Ada Colau celebra la sentencia del agua

El Gobierno PSOE-Podemos no augura nada positivo para los españoles pero traerá una Colau menos reivindicativa y más institucional

El Tribunal Supremo restituyó la seguridad jurídica y avaló la empresa mixta concesionaria del suministro de agua en Barcelona y su entorno metropolitano. Ada Colau, que ya fracasó en su intento de municipalizar los servicios funerarios y se ha electrocutado en el intento de crear una compañía eléctrica municipal, suspira aliviada. No tendrá que afrontar un nuevo bochorno fruto de su dogmatismo ideológico.

Es mucho más fácil decir que no comparte la sentencia y hacerse la víctima, que –como en el caso de la eléctrica– verse abocada a acabar comprándole energía a Endesa para garantizar el suministro a los pocos clientes de su deficitaria empresa.  La alcaldesa, gracias al apoyo in extremis de Manuel Valls, acierta cuando rectifica por voluntad propia u obligación y persevera en el error cuando puede elegir.

Permitir el incendio de Barcelona es un error. Permitir el corte crónico de la Meridiana cada noche es inaceptable. Enviar –por orden de Albert Batlle– a los urbanos antidisturbios, que ella quería disolver, a la plaza Universidad es un acierto. Ahí no quedaba más remedio; los robos, agresiones sexuales, la campaña navideña y quejas vecinales hacían insostenible la situación.

Colau está en plena remodelación de su partido. Los sueños de la “Colau-supervivienda”, el superhéroe que reventaba mítines de Inma Mayol a principios de este siglo y que aspiraba a cambiar el mundo para volver a la utopía socialista de inicios del XIX, ya ha pasado a mejor vida. Estamos de enhorabuena.

La alcaldesa ha visto cómo la facción de su partido más anticapitalista, llamada Desbordem, la ha abandonado argumentando que “ha pasado de defender el referéndum de autodeterminación a pactar con los del 155”, en referencia al PSC. Son unos exagerados, pero la han abandonado.

Efectivamente es mejor la Colau, que por pragmática, pacta con Jaume Collboni, que la que le expulsa del Gobierno municipal. La Colau de hoy es una versión 5G de la Iniciativa per Catalunya del siglo pasado y la Colau rodeada de aparatichs de izquierda institucionalizada es infinitamente menos peligrosa.

Colau necesita que Iglesias y Sánchez pacten en Madrid y que ERC sea su bastón

En su entorno pesan, cada vez más, los herederos del Guti y menos los militantes procedentes del partido de la Monja Forcades, la religiosa separatista y enemiga de las vacunas, que fue una de las bases iniciales del proyecto de Colau.

En su nuevo triunvirato, Candela López procede de la inagotable cantera de concejales postcomunistas que ICV ha dado al municipalismo catalán.

Colau necesita que Pablo Iglesias y Pedro Sánchez pacten en Madrid y que ERC sea su bastón. Eso le garantiza a ella la gobernabilidad y la estabilidad presupuestaria.

El gobierno del PSOE con Podemos, ERC y todos los micropartidos cantonalistas que le van a apoyar no augura nada positivo para los españoles pero tiene un efecto secundario positivo: Colau no será tan reivindicativa, su papel será más institucional y sus ideas remunicipalizadoras, seguramente, pasarán a mejor vida.

Algún día Colau, con la ayuda de sus amigos federalistas y de ICV, aprenderá que la lucha por el uso eficiente de los recursos no pasa por la remunicipalización sino por la gestión óptima. Gracias al Tribunal Supremo, hemos dado un paso en esa dirección.

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