llevaron luego a la práctica cuando llegaron al Gobierno. Por eso, la banda que nos gobierna ahora es un híbrido entre el coche y el partido: el “Pesoeot”. Y así lo entienden las decenas de ex cargos socialistas que le han mandado una carta a Pedro Sánchez en la que le piden que dimita y convoque elecciones para salvar la “dignidad” del PSOE. En otras palabras, que si los cuatro de la banda se estrellan en el coche, que se estrellen, pero que no se lleven el partido por delante. 

El problema es que igual ya es tarde. Porque, desde que estalló el caso Koldo —que involucra al exministro José Luis Ábalos y a Santos Cerdán— hasta las investigaciones sobre Begoña Gómez y el hermano del presidente, David Sánchez, el PSOE se enfrenta a una montaña de acusaciones que difícilmente le van a permitir mantenerse al margen. Solo falta que se demuestre lo que parece una evidencia: que se ha desviado dinero de la trama también para la financiación del partido. Es decir, que la nueva marca que posiblemente quede cuando esta pesadilla acabe sea la del “Pesoeot”, un híbrido de lo que fue una banda corrupta dispuesta a permanecer en el poder haciendo uso de unas siglas. 

La última decisión del juez Juan Carlos Peinado, quien ha solicitado al Tribunal Supremo que tome declaración al ministro de Justicia, Félix Bolaños, por una posible imputación en el caso que involucra a Begoña Gómez, ha añadido un nuevo capítulo a la crisis que azota al Gobierno “Frankenstein”. La decisión del magistrado de implicar a Bolaños, acusado de malversación y falso testimonio por supuestamente destinar recursos públicos a actividades privadas de Gómez, eleva la presión judicial sobre el entorno más cercano del presidente. 

La opinión pública, por mucho que desde el Gobierno insistan en que hay una campaña de jueces de la derecha empeñados en acabar con Sánchez, empieza a creer como válidas todas las acusaciones que rodean al presidente del Gobierno. Los pornográficos audios de Koldo y Ábalos, las declaraciones de Aldama, las contrastadas informaciones de que existe una trama de mordidas en los concursos públicos, el evidente favoritismo que se ejerció sobre el “hermanísimo”, etc., hacen que los españoles, en su mayoría, ya no se crean nada de lo que se dice desde el Gobierno y su entorno. 

El gasto militar, un reciente bochorno internacional

Tampoco contribuye a salir del descrédito en el que está sumido Pedro Sánchez, el reciente bochorno internacional en torno al gasto militar. En un intento por apaciguar a su socio de coalición, Sumar, afirmó que España no cumpliría con el objetivo de la OTAN de destinar el 5 % del PIB a defensa, argumentando que ello comprometería el gasto social y el bienestar de las clases medias. Sin embargo, esta declaración fue desmentida por el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, quien señaló un compromiso mayor al anunciado por Sánchez. 

Sumar y Sánchez, a quien Podemos llama abiertamente “el hombre de la guerra”, tratan de salir de esa presión aparentando haber puesto pie en pared nada menos que ante la OTAN para defender el gasto social. Cuando, curiosamente, el Gobierno “Frankenstein” ya ha gastado más en defensa que el de Mariano Rajoy. Entre 2011 y 2018, el gasto militar estuvo en torno al 0,9-1,1 % del PIB; el Ejecutivo de Sánchez ha incrementado esta cifra hasta el 1,3 % en 2024. Es cierto que la guerra de Ucrania ha marcado en buena medida ese aumento, como no es menos cierto que el actual panorama mundial obligará a involucrarse a España en un porcentaje superior al que Sánchez nos quiere hacer creer a los españoles. 

La falta de credibilidad del presidente del Gobierno es alarmante. La lógica democrática le pide a gritos que convoque elecciones, ya que, de no hacerlo, el deterioro irá en aumento. Y no solo para él y su partido, sino para todos aquellos que le apoyan con el espurio objetivo de exprimirle hasta el final. Es posible que el PNV y compañía saquen pingües beneficios de esta situación, pero no deben olvidar que será a costa de haber sido cómplices de la “banda del Pesoeot” que nos gobierna. 

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