“Corrupto o ladrón, preferimos a Perón” 

En el PSOE hay una lealtad tan ciega a su líder que, con tal de que Pedro Sánchez siga en la Moncloa e impida que la derecha llegue a gobernar, se le perdonan todos los escándalos de corrupción

El PSOE no tiene quien lo dirija. Es lo que ha quedado claro tras el último Comité Federal, que ha evidenciado un partido sin rumbo, intransigente con la disidencia interna y sin nadie con capacidad de gestionar la maquinaria electoral tras el descalabro de sus últimos secretarios de organización, envueltos todos en los más sórdidos casos de corrupción.

Pero en la política, como en la vida, siempre queda un clavo ardiendo al que agarrarse, y el socialismo en España tiene el suyo: una base de militantes irreductibles que, al igual que pasó en la Argentina peronista, se mueven bajo el lema “Corrupto o ladrón, preferimos a Perón”. 

En el PSOE hay una lealtad tan ciega a su líder que, con tal de que Pedro Sánchez siga en la Moncloa e impida que la derecha llegue a gobernar, se le perdonan todos los escándalos de corrupción. Una actitud inquietante que recuerda lo que ocurría por aquel entonces en Argentina y otros países latinoamericanos, donde la corrupción se instaló como el peor de los tumores.

Y lo hizo, entre otras cosas, gracias a quienes ocultaron el más puro interés personal de seguir en la mamandurria tras la falsa idea de que eso era lo mejor para la nación, porque la alternativa era una derecha que acabaría con todo. 

La gran pregunta ahora es cuánta gente y durante cuánto tiempo va a seguir apoyando ciegamente a Sánchez. Todo apunta a que el partido y su líder han entrado en un proceso de descomposición que parece irreversible.

Huele a muerto, lo notamos todos; el problema es que a sus socios no les importa. Se tapan la nariz y resisten porque saben que será difícil que vuelvan a encontrar un cadáver político tan rentable como el que ahora ocupa la Moncloa.

Es más, parecen dispuestos a embalsamarlo y a dejarlo como a un faraón (el del “corazón tocado”) dentro de su pirámide antes que provocar la convocatoria de elecciones generales. 

La cita con las urnas en este momento, y a pesar de lo que diga el CIS, es un riesgo que nacionalistas, independentistas y la izquierda radical prefieren evitar. Saben que el PSOE ha perdido toda su credibilidad y que se enfrenta a un problema creciente con el voto femenino, tradicionalmente un bastión socialista.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y la vicesecretaria general del PSOE, vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, durante la reunión de la Comisión Ejecutiva Federal en la sede de Ferraz, a 7 de julio de 2025, en Madrid (España). La comisión ejecutiva federal del PSOE ha tenido lugar después del Comité Federal del PSOE que se celebró el pasado fin de semana para la reestructuración interna del partido tras la crisis provocada por el ‘caso Koldo’ y la dimisión de Santos Cerdán. Alejandro Martínez Vélez / Europa Press 07 JULIO 2025;SANCHEZ;PSOE: 07/7/2025
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y la vicesecretaria general del PSOE, vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero. Foto: Alejandro Martínez Vélez / Europa Press.

Los audios de Ábalos y Koldo García, en los que se refieren a mujeres en situación de prostitución con un lenguaje degradante, han generado una indignación que trasciende la corrupción económica. 

Sánchez ha intentado contrarrestar este daño rodeándose de mujeres como quien se agarra a un salvavidas en medio de la tempestad. Pero proponer a estas alturas la expulsión del partido de quienes consuman prostitución suena tan vacío que no mitiga, ni de lejos, el enfado y malestar que el electorado femenino tiene con el PSOE y que se demuestra en las encuestas mínimamente serias. 

El culto al líder es ya tan exagerado entre los socialistas que se comportan ante la disidencia como un partido absolutamente intransigente. El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, único líder socialista con mayoría en su comunidad, lo ha vivido en sus propias carnes.

El culto al líder es ya tan exagerado entre los socialistas que se comportan ante la disidencia como un partido absolutamente intransigente

Se atrevió a calificar la crisis del PSOE como “la más grave en términos de corrupción de la historia del partido”, y pidió a Sánchez someterse a una cuestión de confianza o convocar elecciones, lo que le valió que le acusaran de deslealtad y de alinearse con la derecha. 

“O conmigo o contra mí”, como en la Argentina peronista, donde todo el mundo sabía que se perdonaban los peores pecados de los amigos si estos servían para mantener a raya al enemigo político. Y esa es la sombra que rodea a un partido como el PSOE, donde su líder es incapaz de hacer autocrítica porque entiende que su continuidad es innegociable; está convencido de ser la solución de los males del país, y no el causante de los mismos. 

Veremos cómo entienden los miembros del “Frankenstein” esta difícil situación. En la próxima comparecencia en el Congreso sabremos si dan por amortizado a Pedro Sánchez y huyen para que no los arrastre en su caída o si, por el contrario, se aferran a su brazo por si milagrosamente es lo único que le ha quedado incorrupto, como a la Santa. 

Es quizá la única salida de emergencia posible frente a un PP que, tras su Congreso Nacional, emerge como una alternativa sólida, dispuesto a atraer a los votantes de centroizquierda. Especialmente a todos esos que ya no se tragan la milonga de “Corrupto o ladrón, preferimos a Perón”. 

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