Quim Torra y la corona española

El último gesto de cara a la galería del presidente catalán es una nueva muestra del despropósito procesista

Decía Groucho Marx: “Partiendo de la nada hemos alcanzado las más altas cotas de miseria”. Y ya se ha llegado a este extremo.

La verdad es que llevamos varios meses alcanzándolas.

Ahora bien, escuchar a un señor que no lo votó nadie, que no se considera president, que ha estado más veces en Berlín que en Castelló d’Ampuries, que escribe cual mejor racista, que odia todo lo español, y que es una xenófobo declarado, que rompe relaciones con el Rey Felipe VI, es de traca.

Los independentistas se consideran el modelo, y todo lo demás debe corregirse

Le da lecciones al Rey sobre lo que puede o no puede decir. Esto no es una novedad. La mayoría de los independentistas actúan de igual manera.

Ellos son el modelo y todo lo demás debe corregirse. Al que firma estas líneas le pidieron que dejara de escribir tweets contra el independentismo “porque les molestaba”.

Poco les importa si sus comentarios y actos les molestan a aquellos que no piensan como ellos. Eso no importa.

Lo realmente destacable es que uno no se puede salir de los parámetros preestablecidos por ellos. Si lo haces, como antaño, recibes una regañina.

La superioridad moral

La misma regañina que recibimos los mortales, también la ha recibido el Rey. Quim Torra dice que no irá a ningún acto que organice el Rey.

Creo que en su empeño de ser más republicano que la propia república, se ha olvidado que el Rey no organiza nada.

Simplemente, como jefe del estado, es invitado a un acto importante para España. Con lo cual, no le importa equivocarse en su discurso.

Las personas que acaban creyéndose lo que no son, se iluminan y acaban humillando a todos

Tampoco romper unas relaciones a título personal, pues Cataluña no es una república independiente de España. Todo muy surrealista.

Pero no acaba aquí la miseria de Quim Torra. Asegura que no se fotografiará con el monarca. Y es más. Adelanta su viaje a Tarragona para manifestarse, junto con ANC y Òmnium, en contra la visita del Rey.

Y todo porque es un mediocre elegido presidente de la Generalitat. También mediocre es Carles Puigdemont.

El problema estriba en que estas personas acaban creyéndose lo que no son. Se iluminan. Se trastocan y acaban humillando a todos los catalanes.

Porque eso es lo que hacen. Humilla a aquellos que no piensan como él y a los que piensan en modo independentista.

El ataque a la desesperada

Una Comunidad Autónoma, nación o país -díganle como quieran- tiene que ser seria. Y Cataluña es muchas cosas, pero desde el procés ha dejado de ser seria.

Contra menos caso les hacen con sus reivindicaciones, más cosas surrealistas salen por la boca de unos personajes que forman parte del teatro del absurdo de Ionesco o Beckett.

El independentismo sabe que está perdiendo la batalla y tiene que teatralizar mucho una falsa idea para salir a la prensa

Porque en el fondo saben que están perdiendo la batalla. Cada vez están más solos, si es que alguna vez estuvieron acompañados.

Tienen que teatralizar mucho una falsa idea para salir a la prensa. De no hacerlo, nadie les haría caso.

Romper con la Corona le ha parecido un gesto superlativo. En el fondo no significa nada. Él rompe, pero Cataluña no. Si se dan cuenta sólo apoyan a Torra la ANC y Òmnium.

¿Por qué? Viven de todos los catalanes, gracias a las subvenciones, y se la tienen que ganar. En el fondo estas dos entidades tienen un peso específico muy bajo. Y cada día más.

La miseria a la que algunos han querido encumbrar Cataluña no ha servido de nada

Ellos son los que recuerdan que hay personas en la cárcel y huidos. En la calle ya casi nadie se acuerda de Marta Rovira, de Anna Gabriel o Raül Romeva. Y ténganlo claro, de saltarse la ley, Torra huirá al extranjero.

En definitiva, la miseria a la que algunos han querido encumbrar Cataluña no ha servido de nada.

Han fragmentado la sociedad, han roto familias, han roto amistades, pero no han conseguido su objetivo: independizarse.

Y sobre las rupturas quizás nos debemos preguntar: ¿el procés no ha sido una buena excusa para eliminar amistades y familiares como muchos hacen en Facebook?

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