Despropósitos

Los independentistas son mentirosos compulsivos que atacan a todo aquel que piense diferente a ellos. – César Alcalá

Vivimos en una sociedad, la catalana, marcada por los despropósitos y los descréditos. Diariamente saltan a la prensa temas relacionados con estas dos palabras. Y la sociedad empieza a cansarse.

Hace unos días la alcaldesa Ada Colau llamó facha al almirante Cervera, para poderse excusar por el hecho de ponerle una calle a un actor de segunda llamado Pepe Rubianes, que su modus vivendi era insultar todo aquello o a todos aquellos que no pensaban como él.

En un momento determinado fue el héroe de TV3 por su mala educación. Ahora también lo sería. No quiero imaginarme lo que saldría por su boca contra aquellos que no están a favor del procés. Es decir, Barcelona ha cambiado el nombre de una calle. De un héroe de Cuba a un héroe barriobajero.

Después tenemos el cambio de defensa de los encarcelados. Más que cambio, han enseñado las cartas. Ya ha pasado aquello de pedir perdón y decir que todo era mentira. Ya ha bajado el miedo por el 155 o, tal vez, se han dado cuenta de que ya nadie los cree y ahora vuelven tal y como son. Todos han acusado al juez Llarena de no ser demócrata, de una revancha personal, de no ser imparcial… le han dicho de todo.

En España la gente no va a la cárcel por sus ideas. Si así fuera, no habría nadie en la calle; todos estaríamos encarcelados

Ahora no han dicho que los CDR pasaron por redes sociales su dirección “por si alguno quería hacerle una visita”, no han dicho que toda esa situación es porque se saltaron las leyes el 6 y 7 de septiembre, no dijeron que estaban ahí por querer imponer un régimen contrario a ley, no dijeron que convocaron un referéndum ilegal, no dijeron que no están arrepentidos. Lo único que expresaron fue: “La culpa es de todo el mundo, nosotros no hicimos nada”. Y no es cierto, están ahí por cometer un delito.

En este país, a pesar de lo expresado por los independentistas, la gente no va a la cárcel por sus ideas. Si así fuera, no habría nadie en la calle. Todos estaríamos encarcelados, pues cada uno piensa de manera diferente. Es más, hasta las jueces estarían en la cárcel. En Cataluña y en España, como país democrático que es, se persigue a aquellos que se saltan la ley. No hay más. Aquel que intente vender lo primero, miente.

Y los independentistas son mentirosos compulsivos. Por eso atacan a Llarena. Todo aquel que piense diferente a ellos y los persiga es antidemocrático. Sólo ellos son demócratas. Cuando uno se enroca con esta afirmación está demostrando que es todo lo contrario. Dime de qué presumes y te diré de qué careces.

El futuro de Cataluña pasa por la reconciliación de quienes se enfrentaron por una gran mentira

Y todo esto lo hacen por una cosa: están perdiendo. Colau sabe que lo tiene muy difícil en Barcelona. Fue elegida como la gran esperanza de la política municipal –como Carmena, Kichi y otros– y se ha convertido en un bluff. La estructura municipal le deja hacer muy pocas cosas. El desconocimiento de la administración le ha llevado a ser una veleta, no una esperanza.

Por eso se ha embarcado en procesos independentistas –aunque dice que no lo es– y al cambio de plazas y calles. Si en esto se resume la actividad política y municipal de Colau, no me extraña que el próximo año haga las maletas. Y lo mismo les ocurre a los actores del procés. Saben perfectamente que han perdido. Que tienen muy poco recorrido. Que se equivocaran. Como dijo Alfonso Guerra, el que va contra un estado tiene las de perder. Y han perdido.

Se les ha ido de las manos y lo saben. Posiblemente querían apretar las turcas al gobierno para sacar alguna prebenda. Y las han apretado tanto que se han pasado de rosca. Les tocará purgar. Les tocará reflexionar. Y a la sociedad catalana le quedará reconciliarse. Porque el futuro de Cataluña pasa por la reconciliación de todos aquellos que se han enfrentado, y se han dejado de hablar, por una gran mentira.

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