Era y es la consigna. Es lo que el PP, de aquí y de allá, y el Gobierno Valenciano, han querido simular. Tranquilidad ante la que se avecinaba. El ex presidente de la Generalitat Valenciana, Francisco Camps, sentado en el banquillo, frente a un jurado popular formado por tres mujeres y seis hombres, acusado de haber recibido, presuntamente, trajes, a cambio de favorecer con adjudicaciones publicas a la empresa que se los regalaba.
El primer día del juicio, pocos fueron los acólitos que estuvieron animándolo como en anteriores ocasiones. La mayoría se escabulló. Para colmo, la semana ha acabado con el Banco de España revelando que los valencianos estamos endeudados hasta las orejas. La verdad es que estamos en quiebra técnica. No tenemos ni un duro. Los bonos patrióticos no han funcionado, y Fabra, nuestro President, se ha pasado la semana pidiendo dinero a todo dios.
El panorama no puede ser más desolador. Pero vamos por partes. Camps se presentó más relajado que en otras ocasiones. Su dimisión en julio le permitió alejarse de los focos, y eso se ha notado en su rostro, tiene una actitud más calmada y alejada de la crispación que mostraba en los últimos tiempos. Incluso posó ante los fotógrafos. Y se lanzó a su propia defensa, recriminando al presidente del tribunal, el magistrado Juan Climent, su paso, hace más de 15 años, por el gobierno del socialista Joan Lerma.
El dirigente popular también escuchó imperturbable su conversación con Álvaro Pérez, El Bigotes, al que llama “amiguito del alma”, después de declarar minutos antes que solo mantenía una relación cordial. Correa, que llegó esposado y luciendo la melena ondulada de la boda de la hija de Aznar, no dijo nada. El Bigotes, negó, riéndose, que pagara prendas de vestir a Camps.
Mientras Camps se defendía de un delito de cohecho, su sustituto, Alberto Fabra, ya no sabía dónde pedir. “Las pólizas no se han podido renovar y tenemos problemas de tesorería” señalaba antes de saber que la Comunitat Valenciana seguía siendo la segunda autonomía con mayor volumen de deuda, con 20.469 millones de euros, por delante de Madrid, y que incumple sistemáticamente su compromiso de estabilidad presupuestaria.
El ambiente está caldeado. Los farmacéuticos, que han anunciado una huelga de tres días que comienza el lunes, se han manifestado por las calles de la ciudad para protestar porque llevan sin cobrar desde julio. El Gobierno Valenciano, que les debe más de 500 millones de euros, les prometió días antes de las elecciones que les pagaría el 23 de noviembre. Fabra les ha dicho que percibirán 60 millones de adelanto el 21 de diciembre. Los afectados por los impagos del Consell aumentan cada día que pasa.
A pesar de la grave situación de las arcas públicas, el ejecutivo ha asumido la gestión de la Fórmula 1 tras adquirir Valmor por un euro, -como el Sabadell con la CAM-, aunque en el primer caso las deudas, cerca de 35 millones de euros, más 80 del canon, los abonará la Generalitat.
Por otra parte, el Consell ha regalado la participación del 22% que le quedaba en Terra Mítica, a través de la empresa Sociedad de Parques Temáticos de la Comunidad Valenciana. Un negocio ruinoso, pagado con dinero público, que ha costado más de 250 millones de euros, que arrastra una deuda de más de 200, y que se ha llevado por delante a sus dos socios, la CAM y Bancaja.
Los estudios de cine de la Ciudad de la Luz, en Alicante, también tienen sus horas contadas. Si sus decorados prefabricados pudieran hablar del derroche que se ha producido en sus escenarios no quedaría títere con cabeza. Pero no es el caso. La Conselleria de Cultura quiere cambiar las condiciones actuales del concurso para que la empresa adjudicataria pague un alquiler, y no como sucede ahora, que paga la Generalitat. Como a Ecclestone. El asunto está difícil porque si la modificación supone un ahorro de 6 millones de euros, ¿cuánto supondrá resolver el absurdo contrato con Aguamarga, en vigor hasta el 2014? Nadie los sabe.
Vaya semana nos espera. Menos mal que las previsiones de los empresarios jugueteros son buenas. Y la tendencia del sector es más positiva que la del resto del mercado y productos de consumo, según dicen.