Tras los datos presentados por Banesto al cierre del primer trimestre de 2012 se ha querido dar la apariencia de que todo está más o menos controlado. Que ese 88% menos de beneficios se justifica por los 450 millones de euros de dotaciones aportadas para cumplir con el real decreto de saneamiento de los activos inmobiliarios, que los 600 millones de capital adicional de esa norma ya se han cubierto con los recursos propios, y que aproximadamente la mitad de los aportaciones específicas que restan, otros 500 millones, se harán sin problema alguno a lo largo del ejercicio mediante dotaciones y plusvalías.
Todo es cierto, pero también lo es que el alcance del riesgo problemático sobre los créditos concedidos a actividades inmobiliarias, lejos de reducirse, aumenta sin parar. Nada menos que un 58% ha crecido, en términos porcentuales, en los últimos doce meses.
Y la tendencia no parece que vaya a cambiar en los próximos meses. Todo lo contrario. Amenaza con seguir creciendo. ¿Hasta dónde? Eso quisieran saber José García Cantera, el consejero delegado y convertido en cabeza visible de la filial de Banco Santander, y el resto de directivos, para tener una idea más clara de qué va a pasar con los casi 6.000 millones de financiación, concedidos para esta actividad, cuya recuperación sigue siendo muy incierta.
Un porcentaje de riesgo que era del 32% hace un año, y que ahora se eleva ya por encima del 51%. Entonces, los créditos dudosos que promotores y otras empresas habían dejado de pagar ascendían a 1.435 millones, ahora ya son casi 1.800 millones. Y lo mismo sucede con esos otros préstamos que todavía no han entrado en mora, pero llevan camino de hacerlo. Es cuestión de tiempo, de que acumulen tres cuotas sin pagar, para que los ahora 1.300 millones contabilizados como subestándar pasen a ser dudosos.
Una curiosidad. Los créditos dudosos y subestándar hasta marzo de 2012 son los mismos 3.079 millones que se contabilizaban a 31 de diciembre de 2011. La diferencia es que en estos tres meses, el crédito principal se ha reducido en casi 600 millones.
En la presentación de resultados de este trimestre, se ha echado de menos la información relativa a la procedencia de los nuevos activos adjudicados que hasta ahora venía ofreciendo Banesto. Datos que permitían aventurar si su venta posterior iba a resultar más o menos factible, en función de que fueran suelos, promociones a medio terminar o ya terminadas. Se recoge que han entrado en el balance inmuebles por 192 millones y que han salido 212 con la venta de más de 2.000 inmuebles, más de la mitad durante el pasado mes de marzo, y que suman 3.587 millones cubiertos al 45% de posibles pérdidas futuras.
Omisión que no permite comprobar si se mantiene la modificación de la tendencia registrada en 2011. Si hasta 2010, los inmuebles adquiridos en dación de pago eran los que más peso tenían en el global de esos activos, a lo largo del pasado ejercicio las viviendas y terrenos procedentes de esos canjes apenas llegaron al 15%, proviniendo el 85% restante de la ejecución judicial de los préstamos hipotecarios que promotores y particulares no pudieron afrontar.
Como entre enero y marzo han entrado activos por valor de 192 millones, son ya cerca de 2.200 millones de euros los que contabiliza Banesto en suelo, viviendas y otros activos, el doble que hace dos años. Viviendas ya construidas, nuevas o usadas, que tarde o temprano, por un precio o por otro, acabarán vendiéndose.
No se puede decir lo mismo de esos terrenos, urbanizados o rústicos, cuyo desarrollo está paralizado ‘sine die’. Hace un año tenían un valor contable de unos 1.500 millones. Ahora, suman ya 1.900 millones. Con las nuevas provisiones, los 3.587 millones de activos han quedado cubiertos al 45%, asumiendo así eventuales pérdidas futuras de 1.614 millones.