Cuando suena la campana de Moncloa sube la adrenalina del ejército sanchista
Un grupo de periodistas sincronizados con Pedro Sánchez actúa como verdadero aparato ideológico del poder
Una de las cosas que más sorprende de la política española es la sintonía que manifiesta un grupo de periodistas con Pedro Sánchez. Tan es así, que a esos periodistas se les ha denominado –si lo prefieren, calificado y/o clasificado– sincronizados.
Estamos hablando de unos periodistas que, de forma automática, coinciden en el tiempo con las ideas y los movimientos –qué hay que pensar, qué hay que decir, qué hay que publicar y qué se debe hacer– con Pedro Sánchez. Unos periodistas que, coloquialmente hablando, formarían parte del ya popular denominado Equipo de Opinión Sincronizada.
Para que nadie se confunda, se trata de un grupo de periodistas que arremete sistemáticamente y sin solución de continuidad contra el Partido Popular, Vox, Isabel Díaz Ayuso, Carlos Mazón, Miguel Ángel Rodríguez, Alberto Núñez Feijóo, Juan Manuel Moreno Bonilla y demás. Que arremete también contra determinados jueces o fiscales, contra ciertos medios de comunicación y contra la derecha liberal y la derecha radical.
Unos sincronizados que, casualmente, tildan de bulos aquellas palabras de la derecha, o de la prensa crítica con el sanchismo, que no están en la sintonía de Pedro Sánchez. Otra casualidad: los sincronizados coinciden igualmente, por poner un par de ejemplos, con la política internacional y la política económica del Presidente.
Al respecto de los sincronizados, uno –que confía en la neutralidad y objetividad del periodismo– se pregunta lo siguiente: ¿acaso es una casualidad la obsesión de los sincronizados con Carlos Mazón, la nueva bestia negra de Pedro Sánchez/PSOE? Al respecto, uno se pregunta también si los sincronizados son soldados de la causa por convicción o interés. Aunque, también puede que acaben alistándose en el ejército del gobierno sanchista con oscuros objetivos frentistas. En la guerra, como en la guerra.
Todo ello entra en contradicción con la tarea propia del periodismo que se caracteriza, como se dijo antes, por la neutralidad y la objetividad
Los sincronizados no engañan, aunque se disfracen de pedagogos de la causa con la función de ilustrar y convencer a la ciudadanía. Son activistas de la causa que hacen campaña por y para el líder. Y así, propagando la “verdad”, consiguen doblegar la realidad para adecuarla a los intereses del poder sanchista, para descalificar al adversario convertido en peligroso enemigo, para censurar las ideas del adversario/enemigo, para desprestigiar/ridiculizar como sea y a cualquier precio a la prensa crítica que amenaza el poder sanchista.
Sintetizando, estaríamos ante un agitprop a la soviética vehiculado a través de diversos soportes –prensa, fakes, entrevistas, tertulias o programas radiofónicos o televisivos– cuyo propósito es doble: propagar las ideas/verdades sanchistas y denigrar las ideas/mentiras de la oposición.
Resumiendo, el denominado Equipo de Opinión Sincronizada –una suerte de pool público-privado– no es sino, por decirlo a la manera marxista, un aparato ideológico de Gobierno –aunque, a veces, parece de Estado– cuyo papel es la conquista, mantenimiento, consolidación y reproducción del poder sanchista. Doctrinarismo y marketing. Un Equipo de Opinión Sincronizada cuyos miembros se retroalimentan y compiten entre sí.
Si tenemos en cuenta que la política de Pedro Sánchez toma cuerpo prescindiendo de las Cortes y colonizando las instituciones al tiempo que intenta maniatar a la prensa que molesta; si tenemos en cuenta eso, bien podría decirse que los sincronizados van contra la democracia. Aunque digan defenderla.
Llegados ya a este punto –más allá del trabajo cotidiano del Equipo de Opinión Sincronizada y de los intereses en juego de cada medio y sujeto–, uno se pregunta si en la infraestructura del Equipo existe algún mecanismo que favorece la creación del pool sanchista. Afirmativo. Tal vez, los sincronizados obedecen al modelo conductista sanchista. Pedro Sánchez estimula con relatos y promesas y los sincronizados responden positivamente.
El estímulo genera respuestas concretas y la conducta se ve modelada por los acontecimientos. Recordemos, por ejemplo, el “todos a una” en el juicio del Fiscal General del Estado.
Estas unidades de combate de apoyo y vigilancia, guiadas por las arengas sanchistas, cumplen con las reglas de la táctica política, como movidas por un reflejo condicionado, por un resorte, por una fuerza que parece liberarse bruscamente.
Pedro Sánchez, tomando como ejemplo al fisiólogo ruso Iván Pávlov, en Los reflejos condicionados (1927), ha logrado crear un estímulo eficaz que provoca una respuesta influenciada o limitada por determinadas condiciones. Cuando suena la campana de Moncloa, sube la adrenalina del ejército sanchista. Ya están preparados para la lucha. Al campo de batalla. La victoria está cerca. O no.