Alicante versus Valencia y viceversa

El alcalde de Alicante, Gabriel Echávarri (PSOE con Compromís y Podemos), ha vuelto a destapar la caja de los truenos y se ha lanzado a criticar la relación de Valencia con Alicante aprovechando la crisis que supura la patronal alicantina, COEPA, al borde de quiebra. En el Fórum Europeo en Valencia se le soltó la lengua.

Echávarri les dijo a  los empresarios alicantinos que no sean vasallos de Valencia, que generen un lobby alicantino, que no mendiguen y que ya está bien. Pero luego fue a más y denunció que Valencia maltrata Alicante porque de cada 9 euros que se invierten en Valencia sólo se dedica uno a Alicante. Por supuesto añadió que todo es culpa de los años de gobiernos del PP en la Comunidad Valenciana.

Pero días antes el presidente del PP de Alicante, José Ciscar, y el presidente de la Diputación, Cesar Sánchez  (PPCV),  acusaba a la Generalitat actual (PSOE, Compromís con el apoyo de Podemos) de marginar Alicante.

Al final, un capítulo más de las mil batallas que llevan libradas Alicante contra Valencia y viceversa. Como dice Emili Rodríguez Bernabéu en su libro «Alacant contra València» (PUV 2005) esto ocurre porque en su momento Cataluña optó por un espacio territorial único mientras en el entonces Reino de Valencia/País Valenciano se optó por las ciudades con escasa relación unas con las otras.

Ese genérico (Comunidad Valenciana) en la denominación tampoco es motivo de acercamiento de Alicante y Castellòn.

No sólo es cosa de los políticos. En la cremá de las Hogueras la noche de San Juan el himno de guerra frente a las cámaras de la entonces Televisión Valenciana/Canal 9 era ¡¡Puta Valencia! Y a su son bailaban jóvenes, concejales y público en general.

Y basta con hablar con cualquier alicantino para que te confiese que en Valencia no valoran Alicante. Aunque en Alicante se encuentran con las mismas acusaciones desde Alcoy y Benidorm.

De hecho hay una disputa con los autobuses lanzadera desde el AVE hasta la ciudad turística. En Benidorm quieren que salgan desde Villena para que los turistas no se queden en la capital de la provincia.

Ya en tiempos de Joan Lerma como presidente de la Generalitat (PSOE)  tuvo que repartir el poder institucional con Antonio García Millares (presidente de las Cortes) para que Alicante tuviera representación y acallar las veleidades murcianas de esta ciudad, que tiene que ir al IKEA de Murcia o a Valencia porque no tiene la República Independiente en su demarcación.

Y es que la disputa siempre ha sido por el dinero, nunca por valores, tradiciones, política o dinámicas empresariales. ¿Por qué invierten más en Valencia que en Alicante? ¿O por qué mandan más los de Alicante que los de Valencia? Como mucho otro agravio permanente ha sido la utilización del valenciano, que en Alicante ciudad sólo lo habla una minoría. O la programación en valenciano de la fallecida RTVV.

Por supuesto, en Valencia, como ocurre en Madrid fuera de la M-30, no se dan por enterados. En el cap i casal vive encerrado sobre si mismo y no perciben otras sensaciones. Política es la que se hace en Valencia y a Alicante sólo hay que ir a inaugurar cosas. O de vacaciones a Javea o Denia.

Incluso las relaciones empresariales son pocas. El tejido alicantino es más vivo y menos institucionalizado que el de Valencia. Y eso provoca dos mundos paralelos. Alicante ciudad y su comarca viven empresarialmente  cara a Madrid, y Valencia y sus comarcas mantienen sus mejores relaciones económicas con Barcelona, aunque rindan pleitesía al AVE a Madrid.

Al final este es un territorio alargado, invertebrado, donde cada uno va a la suya. Aunque como decía Joan Lerma los invertebrados también viven. Lo que hay que hacer es asumir que no tienes columna vertebral.