Ciudadanos y Podemos deben saber también gobernar

La regeneración. Es la petición que más reclaman los partidos emergentes, que son el producto, no lo olvidemos, del malestar social que se generó desde el inicio de la crisis económica. En muchas ocasiones en los últimos meses las patronales y los dirigentes de los partidos de toda la vida han criticado con contundencia a Podemos o Ciudadanos, como si hubieran llegado de imprevisto a sus casas para arrebatarles el poder. Como si fueran un objeto extraño en sus vidas, como si llegaran de otro planeta. Pero son el producto de la propia ciudadanía, que se ha organizado. ¿No lo hemos exigido tantas veces, con la idea de que en una sociedad abierta, siguiendo a Popper, son los individuos los que deben conducir sus propias vidas, tejiendo alianzas para defender sus intereses?

Han aparecido. Los ciudadanos se han organizado. Y Ciudadanos y Podemos, con mayor o menor apoyo electoral, y se verá en los próximos meses, son ya coprotagonistas en el conjunto de la política española.

Ahora bien, de la misma forma que ese establishment sigue entre paralizado y ciertamente preocupado, por las experiencias que se puedan producir a partir de ahora en Madrid o en Barcelona, con Manuela Carmena o con Ada Colau, a los partidos emergentes y a las candidaturas populares hay que pedirles que sepan realmente dónde estamos: España es una democracia liberal, como la mayoría de países occidentales. Y en las democracias liberales se respetan las reglas del juego, y se buscan acuerdos.

Porque en España ha quedado una cosa meridianamente clara: el sistema, el denostado sistema, ha posibilitado cambios, y lo veremos la próxima semana en comunidades y ayuntamientos. Pero tanto Podemos como Ciudadanos deben ajustarse también a su peso electoral, y a la necesidad –y en eso sí que nos la jugamos, como han constatado en este medio economistas de la categoría de Josep Oliver, Juan Ignacio Crespo, Bernaldo de Quirós o Niño Becerra—de hacer posible la gobernabilidad. Comenzando por Andalucía, que celebró sus elecciones el 22 de marzo, y todavía no tiene gobierno. Porque el mandato de la ciudadanía también es claro: regeneración, cambio, pero, por favor: gobiernen y acuerden.